¿seria mi novia, señorita?

15

Ya era lunes. Y estaba preparándome para ir a trabajar. Esta vez -como no lo hacía, hacía mucho- con una sonrisa en los labios.

El fin de semana fue maravilloso. Christopher estuvo todo el tiempo conmigo y sólo nos separamos cuando él debía regresar a su departamento y descansar para hoy llegar a trabajar.

Una vez que me habló de Sarah, lo sentí más aliviado y como si se hubiera quitado un enorme peso de encima. De seguro sintió lo mismo que yo cuando le hablé de Scott.

Estaba terminando de tomar de mi desayuno cuando sentí que sonó mi teléfono. Lo tomé y vi que tenía un mensaje sin leer.

Era de Christopher.

"Te espero abajo cariño".

Le respondí enseguida.

"Esta bien. Dame unos minutos y voy".

Cuando ya le envié el mensaje, tomé mi cartera y guardé mi teléfono en ella. Saqué de la misma, las llaves de mi departamento y me encaminé a la puerta para salir.

Una vez afuera, giré sobre mis pies y cerré la puerta con llave. Y me dirigí hacia el ascensor y apreté el botón de llamada. Pasaron unos minutos y finalmente llegó. Entré y vi que en el ascensor había una pareja de abuelitos. Iban de la mano y se abrazaban de costado de manera cariñosa. Era imposible no imaginarme a Christopher y a mí en la misma situación. Les sonreí y esperé se cerraran las puertas para comenzar a bajar. No apreté el botón del piso que necesitaba porque ya estaba marcado.

Al sentir el pitido que indicaba que ya habíamos llegado a nuestro piso, de pronto comencé a sentir un pequeño hormigueo en mi estómago cuando vi que Christopher me estaba esperando en el Lobby del edificio.

Pasé junto al conserje y lo saludé.

-Buenos días Roger. Que tengas un lindo día.

-Buenos días Ashlee. Que lo tengas tú también.

-No se preocupe Roger -Christopher nos interrumpió de repente-, yo me encargaré de que eso pase -Roger asintió con una sonrisa.

-Buenos días amor.

-Buenos días preciosa -me dio un suave beso en los labios.

-¿Viniste a buscarme?

-Por supuesto. Te echaba de menos.

Caminamos hacia la entrada del edificio.

-Pero si nos vimos ayer.

-Sí. Lo sé. Pero quiero aprovechar cada minuto de estar contigo.

-Exagerado

-Pero soy TU exagerado -dijo con una sonrisa cuando llegamos a su auto.

Nos subimos al vehículo y comenzamos el trayecto hacia la empresa.

-Ya en serio ¿Por qué me viniste a buscar?

-¿Acaso no puedo buscar a mi novia para ir juntos al trabajo?

-Claro que sí. Es que como me tomaste por sorpresa. Ayer no dijimos nada de esto.

-Lo sé. Pero te aseguro que se hará mi nueva costumbre -dijo mirando hacia el frente.

Estaba feliz por eso, aunque no quisiera admitirlo. Por lo que sólo le sonreí en respuesta y me acerqué a besarlo en la mejilla para no desconcentrarle de manejar.

No me di cuenta cuando ya estábamos aparcando en el estacionamiento del edificio de la empresa. Al apagar el motor, lo quedé mirando ya que se quedó quieto sin hacer nada.

-¿Estás bien? -pregunté algo preocupada.

-No pasa nada, tranquila.

-¿Entonces? -giré mi cuerpo hacia él.

Lo vi que sacaba algo de su abrigo y noté que era una pequeña cajita de terciopelo rojo.

¡¿Me querrá pedir matrimonio?! Es imposible no pensarlo si veías la cajita que sostenía entre sus dedos. Lo miré atenta esperando que dijera algo.

-Ashlee, cariño. No te lo había dicho antes pero, quería darte las gracias por hacerme el hombre más feliz del mundo. Hace mucho no me sentía así de contento por estar junto a alguien. En estos días que han pasado y que han sucedido muchas cosas, me di cuenta que me siento tranquilo y en paz cuando estoy a tu lado. Jamás creí tenerte así conmigo cuando te conocí hace dos años -jugaba con la cajita entre sus manos pensando en sus siguientes palabras-. En tan sólo unos días has cambiado mi mundo por completo. En el caso de la empresa, sabes que nunca me he dejado llevar por la opinión de los demás. Esta ocasión no hará que sea distinto. No me avergüenza ni me preocupa que me vean contigo. Por lo que te pido tú tampoco tengas vergüenza ni te preocupes. Yo estaré allí para apoyarte en todo lo que necesites. Esto es por supuesto, dentro y fuera de la empresa.

Christopher me miraba atento y a la espera de una respuesta por mi parte. Estaba sorprendida ante sus palabras. Jamás me habían dicho cosas tan lindas como lo acababa de hacer él. No me había dado cuenta que lágrimas habían caído de mis ojos hasta que sentí un sabor algo salado en mis labios. Christopher delicadamente me quitó las lágrimas que se asomaban y comenzaban a caer por mis mejillas.

Me señaló la cajita con sus manos y la abrió para mí. Y no podía creer lo que estaba mirando.

¡Me está regalando el anillo que vimos en la tienda!

-Chris, amor... Es hermoso. Gracias.

Me acerqué a darle un beso en sus labios como agradecimiento.

-¿Pero cómo pudiste comprarlo si estuvimos juntos todo el fin de semana?

-¿Te acuerdas de cuando salimos y luego de comprar la cadenita y tuviste que ir al baño?

¡Por eso no lo había visto cuando me voltee a verlo y no estaba! Y yo que ya me había asustado.

-Claro que lo recuerdo. Cuando llegué a la puerta de entrada del baño, giré a verte y no estabas. Me preocupe y decidí preguntarte luego. Pero ahora ya sé la respuesta.




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