(serie Recuerdos) -1900 - 2

Capítulo 6

Mi mundo, mi sueño

2010

Francis

Completamente energizada, es una frase corta pero es como me siento en estos momentos.

-Yyy… ¿Cómo se siente tocar un piano después de tanto tiempo?

-Estoy con miedo- eso no ayuda, lo sé pero tengo miedo porque es como si hubiera sido milenios desde que toque un piano.

-Siéntate- me ordena Paolo y saca su teléfono, seguro para marcar alguna persona.

-Emma, muñeca ¿dónde dejaste las partituras?, las necesito para mi amiga- veo su forma de expresarse por el teléfono y me causa un poco de risa pero me aguanto porque, tengo que respetarlo aunque no puedo soportarlo más y me sale como un chillido, me tapo enseguida la boca, el me regresa a ver y me giña.

Cuelga el teléfono y sale de la puerta, dejándome sola, junto mismo manos y las estiro muy suave para dar paso y toca las suaves y delicadas teclas, toco ‘Claro de luna’ compuesta por Beethoven, cierro mis ojos y me dejo llevar por la hermosa melodía.

No sé cuánto tiempo pasa pero escucho unos aplausos, me giro asustada y con vergüenza, Paolo esta con un grupo de jóvenes aplaudiéndome muy feliz.

-Es bueno que no hayas perdido tu toque, eres única Francis.

-Gracias a todos- les hace pasar para que  tomen asiento, yo me dirijo con ellos para estar atenta a la clase de práctica.

**

Acabada mi clase, bajo las gradas y una gota cae sobre mi frente, miro el cielo y es obvio que va a caer una fuerte lluvia.

-Rayos, porque a mí- busco un lugar donde poder posarme por un rato pero no encuentro ninguno. Camino y camino pero después de cinco minutos eternos, la lluvia cae empapándome toda.

Llego a una tienda de libros, y veo la lluvia caer por los ventanales.

-¿Te puedo ayudar en algo?- pregunta el desconocido.

-Oh no- muevo mis manos negando- yo solo queria…. cubrirme de la lluvia- me señalo dando a entender que estoy empapada.

-Está bien, eres bienvenida- me sonríe el apuesto caballero. –¿Te puedo ofrecer una taza de café?

-Eso estaría estupendo- digo un poco nerviosa.

-Toma asiento- podría mojarle las sillas de madera tan relucientes que se ven.

-No te molesta que se mojen.

-Para nada, los asiento están hechos para que las personas se sienten, además los árboles se mojan, porque las sillas realizadas de maderas no pueden.

-Wau que lógica tan lógica- digo riéndome  en voz baja-gracias.

-Ya te traigo tu café- se va – si quieres puedes tomar un libro, el que te interese.

-¿Sera que lo hago?- me pregunto a mí misma.

Me levanto y cojo el primero libro que veo, uno llamado ‘Delirios de  José’, trata de un chico de una localidad de Nueva Orleans, reviso sus páginas y huelo sus hojas, ‘huelen bien’.

-Te gusto ese, es maravillo, José es un personaje valiente- devuelvo tímidamente el libro en su lugar y le regreso a ver la mesa ya puesta con a taza de café y unos panecillos-toma asiento de nuevo.

-Gracias, siento molestar –  poso mis manos a los costados de la taza.

-Por lo que veo la lluvia ya está mitigando- ve encima de mi hombro- me llamo Erick- parece un buen tipo, me agrada.

-Soy Francis-  respondo y doy un sorbo a mi café, sabe horrible, se olvidó de ponerle azúcar, seguramente él no la consume.

-¿De dónde venias?- que confianza a la hora de preguntar.

-De un ensayo  de música- digo sin nada más, decido beber más rápido mi café.

-Eres muy tímida ¿verdad?- abro mis ojos y le miro sorprendida.

-Y tú eres muy curioso Erick.

-Podemos ser amigos si quieres- se acerca más a mí y yo le doy una sonrisa  incomoda.

-Está bien pero no te acerques mucho a mi- me alejo un poco y bebo el ultimo sorbo de mi café sin haber tocado ningún solo bocadillo.

¡Diablos me tengo que ir! Olvide una entrega. Me levanto y el se queda perplejo.

-¿Ya te vas?

-Si gracias por tu ayuda- me despido con la mano y espero no volver a verlo. Aunque lo dudo, este es mundo es pequeño y siempre hay algo curioso que descubrir.




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