Curiosidad
2010
Francis
-Tienes una llamada- me limpio con el trapo blanco. Salgo que a contestar la llamada.
-Surprise- gritan en la otra línea telefónica.
-¿Quién eres?- digo un poco disgustada por ese chillido.
-Como que quién soy, Paolo el que fue tu compañero de clase.- ¡Oh Dios mío! Y este porque será que me llama.
-¿Qué pasa?- pongo una mano en mi cadera.- Que es esta sorpresa, que me llamas después de dos años sin vernos, bueno más bien después de que nos graduamos.
-Te necesito Francis- cruzo los ojos.
-En que me necesitas, depende de que sea te ayudare.
-Necesito a una talentosa pianista- esas palabras hacen eco en mis oídos, hace tiempo que no toco el piano más bien desde hace un año y medio.
-Estoy oxidada- musito – me paso una mano por pelo recogido.
-Pero con un poco de practica yo sé que volverás a tú ritmo, vamos eres mi única opción y necesito que seas mi pianista, ya que yo tocare el violín en la gala de un multimillonario. Olvide mencionar que él toca varios instrumentos.
-Dejame pensarlo- mi corazón palpita por cada recuerdo vivido en mi época universitaria, regresar a un piano es lo que menos queria, pero en el fondo es lo que más amo. Siempre hay algo que me acerca a ese mundo.
-Tienes hasta este día, ya que si aceptas necesitas practicar toda esta semana ya que la gala es el lunes en la noche.
-Yo te aviso hoy por la madrugada- no escucho su respuesta solo su respiración parece que lo está pensando.
-Está bien, pero no sé porque tan tarde vas a enviar el mensaje, pero bueno espero tu colaboración amiga querida. Bay bay .- Y así se despide Paolo.
-¿Quién era?- pregunta mi mejor amiga que me está ayudando a poner mermelada a algunos panes.
-Paolo, te acuerdas de el ¿verdad? Quiere que vuelva a tocar el piano, ¡puedes creerlo!- me sonríe como nunca.
-Es una buena oportunidad Francis, deberías aprovechar, quién dice, así vuelvas al mundo musical que es tu pasión y para lo que estas echa.
-Después de mucho tiempo….- me calla poniéndose el dedo índice en los labios.
-Shhh…Nada de eso, no paso mucho tiempo desde que te graduaste, así que aprovecha, capaz es hora de volver.
-Me emocionas- paso alado de ella para meter al horno los cincuenta y cinco panes recién hechos.
-Claro…Vamos Francis, así puedes pagar lo que ya sabemos – me mira cruzada de brazos
-Renata, eres fantástica, ahora sigamos trabajando.
-Primero límpiate el polvo que tienes en el cabello – se burla. Le hago caso y continuamos con nuestro trabajo.
Paso por mi competencia, olvide mencionar a Camilo que es un envidioso y me odia porque abri mi panadería a unas pocas cuadras de la suya, estoy segura que mis panes y bocadillos y las demás variedades que preparo son exquisitas.
-Francis…. Francis- sale afuera para restregarme o hablar de tonterías como siempre. Veo que sus empleados les sonríen con entusiasmo a sus clientes.
-Camilo- doy una sonrisa falsa- ya creaste una nueva receta, porque sabes muy bien que yo cree una nueva, verdad – le ataco, sé que la anterior vez mando a unos de sus amigos a husmear en mi cocina mientras yo no estaba.
-La imaginación siempre vuela y soy muy bueno para eso muchachita- Camilo es cinco años mayor que mí. Yo apenas estoy en mis veinte y tres años y odio la palabra muchachita más si sale de sus palabras.
Me mira con el ramo de rosas que fueron enviadas para la señora Martha, más bien se confundieron de lugar.
-Adiós- camino con la frente en alto y enojada. Pero por un momento me detengo porque estoy segura que se está riendo a mis espaldas así que me volteo y le llamo- Camilooo- el me regresa a ver cuándo ya está a pasos de montarse a su motocicleta; claro va a dejar a sus empleados que haga el trabajo ¿qué tanto hará el? O más bien el chico rebelde.
-¿Qué quieres preciosa?- hago una cara de asco.
-Vete al carajo- y le saco el dedo del medio.- Para que sepas mis panes están en la primera categoría del concurso que tú y yo nos inscribimos a inicios de marzo- hace una cara de susto seguro no ha de ver visto la página del concurso donde los panes con mejores sabores y únicos ganan $2000 dólares.
-Eress… - pero yo ya estoy de espalda caminando y sonriente hacia mi destino, a la tienda de frutas de la señora Martha.