Ya llevábamos un buen rato caminando por el centro cuando finalmente después de mucho pensarlo ya se me había ocurrido el regalo perfecto. No era mucho pero sabía que sería especial.
-Ven. Ya tengo tu regalo.
-Esta bien. Llévame a él -dijo con una sonrisa en su rostro.
Dicho esto. Entramos a una joyería y fuimos directo a donde estaban las cadenitas. Busqué una en especial y cuando la encontré, sonreí de felicidad.
-Disculpe señorita -llamé a una joven empleada.
-Buen día, dígame en qué puedo ayudarle.
-Quisiera ver las gargantillas que están en la vitrina. De las grabadas.
-Un momento por favor, enseguida se las traigo -dijo la empleada del local y fue a buscar lo que le pedí.
-Espero te guste. Sé que es algo cursi pero me gustaría dártelo -le dije a Christopher que se había mantenido a mi lado y en silencio.
-No te preocupes, lo que venga de ti, te aseguro me encantará -respondió dándome un beso en la mejilla.
-Señorita aquí están. Véanlos tranquilamente, cuando se decidan simplemente me llaman y vendré enseguida.
-Gracias -dijo Christopher está vez.
Nos acercamos al mesón de vidrio donde estaban las gargantillas que consulté. Todas ordenadas y cada una con brillo especial. Fui acariciando y analizando cada una pero ninguna me convencía. Algunas tenían incrustaciones de oro y plata o con pequeños diamantes. En mi caso, como le daría una a Christopher no quería se viera muy afeminado, sino, que prefería regalarle una bien sencilla.
Vimos varios modelos hasta que dimos con el indicado. De acuerdo al gusto de Christopher y que debía decir me encanta.
-¡Ésta es la elegida! -Dijo orgulloso.
-Es preciosa. Me encanta.
-Estaba seguro te gustaría.
Era una cadenita muy sencilla. Estaba echa de plata por completo. Su diseño era de una pareja tomada de la mano y sobre sus cuerpos se podía leer "Amor" y "Por siempre". Cada personita de la cadena tenía una parte de la frase y por supuesto, estos, podían separarse.
Era perfecta así cada uno tendría una parte de la cadenita consigo. Además de acuerdo a lo que decía la inscripción de la cajita donde se exhibían podías grabarle por la parte de atrás a las figuritas.
-¡Señorita! Estamos listos -dijo Chris llamando la atención de la dependienta.
-¿Y? ¿Qué eligieron finalmente?
-Esta parejita -dije señalando la gargantilla que todavía tenía en mis manos-, además nos gustaría grabarle.
-Por supuesto. No hay problema. Sólo díganme que quieren grabarle y se los damos en unos minutos.
-Queremos colocarles nuestros nombres 'Ashlee' con dos 'e' al final y 'Christopher' y la fecha de hoy bajo cada uno.
-Como no señor. Unos minutos por favor.
-Esperamos.
La dependienta tomó la cadena junto a su cajita y se alejó a la parte de atrás de la tienda. Como debíamos esperar a que nos trajeran la cadenita de regreso, seguimos mirando por algunos minutos más el resto de la joyería que estaba en las vitrinas.
-¡Mira que precioso anillo! -le dije a Christopher a la vez que lo señalo.
-Toda la razón. Esta bellísimo. Igual que tú -Como de costumbre me sonrojé con sus halagos, Chris ve que me sonrojaba, se rió y me besó suavemente en los labios.
-¡Señores! ¡Ya está listo su pedido!
Nos acercamos a la vendedora y vimos como queda el resultado final. Simplemente perfecto. Lo guardó en su cajita y nos indicó cuánto es finalmente el valor del collar.
-Muy bien. Aquí tiene mi tarjeta. -detuve la acción de Christopher cuando estaba por entregarle la tarjeta.
-Estas olvidadizo. Te dije que era mi regalo.
-Muy bien cariño -dijo riendo y guardando su tarjeta, mientras yo sacaba la mía de mi billetera. Era costoso pero podía comprarlo sin sentirme culpable.
Después del proceso de pago. Terminó de envolver la cajita y la colocó dentro de una pequeña bolsa de cartón con el logotipo de la tienda. Una vez listos salimos y seguimos caminando por unos minutos.
-Debo ir al baño ¿Podrías esperarme?
-Eso no se pregunta amor. Ve tranquila.
Chris me dio un beso en los labios y se fue a sentar a unos bancos que estaban a un costado. Me sonrió indicando que estaría bien. Di media vuelta y me encaminé al baño. Al llegar a la entrada de estos, giré y puse mi vista en dirección a donde estaba Chris sentado, pero no estaba. Que extraño. Como no aguantaba más, decidí no darle mayor importancia y entré.
Al salir, pude notar que esta vez Christopher si estaba sentado en la banca donde lo había dejado.
Me encaminé a él y le besé.
-Te extrañé.
-También yo.
-¿Vamos a almorzar?
-Sí, por favor. Muero de hambre.
Tomados de la mano nos encaminamos hacia el ascensor. Bajamos al estacionamiento y vamos en búsqueda de mi auto. Como Christopher todavía no volvía a su departamento debíamos salir en mi auto. Claro que él pedía manejar. Según decía, estaba acostumbrado a manejar él. No le gusta que otro maneje cuando viaja en auto. Más adelante haré que eso cambie. Al menos cuando se salga en mi auto.