1900
Thomas
Año 1878
Corro lo más rápido posible, me entere por un desconocido que mi hermana murió así que me imagino que quede solo más solo que nunca. Llego al hospital en el que está mi hermana Susan la enfermera me mira de lejos y se acerca a mi.
-Niño, ¿A quién buscas?- su mirada es tan penetrante que hasta da miedo, mis manos están sudorosas.
-A mi hermana, se llama Susan- bajo mi mirada de la aterradora enfermera, y busco a mi hermana si están en algunas de las camillas que están ocupadas.
-Acompáñame- me extiende la mano y la tomo. Después de caminar por tanto tiempo, llegamos a un lugar donde está muy oscuro, la enfermera me suelta la mano para acercarse a un hombre corpulento, le veo que regresa con un frasco de cerámica.
-Tu hermana ya no está con nosotros- me da el frasco de cerámica, mis manos están que tiemblan, las lágrimas caen por mis ojos.- Se fue a un lugar mejor. Vamos te sacare de aquí.
Aquí, justo aquí nace mi odio contra los hospitales.
1900
-Thomas- la madre Dolores me llama. Pongo mis manos atrás mío y me acerco a ellas. -Trajeron cuadernos, fueron encontrados en el basurero, madre mía la gente rica no cuida nada. Veo la pila de cuadernos viejos.
-Madre, gracias estoy seguro que esto me va a servir para seguir escribiendo.
-Toma todos los que quieras ¡hijo! , pero no exageres, ya que también estos van para los niños de nuestra escuela y congregación.
-¡Como podría!, también los necesitan así que no voy a tomar ninguno- digo amablemente.- Bueno es mejor que me retire tengo cosas que hacer.
- Ve con cuidado- me despido y me doy la vuelta para salir del orfanato en el que me crie.
En el transcurso de mi camino me encuentro con unos amigos, me acerco a ellos para saludarlos.
-¡Que tal Richard!- mi mejor amigo. Tiene una apariencia desaliñada, su cabellos rubio se ve grasoso parece ¿Cuándo sería la última vez que se bañó?
-Thomas, amigo ni sabes- se recuesta sobre la pared de ladrillos- Amanda quiere salir conmigo, le agrado- no me digas, una chica tan culta y de buena familia, se fijó en mi amigo, eso me es sorprendente y me agrada.
-Amanda tiene suerte de conocerte, porque para mi eres el mejor- cruzo lo brazos.
-No es para tanto- menciona Josh. Su amiga me parece hermosa. Averíguame el nombre y te invito a un partido de naipes que se va a dar la quinta avenida en la casa de Marlon.
-Claro que no, acércate tu mismo- me alejo un poco y decido dejarlos, que sigan con su pequeña discusión ridícula.
-¡Ey! Thomas ya te marchas, no seas agua fiesta y vente a una copas con nosotros- grita Josh.
-Olvídenlo, regresen sanos- cruzo la calle viendo si no llega ningún carruaje.
Cuando llego a mi pequeño y cómodo hogar coloco los libros encima del viejo velador que encontré en la calle. Me desvisto y me pongo mi suéter de lana, después me sirvo un agua de manzanilla, y me siento en mi escritorio para seguir escribiendo, como es que tengo una máquina de escribir, bueno me la gane cuando tenía quince años mientras participaba en una rifa de un hombre muy rico.
La mongas estaban muy felices por mi pero había otros que no, con los que compartía cuarto, sentían envidia, hasta trataron de dañármela tuve que empezar a esconderla cundo eso comenzó. Estoy escribiendo un libro sobre misterio donde el hombre llamado Mr. Parvaiz está cada vez más cerca de hallar al culpable de los suicidios de las mujeres que se hacían pasar como ricas. Ahora estoy muy feliz porque estoy en el punto más alto de mi vida o mejor dicho carrera, trabajo para editorial famosa y mi nombre es anónimo, les había informado entregar las copias y los escritos de este libro cuando termine.
-Solo dos capítulos más- estiro mis brazos y tomo un poco de agua. Me acomodo en el asiento y sigo escribiendo.
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Al dia siguiente me dirijo a mi lugar de trabajo, pongo mi viejo sombrero en mi escritorio, y luego me giro para sentarme.
-Thomas, que bueno que llegas el señor Franklin te quiere ver en su despacho, quiere hablarte sobre las ganancias que puede generar tu primer libro.
-Buenos días Cecilia- le saludo un poco malhumorado. Le miro a los ojos.
-Buenos días- me devuelve el saludo irritada- ¡ahora ve! y no le hagas perder su tiempo.
-Bien- me levanto y me dirijo al despacho de mi jefe.
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Es un hombre completamente déspota, sus palabras me cae como rocas cuando las lanzas en un mar.
-Lo mejor es que ya termines el libro así lo podemos publicar cuanto antes, estoy seguro que al público le va encantar y ganaremos mucho dinero con esto.
-El dinero no importa, lo que si importa es que tenga algún valor, que sea recordado por la humanidad, debo recalcar porque puse mi nombre anónimo.
-Jack Goulding- me dice arrastrando las palabras.
-Suena bien ¿verdad?- le sonrió maliciosamente.
-Lo quiero terminado- lanza la carpeta que tenía en su mano al escritorio.
-Lo hare.
‘‘Lo más doloroso es no pertenecer a un lugar, aun mis recuerdos son tan claros, sigo viviendo como si fuera el último, pero nadie puede vivir por siempre’’.