Cuando miré mi celular eran las siete de la mañana, olvidé desactivar las alarmas, anteriormente los sábados y domingos me levantaba a las siete para ir a trabajar, pero como ayer renuncié ya no debo ir.
Me levanté un poco anonadada, recogí todo, me senté en la cama mirando con detenimiento cada papel, los clasifique y los dejé sobre el buró.
Estirándome me dirigí a preparar café, bostece un par de veces antes de llevar la taza a los labios, el aroma del capuchino instantáneo me reanima, busco en la alacena un paquete de galletas y me siento en la mesa.
El señor Eduardo es muy alto, con porte elegante, me causa mucha curiosidad. Considero que es probable que sea con él con quien practique el francés una vez que vaya a vivir con ellos.
Por otro lado, la señora Veatriz debe saber francés y quizás sea ella la que me corrija, puesto que estaré a su cuidado, esto me recuerda, ¿tendrá algún problema de salud? ¡Dios! Espero que no, espero que sólo sean precavidos.
Al finalizar mi merienda me dirijo al baño, preparo la ducha y dejo que el agua caliente termine de despertar mi adolorido cuerpo, empiezo a sentir el estrés acumulándose por éstos cambios repentinos.
De algún modo, puedo imaginar como podría ser mi vida estando en Francia. ¿Me estaré adelantando?
Me puse un pantalón de algodón deportivo, y un top, tomé mis papeles y los llevé a la mesa, saqué mi laptop y algunos cuadernos, entre ellos mi diario.
~ ~ ~ D I A R I O ~ ~ ~
Fecha: Abril 1998
Señora Veatriz: 1 mes de embarazo.
Posible parto: Noviembre - Diciembre.
Graduación: Junio 1998
Curso de enfermería y primeros auxilios: Julio - Septiembre.
Pendientes:
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Estuve reflexionando sobre el nuevo trabajo, las fechas y el tiempo que tendría para prepararme.
Jugué con el bolígrafo azul cielo con el que escribí, saqué mi libreta de compras y apunté mapa de Francia.
Suspiré, no sabía cómo calmar mis nervios, me genera mucha adrenalina el comenzar una aventura como ésta; pero necesito poner los pies sobre la tierra, acabar la tesis, graduarme y titularme para pasar de página.
Cuando fui consciente de los gritos de mis hermanos, salí a saludarlos.
Gabriel, Brandon, Adriel y Dilan se encontraban corriendo en el patio, se detuvieron a saludarme y señalaron la puerta de la cocina, donde Mirna se hallaba. Les di un beso y entré.
Mirna prepararaba el desayuno - buenos días, Mirna - saludé haciéndole cosquillas en las costillas, un juego que hacíamos desde que llegó a vivir con nosotros - buenos días, Ceci - respondió al soltarse de mi agarre - olvidé que hoy ya no trabajas - me señaló con la espátula, se la arrebaté y revolví los huevos del sartén - sí, lo sé, yo también lo olvidé - sonreí, ella me pegó con el puño en el brazo, riendo - me levanté temprano, y cuando vi que tenía todos mis apuntes en la cama fue cuando caí en la cuenta de que hoy no iría a trabajar - expliqué tratando de seguirla con la vista, comenzó a praparar sándwiches con mermelada - sólo tú puedes hacer eso, eres muy metódica - no supe como responder, aprendí a ser así con mi madre, a pesar de que se la pasaba embarazada, su atención en mí nunca disminuyó, me enseñó a ser metódica para que pudiera ser independiente y así mismo, para apoyarla con mis hermanos.
- ¿Cecilia? - saludó Jorge seguido por Emilio, ambos me miraban con sorpresa, sonreí - buenos días, chicos - ellos se sentaron en la mesa - ¿por qué no estás trabajando? - preguntó Emilio, él es el hermano que sigue después de Esteban, él tiene diesiete y está por graduarse de la preparatoria. Mirna acabó de hacer los sándwiches y se levantó a buscar los platos - renuncié - dije cuando Mirna volvió a sentarse - le ofrecieron un trabajo como niñera - contó Mirna sin verlos, ellos sonrieron - ojalá te pagaran por cuidar de tus hermanos - se burló Jorge - ¿y si yo te pago para que lo hagas? - bromee, él es el menos paciente de nosotros los mayores - si me das mil a la semana, con gusto - puntualizó un segundo antes de morder el pan con mermelada - cuando me vaya, lo consideraré - le guiñé el ojo, él se asombró - ¿Cómo está eso de que te vas? - preguntó Emilio levantándose de la silla - el trabajo de niñera no es aquí, es en Francia - respondí sin ocultar mi alegría - ¿Y cuándo pensabas decirnos? - cruzó los brazos - papá ya lo sabe, Mirna y Esteban, sólo me faltaban ustedes, pero ayer renuncié y tuve que acabar los avances de la tesis - narré, Emilio suspiró - de acuerdo, ¿cuándo te vas? - sirve varios vasos de leche - entre Agosto y Septiembre, aún no me dan fecha - pongo los platos de huevo en el centro de la mesa - y estamos en abril... no es mucho tiempo lo que te quedas - suspiramos todos - buenos días, muchachos - saludó papá con Sebastian en brazos, bañado y bien vestido - buenos días - respondimos a modo de susurro, la melancolía se había hecho presente - ya les contó, ¿he? - dijo burlón, le pasó a Sebastian a Emilio, quien le hizo muecas para que el bebé se riera, me causó una mezcla entre ternura y decepción, probablemente sea el único hermano que no me recuerde.
Papá les dijo lo orgulloso que se sentía por la gran oportunidad que me ofrecieron, que es una forma de cosechar todo el trabajo y sacrificio que he hecho para cuidar de ellos y de los demás, mis hermanos asentían cuando papá les mencionó algunos recuerdos. Emilio se veía muy concentrado, en algo pensaba, ¿debería hablar con él?
Los más pequeños se reunieron también para desayunar, abrazaron a papá y luego tomaron sus sillas. Los niños jugaban y, platicaban entre ellos y con papá, son muy alegres y ruidosos.