Después de lo que me dijo, estaba en estado de shock.
-¿Des-desde hoy señor? -pregunté dudosa- ¿No era la próxima semana?
-Sí Ashlee. Tú lo has dicho, ERA la próxima semana -dio énfasis a la palabra "era"-. Lo que sucede es que el señor Jacobson acaba de escribirme que llega mañana a la ciudad con su hija Angelique para presentármela.
-Ouch. Que rápido.
-Si lo es. Entonces ¿qué dices?
Me mantuve en silencio un par de minutos antes de responderle.
-Es-esta bien. Eso creo -respondí totalmente insegura.
-Tranquila Ashlee. Sólo iremos con calma, claro esto será entre usted y yo, demás esta decir que para el señor Jacobson esto no será así.
Debía admitir que tenía razón. ¿Será extraña "nuestra" relación a partir de ahora? No lo sabía y no pensaba que el señor Adams tuviera la respuesta.
-De acuerdo señor -Ya no estaba tan segura de esto pero mejor era aceptar el trato al cual me ofrecí para ayudarle, bien sé que cuando a mi jefe se le ponía algo en la cabeza era difícil hacerlo cambiar de opinión.
-Perfecto. Entonces ¿Qué te parece si ahora que salgamos te invito a comer algo para conocernos un poco más?
-Me parece bien. Yo estoy lista. Cuando entré hace un rato le venía a informar que ya estaba por retirarme. Así que sólo falta usted.
-Tú, Ashlee. Ya debemos de comenzar a tutearnos ¿No crees?
-Creo que sí. Tienes razón... Christopher.
-Así me gusta. Sólo dame un par de minutos y salimos.
-Emm ¿Christopher? -dije dudosa.
-Dime Ashlee -dijo mi jefe mirándome fijamente.
-Tenemos un problema -Christopher alzó una ceja-. Tú vienes en auto y yo también. ¿Cómo saldremos?
-Sencillo.
-¿Ah si? ¿Cómo?
-Dejas tu auto aquí, vamos en el mío. Te llevo a casa y te paso a buscar mañana.
-De acuerdo.
Christopher sonrió y comenzó a guardar sus cosas. Apagó el computador y agarró su maletín. Me ofreció su brazo y lo acepté.
Salimos de su oficina y fuimos al ascensor. Apreté el botón de llamado del ascensor y esperamos.
No pude evitar mirarlo. Era definitivamente fácil de admirar. Además de guapo, era muy amigable.
De pronto, la puerta del ascensor se abrió sacándome de mis pensamientos. Al entrar no pude evitar, mirar nuestro reflejo en el ascensor. Nos veíamos bien juntos.
Creo que Christopher se percató de lo que pasa o lo que estaba pensando por lo que me sonrió a través del espejo y me guiñó el ojo.
Se cerró la puerta y comienza a descender al primer piso.
-Ya sé que es lo que piensas.
-¿Ah si? ¿Y qué es lo que estoy pensando? -dije mirándolo fijamente a los ojos.
-En cómo nos vemos juntos... -respondió como si nada- y debo decir que me gusta.
Un leve sonrojo aparece de pronto en mis mejillas.
-Te ves hermosa cuando te sonrojas Ashlee.
-Gra-gracias Christopher -respondí totalmente cohibida aunque regalándole una tímida sonrisa.
-¿Dónde te apetece ir?
-Me gustaría ir por comida china.
-Vamos entonces. Conozco un restaurante muy bueno.
-Me parece bien. Vamos.
Llegamos finalmente al primer piso y cuando salimos del ascensor, Christopher me permitió pasar primero y luego colocó una mano en mi espalda guiándome al estacionamiento del edificio. Debía reconocer que ese acto tan sencillo, hizo que sintiera una pequeña corriente como si su tacto quemara mi piel y que a la vez me hacía sentir una sensación de vacío cuando sus dedos ya no me tocaban.
Todos los que trabajan en este piso nos miraron raro. No era común que saliéramos juntos y menos con tanta cercanía.
Christopher decidió no prestarles atención así que yo opté por lo mismo.
Entramos al estacionamiento y nos dirigimos hacia su auto, un Audi R8 de color negro. Apretó un botón del mando de control a distancia y sacó el seguro. Me abrió la puerta del lado del copiloto y me permitió entrar. Al hacerlo cerró la puerta y rodeó el auto por atrás para subirse al lado del conductor.
Cuando encendió el motor, también lo hizo la radio del vehículo, así que estábamos escuchando música totalmente relajada, y así comenzó el trayecto hacia el restaurante de comida china.
-¿Y bien? -pregunto de pronto.
-Y bien... ¿qué?
-¿Qué te parece esto?
-Me parece bien. Debo confesar que me gusta esto -un sonrojo apareció de nuevo en mis mejillas.
-A mí también -dijo mirándome.
-Entonces comenzamos con el pie derecho.
-Lo mismo creo yo.
Estaba totalmente impactada. No creí que Christopher, el señor Adams con su actitud tan seria pueda ser tan simpático y agradable.
Durante el resto del recorrido que fueron aproximadamente unos diez minutos seguimos charlando de todo un poco. De nuestra vida, familia principalmente.
Me comenta que es hijo de un matrimonio humilde. Su padre, Ernst es un albañil que trabajaba esporádicamente además de que tenía conocimientos de administración de empresas, pero nunca pudo estudiar una carrera relacionado con eso por la falta de recursos de sus padres. Gracias al apoyo y enseñanza de su padre pudo estudiar administración de empresas, que era lo que más le gustaba. Y eso lo llevo a tener todo lo que tiene ahora.