¿ Serías mi Sapo?

CAPÍTULO I

Entro al cuarto de baño y abro el grifo de la tina, regulando la temperatura, agrego las sales de baño y me quedo mirando como el agua corre, al ver que falta algo, salgo, entrando en la cocina, para buscar el mechero, al encontrarlo regreso y enciendo una vela aromática.

–Listo. –le hablo a la nada mientras veo como se llena la tina, al verla a una altura apropiada, cierro el grifo y me comienzo a desvestir, a medida que lo hago intento pensar cómo me vería haciendo un stripper, así que volteo hacia el espejo del lavabo y comienzo a quitarme la franelilla con una ovejita estampada – Muy bien, sexy. Sigue así Crys –Asiento dándome ánimos, prosigo con mi pantalón de pijama, pero como torpeza es mi segundo nombre, al intentar sacar la pierna de forma “provocativa” el pie se enreda en el elástico y termino por caer al suelo haciendo que acabe abruptamente con mi “atractivo” baile– Bueno, con un poco más de práctica podría dedicarme a esto –Me río negando y sin más protocolo me quito la ropa y me meto en la tina.

Sumergida con el agua caliente hasta el cuello, cierro los ojos, relajándome, cuando los abro veo frente a mí una oruga gigante de color verde musgo sentada al otro lado de tina, ahí es donde comprendo que todo es obra de una alucinación, así que la miro y la saludo siguiendo el orden de esta quimera, ella me lo devuelve y se sumerge haciendo que el agua rebose, la miro acusadoramente y ella se encoje de hombros.

–Lo siento –Me mira con sus grandes ojos de oruga–.Pero llegó la hora de que me envuelvas, Crisálida –Asiento, empezando a dar vueltas dentro de la tina y a medida que lo hago esta se va extendiendo cual masa de pastel con rodillo, cuando creo que he terminado de rodar, me caigo de la cama estrepitosamente haciendo que despierte del extraño sueño.

–¿Qué flores tenía ese cigarro? –Digo mientras me apoyo en la cama para levantarme y proceder a acomodar el edredón de Winnie Pooh que la cubre para ayudarme, al terminar tomo la toalla para esta vez (y de verdad) bañarme– Ja, propiedades curativas mis ovarios –Refunfuño pensando en lo que me dijo antes darme esa cosa del demonio, mientras me lavo el cabello.

Al acabar, salgo enrollada en la toalla y me paro frente al guardarropas y lo observo fijamente, no sé por qué, pero siempre lo hago, como si él fuera a tomar vida propia y decirme “No, ponte esto, o lo otro” aunque admito que sería bastante útil porque ¿saben el tiempo que pierdes al no saber qué colocarte? ¿no? Pues yo tampoco, pero de seguro debe ser mucho.

Sin más opciones me coloco lo primero que veo, no sin antes ver por la ventana y cerciorarme del estado del clima y por lo visto, estará soleado. Así que tomo un vestido amarillo junto con mis botas para la lluvia rosadas con mariposas azules.

 Y sí, sé que dije que estaría soleado, pero me encantan las botas para la lluvia, tanto que tengo 15 pares distintos. Mi obsesión por ellas comenzó desde pequeña cuando pasaba por las zapaterías de camino a la escuela y en los vidrios veía cuando las exhibían en época de invierno, así que un día le pedí a mi mamá que me comprara unas, y ella accedió gustosa, recuerdo que eran verdes con orugas moradas, le pareció gracioso porque me llamo Crisálida –si, como la bolsa de dormir de las mariposas. No sé qué estaría pensando cuando lo hizo, pero ya pueden imaginarse las burlas de mis compañeros cuando la profesora pasaba la lista– Pero me encantaban a tal punto de no volver a usar otros zapatos desde entonces, aunque mi abuela se esmere en obligarme. Y a veces lo hago para complacerla y verla contenta.

Al terminar de vestirme me veo en el espejo y me complace el resultado, así que me dirijo a la peinadora para hacerme una trenza y colocarme un gancho de flor en el comienzo de esta. Finalizando tomo el teléfono y me fijo en la hora: 7:32 a.m

–¡Mierda! –Exclamo metiendo rápidamente las cosas en mi bolsa de mariposa para salir corriendo del cuarto y encontrarme con mi abuela subida en una silla mirando el techo– ¿Qué haces, Nany? –le pregunto tomando un bol para empezar a rellenarlo con cereal.

–Esta mañana escuché sonidos raros, Saly –Me dice colocándose de puntillas para intentar ver mejor al mismo tiempo que ajusta sus lentes.

–¿Sonidos raros, Nany? –La miro intuyendo al ruido que se refiere, mientras saco la leche de la nevera abriéndo el envase y agregarla al cereal– ¿Cómo cuáles? –Empiezo a comer apresuradamente sin prestar mucha atención.

–Con calma, Saly –Me regaña sin mirarme– Pues como un golpe seco en el techo –Frunce el ceño– Creo que son estrellas –Escupo la leche sin querer para empezar a reírme– No te rías –Frunce el ceño esta vez, en mi dirección– Las estrellas son peligrosas cuando caen del cielo. –Ja, si supiera que no fue ninguna estrella, sino su nieta con deslumbramientos un tanto especiales, pero no digo nada respecto a mi caída, debido a que sé como es y no me dejará salir de la casa hasta que se cercioré que no tengo ningún hueso roto, así que haciéndome la loca le sigo el juego.

–¿Estrellas, Nany? –Coloco el bol en el lavaplatos y me paro frente a la silla mirándola desde abajo– ¿Qué te hace pensar eso? –Pregunto mirando la hora, alterándome.

–Pues leí sobre ellas en internet –Dice bajándose de la silla y mirándome de arriba abajo– ¿Qué mierdas cargas puesto? –Refunfuña negando repetitivamente.

–¿Qué leíste? –Miro mi ropa aún sin saber qué hay de malo con ella.

–Decía que cuando ya hay muchísimas estrellas en el cielo, este colapsa expulsándolas sin ningún decoro ¿Puedes creerlo? Pobres estrellitas –Murmura con tristeza, ahora abriendo y cerrando cajones para echar un vistazo dentro de ellos y sacudir la cabeza– ¿Has visto mi sostén? –Pregunta mirándome otra vez.



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En el texto hay: humor, amor, torpezaextrema

Editado: 31.10.2020

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