Paso de los días
1900
Thomas
Así comenzó nuestro romance, después de aquel verano, Aurora y yo fuimos al teatro, de picnic, a montar caballo hasta la lleve a pescar, y como todo buen tiempo nos entregamos el uno al otro en una cabaña frente al lago. Estaba más seguro ahora, un día como hoy sábado que nuestros amigos ya sospechaban de nuestra relación.
Richard me pregunto con la boca llena mientras yo ya casi estaba en los últimos capítulos de mi libro…
-Porque no le pides ya matrimonio, si tanto se aman.
-Estoy seguro que sus padres, no nos dejarían.
-Pues cásense en secreto, que más da así nadie podrá prohibirles nada.
-Como si fuera así de fácil, Richard.
-Deja de teclear y mirame a los ojos- toma mis manos y las aparto de inmediato y tomo un poco de cerveza- se aman es lo importante y tu estas apunto de ir a la estrellato con tu libro, se que le puedes dar una buena vida, no se porque esos padres que tiene no te la dejan.
-Porque es de gente alta, con glamour- le miro ceñudo.
-Hombre tú también tienes glamour- cruza las piernas y llama al empleado para que le sirva otro trozo de tarta de manzana.
-No lo se.- Sigo tecleando.
-Thomas- una joven me saluda y parece haberla visto en algún lado, hago memoria en mi pequeña cabeza y ya la tengo.
-Tú- digo dejando de teclear.
-Podemos hablar – Richard le recorre la mirada cuando va a dar otro sorbo de cerveza.
-Claro – asiento levantándome extraño por su presencia.
Cuando estamos afuera del ocaso atardecer, la gente pasa a pasos lentos y con estilo.
-¿Cómo te llamabas?- hago memoria otra vez, tratando de recordar si es que alguna vez me dijo su nombre.
-Victoria- así, ese era que curioso, porque ella está aquí y sola cuando ya está apunto de anochecer.
-Ayudame….- me dice acercándose a mí y cogiéndome de las manos.
-Yo, ¿En qué? – le pregunto sorprendido por tal acción.
-En huir- parece asustada sus ojos la delatan, veo que tiene manchas moradas y en las manos y deduzco que son hematomas.
-¿Cómo diste conmigo?- pregunto más curioso.
-Fui muy difícil– me dice regresando a ver a todos lados.- ¿Me vas ayudar?- sus ojos parecen apunto de lagrimar.
-Pero dime cual es el problema, ¿Alguien te está lastimando?
-Te vi en los periódicos y vi que conoces al señor Black, por favor te lo pido llevame con él en este instante, esa es mi ayuda.
Como conoce al señor Black, todo esto es muy extraño.
-Está bien, pero antes necesito ir por mis cosas que están dentro- asiente.
-Te espero aquí o entro mejor contigo no quiero que me atrapen ya que hui de él.
De él. Me sigue y mira a todos lados del restaurante tomo mi máquina de escribir y mi abrigo, me pongo el sombrero y me despido de mi amigo que parece molesto porque le dejo solo.
Antes me volteo para decirle en la oreja que no le diga nada de lo que vio.
**
-Bienvenida, siéntete cómoda- mira al sillón como si estuviera analizándolo, yo veo su sucia vestimenta y parece que no se ha bañado en días, por un momento siento pena por ella.
-Iré a llamarlo.
-Esperare.
-Pide lo que quieras a los criados, supongo que el señor no se ha de enojar.
-No es necesario- me sonríe y supongo que es la primera vez que se siente cómoda.
- Una jovencita te busca, buenas noches – le saludo recostándome contra la puerta.
El parece muy atento leyendo unos libros de ciencia moderna, los últimos descubrimientos realizados por la ingenio del hombre.
-¿Quién? – lo pone sobre la mesa y se levanta para saludarme con fuerte abrazo.
-Es una joven llamada Victoria que parece necesitar tu ayuda. Quiero saber que pasa como es que ella sabe mi nombre y como es que me vio en los periódicos.
-Te estas volviendo conocido por el mundo supongo – sonrió con malicia- vamos, no debemos dejar esperando a una dama.
-Una hermosa dama que necesita una ducha caliente y una buena merienda.- Me cruzo de brazos.
Cuando estamos en la sala, el señor Black mira a la joven que esta toda en mal estado.
-Querida bienvenida, ¿Qué puedo hacer por ti? – se sienta frente a ella y yo lo hago también.
-Yo lamento venir inesperadamente señor, pero escape de un tirano, que me pegaba y abusaba de mí, los vi en un periódico y también una vez en el circo, yo los vi de confianza ya que la mayoría de la gente me delata y es mala conmigo.
Le regresamos a ver sorprendido el señor Black y yo.