Capítulo 9
Que hermoso Verano
1900
Thomas
-La carrera de botes ha resultado de maravilla, así que chicos ustedes nos deben una cita- dice con emoción Mary. Esta jovencita invito a sus primos a que nos acompañaran en estas pequeñas vacaciones, por suerte es nuestro último día y toca aprovecharlo.
-El verano es maravilloso, esta como para echarse en un césped y quedarse dormido- menciona Silby .
-Ay Silby, no seas aburrida- le reprocha Elizabeth a la que le gusta la diversión- Marcelo, nos invitó para otoño a su casa, van a realizar un baile por su nuevo puesto, debo admitir que es sorprendente- me llevo la taza de té a la boca y esto quema ¿Cómo pueden preparar te en verano? – jefe de la compañía petrolera- regresa a ver al chico presumido.
-Elizabeth ya sabes soy el mejor- como no.
-Mejor cuando pruebes de que estas echo- le dice Aurora así que espero que trates bien a tu empleados- se cruza de brazos.
-Damas, mi primo es el mejor, ¿Verdad?- le regresa a ver Mery.
-Y el más inteligente así que no se preocupen, y Aurora debes dejar de hablar y mejor aceptar a una salida conmigo y mis padres.
-Tengo tareas pendientes, amigo querido pero agradecería conocer a tu padre- eso hace que me hierva la sangre por dentro, Silby me mira y me dice con la mirada, amigo te la están ganando, bueno pienso que puede ser ese comentario.
Empujo la silla y me levanto.- Con su permiso y buen provecho- decido irme, no acabe mi comida la cual no tenía muy buen sabor.
Thomas, espera- me giro y Aurora corre hacia mí. Cuando llega me dice- ¿Te molesta si te acompaño?
-Claro que no – respondo de inmediato- me gustaría que me acompañes.
Así nos encontrábamos caminando y recorriendo con la mirada lo hermosa que la naturaleza.
-Me gustaría saber de que trata tu libro- regreso a verla y pongo mis brazos atrás mío.
-Que te parece si nos sentamos frente al mar, donde están esas grandes rocas de acero- la invito a que me acompañe.
-¡Bien!- camina a pasos apresurados y se sienta primera. Cuando llego me siento alado suyo y juntos presenciamos el ocaso atardecer.
-Es de misterio- decido hablar y ella me regresa a ver entusiasmada- donde un hombre audaz, inteligente, valiente intenta hallar al culpable de algunos supuesto suicidios, pero no es cualquier suicidio ya que estas mujeres son estafadoras, vestían de ropa elegante, joyería cara, pero todo aquello era falso no eran ricas, querían la riqueza de los otros- ella se queda mirándome intrigada.
-Interesante y ya tienes el final craneano, o mejor dicho ya estás en la parte donde el culpable está bajo rejas.
-Aun no señorita- me acerco a ella para sonreírle, estoy todavía craneano el final, debería terminar muerta la mujer que ama Mr. Parvaiz.
-Eso es un gran impacto, no te recomiendo matarla, aunque sea un inteligente y todo lo demás, necesita que alguien este a su lado.
-Sinceramente no planeaba poner nada romántico en mis libros, es absurdo quita el interés.
-Pero es lo que mayormente vende, además el romance es sensación que se vive de vez en cuando.
-Yo no lo llamaría así, el romance te hace sufrir, te hace perder la razón… hasta te hace cometer locuras.
-Locuras que pueden ser únicas, Thomas- se acerca a mí y pone su mano en mi mejilla y la caricia con cuidado- tu barba me gusta, te hace ver muy atractivo- sus palabras me excitá, como quisiera besarla, hacerla mía, confesarle lo que siento por ella pero sé que su familia, no permitiría ese amor que le tengo hacia ella.
-Debería afeitármela- tomo su mano y están suave, tan cálida, Aurora se acerca más a mi, y nuestra respiración chocan entre si.
-Que deseas Thomas- a ti por supuesto, pero no quiero lastimarla ni hacerla pasar por todo lo que tiene que pasar un romance.
-Deberíamos volver- le digo y decido alejarme de ella para que no ocurra nada entre nosotros, me levanto y su mano resbala hasta su precioso vestido.
-Thomas- dando pasos pequeños al filo de la laguna, Aurora toma mi brazo y me voltea para que la vea.-Thomas- vuelve a repetir mi nombre- no huyas de mí, se lo que sientes y no lo niegues- se acerca a mí y me besa en mis gruesos labios, yo le sostengo de las caderas y ella se apega más a mí, nuestro beso se vuelve salvaje, haciendo que los dos perdamos el equilibrio, un equilibrio que nos consume. Cuando se parta de mí, pongo sus manos en sus sienes.
-Que has hecho- digo sorprendido y tratando de coger aire.
-Yo, te he besado, no lo he aguantado, necesitaba saber que sentías y con tu beso me has demostrado que te atraigo- sonríe.
-Aurora yo- pone su dedo en mis labio- no digas nada.
Cuando estoy a punto de responderle perdemos ambos el equilibrio y caemos en las frías aguas de la inmensa laguna. Ambos reímos y nos lazamos el agua hacia nosotros.