19. Tercer mes.

~ ~ ~ DIARIO ~ ~ ~

• Ropa de talla "Recién nacido", comenzaba a quedarle. Se veía hermosa con sus piernas llenitas, sus mejillas regordetas y su mirada coqueta.
• En cada baño le gustaba jugar; disfrutaba la hora de la ducha.

_______________________________________________________

Finalmente llegó el día en que la familia de la señora Veatriz nos visitaron; para ese día la abuela Adelaide contrató a varios chicos para que nos atendieran como meseros del banquete que había preparado. Desde muy temprano serví cada uno de los platillos en sus respectivos recipientes para que se mantuvieran calientes, los detalles que hice para la mesa de postres, unas pequeñas cajas para los pastelillos - ¿tú los hiciste, querida? - preguntó la mujer mientras observaba una de ellas - sí, nona, los dibujé uno por uno - sonreí sin dejar de acomodar uno por uno - me mostraste cuando los armaste, pero no tenían dibujos, es impresionante el uso que le diste a mi regalo - me abrazó con un gesto de orgullo, me sentí amada - gracias, es maravilloso contar con una familia tan amorosa como ustedes - le halagué, conocía parte de su historia donde el sacrificio y los negocios eran el eje central. Ella asintió y limpió una lágrima discreta - iré con Veatriz, seguro que ya acabó de vestir a Arielle - y sin más, se marchó. 

Al cabo de una hora, todos los chicos contratados se encontraban conmigo en la cocina, la familia ya había llegado y llenaban de besos a la pequeña, ya se acercaba la hora del desayuno - ... S'il vous plait - di las indicaciones y me retire a la sala para informar que ya todo estaba listo en el jardín - Ceci, ven, te presentaré a mis hermanos - tomó de mis manos cuando me acerqué - Ceci, ella es Verenice, mi hermana mayor, y luego le sigue Víctor - ambos me saludaron con un apretón de manos - ahora, él es el pequeño Paúl, su hijo - era un pequeño de dos años que se escondía detrás del señor, me agaché a saludarlo y le di una paleta que traía en la bolsa del mandil, ya me habían comentado sobre los niños que venían - él es Roberto, esposo de mi hermana, Jared, su hijo mayor, y Samuel, el hijo de mi hermana - tardé unos segundos en procesar la información, ¿su hijo mayor? ¿Hijo de la hermana? ¿No son ambos del matrimonio? Le di su paleta a Jared, un retoño de tres años, y pedí que me dejaran cargar al bebé - ¿Cuántos meses tiene? - pregunté mientras jugaba con su puñito - dos meses, Arielle es de noviembre, y Samuel de diciembre - respondió la señora Verenice - se llevarán muy bien - sonreí - ¿gustan pasar al jardín? Ya se encuentra el desayuno - todos se dirigieron alegres al jardín, el señor Eduardo se veía emocionado charlando con su padre y el señor Roberto, el pequeño Jared corría con Paúl y las mujeres tomaron asiento con los bebés, sin duda era una ocasión especial.

En cierto momento, cuando me acerqué a los hombres para ofrecerles algunos bocadillos de la mesa de postres logré escuchar parte de la conversación, lo cuál me llamó la atención - seamos socios, Roberto, pongamos una sucursal de la constructora en México y tú lo podrás dirigir - decía el señor Eduardo - yo no sé nada de arquitectura, Eduardo, tampoco de ingeniería, ¿Qué se supone que haré? - reprochaba con su copa en mano - de eso no hay problema, te daremos una copia del manual del emprendedor, serías administrador - insistía el señor Pierre - disculpen, ¿un bocadillo? - todos sonrieron y tomaron las galletas decoradas - ¿Dónde aprendiste a hacer esto, Cecilia? - preguntó el abuelo - en la universidad, tenía una compañera que quería dedicarse a las fiestas infantiles y me pedía que la acompañara a las clases de repostería - les conté - entonces, ¿eres mexicana? - preguntó el señor Roberto - así es, mi familia vive en un pueblo cerca de la ciudad de México - tomé uno de los pastelillos que llevaba en la charola y le di un mordisco - interesante, me alegro que estés con mi cuñada, eres muy servicial - me sonrojé, el abuo me abrazó y me pidió que fuera con las mujeres.

La tarde estuvo bastante animada, todos nos divertimos.