¿seria mi esposa, señorita?

3

SCOTT

Una semana ha pasado desde que tuve mi esperado encuentro con Ashlee. Sin dudarlo, se veía hermosa con ese vestido y peinado. Todavía recuerdo esa sonrisa que me cautivaba y me enamorada cada día más.

Lástima que esa misma sonrisa ahora la compartía con otro hombre y lo peor de todo era darme cuenta, que esa sonrisa no era yo el que la provocaba.

Ya tenía un nuevo plan en mente pero para hacerlo efectivo tenía que llamar a Sarah. La chica con la que me acostaba cuando estaba con Ashlee y que me ayudó a robarle dinero a su novio.

Casualmente descubrí que aquel novio que ella tenía, es el novio actual de la mía. No sabía si esto era bueno o malo, pero de todas maneras lo aprovecharía y usaría a mi favor. Tenía la ventaja absoluta en este minuto ya que este tipo no me conocía, ya que sólo me aparecí frente a Ashlee y su amiga.

Tomé mi teléfono, busqué su contacto y le marqué. Contestó al tercer pitido.

—¿Hola? —dijo con esa voz muy sensual.

—Hola preciosa. Necesito verte.

—Esta bien ¿Dónde y cuándo? —preguntó cortante.

—En el Hotel Royalty, en su restaurante a la una de la tarde. Te invito a almorzar.

—Wow... que impresionante ¿Sabías que es el más caro de la ciudad?

—Claro que lo sé. Tengo planes especiales para ti.

—Me siento halagada.

—Deberías. Eres especial y sabes que me encantas.

—Esta bien. Te veo a esa hora.

—Adiós, preciosa. Nos vemos más tarde.

Colgué la llamada y miré la hora. Eran las once de la mañana. Por lo que tenía poco más de una hora para arreglarme.

Busqué en mi closet, uno de los trajes de Prada que me había comprado con parte del dinero que le robé al novio de Ashlee y que había invertido. Gracias a las inversiones que realicé ahora tenía cinco veces el dinero robado.

Este traje se había convertido en mi favorito. Era de un azul marino de tono oscuro de tres piezas. Lo acompañaba una camisa blanca, no le cerré el botón del cuello ya que no me gustaba, me daba la sensación de ahogo, por lo que sólo me acostumbré a llevarlo suelto y sin usar una corbata.

Una vez vestido fui al baño y me arreglé un poco mi cabello, pero dejándolo suelto y con esa apariencia algo alocada. Terminaba siendo un look rebelde. Totalmente acorde a mi estilo, pero sin perder la elegancia.

Me cepillé los dientes y estaba completamente listo.

Agradecí el ser hombre, ya que en momentos como éste -como arreglarse-, siempre demoraba poco. Es odioso el que las mujeres se demoren prácticamente horas en arreglarse.

Tomé todo lo que necesitaba para mi salida al hotel, incluyendo mi casco. Cerré el departamento que arrendaba y bajé al estacionamiento en busca de mi moto.

Salí rumbo al hotel de prisa ya que estaba a poco más de cuarenta minutos desde donde estaba. Luego de dejar mi moto en el estacionamiento y dejándole la llave al encargado. Subí hasta el restaurante y me senté en la barra del pequeño pub ubicado a un costado a esperar a Sarah.

Se acercó a mí el bartender y me ofreció algo de tomar. Sólo quise un vaso de whisky en la rocas. Luego de un rato de espera, miré mi celular para ver la hora y era cerca de la una de la tarde. Lo guardé y cuando alce la vista pude ver a Sarah entrando hacia el restaurant.

Se veía muy elegante con ese vestido color plata muy ceñido al cuerpo y con un escote de infarto que podía dejar babeando a cualquier hombre. Su peinado estaba acorde, con unas pocas mechas sueltas a un costado de su rostro.

Era evidente que me buscaba con la mirada, pero no logró. Sólo me vio cuando me puse de pie y acerqué a ella. Dejé el vaso de whisky a un costado y fui a paso decidido pero lento hacia ella.

Volteó a verme e inmediatamente apareció una sonrisa en su rostro.

—¿Cómo estas preciosa? —dije saludándole con un beso en la comisura de la boca.

—Bastante bien. Estaba deseosa de verte —respondió ella.

—Ven, vamos a almorzar. He reservado una mesa.

—Me sigues sorprendiendo.

—Sabes que para ti siempre tendré lo mejor.

—Me agrada escucharlo.

La tomé de la mano y la llevé conmigo a la mesa que tenía reservada. El camarero se nos acercó y ofreció la carta. La recibimos y le mencioné a Sarah que podía pedir lo que se le antojara. Por supuesto su vida siempre ha estado rodeada de lujos por lo que siempre se permitía disfrutar para ella de lo mejor, por lo que una amplia sonrisa apareció de sus labios.

Ya quería concretar parte de mi plan y ese era llevarla a la habitación del hotel que tenía reservada. Por supuesto era una de las suites más lujosas que el hotel tenía. Hacía mucho tiempo no me acostaba con ella y me encantaba su forma de entregarse a mi en la cama. Era mucho más dócil para aceptar cualquier cosa que le propusiera.

Luego de observar por un par de minutos la carta, ya teníamos decidido que comer por lo que el camarero se fue en busca de nuestra orden dejándonos solos.

—¿Y bien? —preguntó la chica sentada frente a mí— ¿Para qué me necesitas?

—Verás... llevo mucho tiempo buscando a la chica con la que me iba a casar hasta que por fin di con ella. Y no quiero perder mi oportunidad de que vuelva a mí.

—¿Y eso en que me involucra?

—En que su actual novio es tu ex —abrió los ojos sorprendida—. Pues sí. Lo que acabas de oír. Casualmente descubrí que su novio es tu ex Christopher Adams. Que si mal no recuerdo era el novio que tenías al que me ayudaste a robarle dinero.




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