(serie Recuerdos) -1900 - 2

Capítulo 12

Noche de encanto y dulzura

2010

Francis

Me miro en el espejo, llevo puesta un vestido negro largo muy  ceñido a mi cuerpo y sin mangas, mi cabello está arreglado después de tanto tiempo, las manos me tiemblan, tomo el labial rojo y me lo pongo, después cierro mis ojos para tomar aire.

-Francis, es nuestro turno- aparece Paolo por la puerta, debo admitir que se ve guapo vestido de esmoquin.

-Estoy lista- me volteo y juntos salimos.

Ya estando en el escenario, me siento y coloco bien mis partituras, Paolo coge el violín y comienza  tocar, después de diez segundo pongo mis manos en las teclas y comienzo a tocar, me deleito, me pongo más feliz que nunca y es verdad estoy echa para esto, y debería volver y pero después me llega nuevamente, el trágico accidente de mi hermano y como mis padres no lo cuidaron bien, revivo muchos recuerdos y la mayoría son malos, por eso me lo traje conmigo a Manhattan para que podamos estar en paz y pueda tener una mejor vida. Padres para que tenerlos en estos momentos, si  solo me nos causaron problemas. Sigo tocando y esta vez más lento por la melodía, ya está a punto de concluir.

Cuando termino me levanto de mi asiento y camino para estar alado de mi amigo, me toma de la mano y la levanta en señal de victoria y agradecimiento.

-Gracias Francis, eres la mejor- me agradece mi amigo, me abrazo para mí misma y por haber aceptado esta oportunidad.

-Yo te lo debo a ti, es fenomenal, me sentí llena ahí, y nostálgica- se acerca a mí y me abraza.

-Sabes que puedes contar conmigo siempre- se desprende dejando sus manos a la mitad de mis brazos, no pongas esa cara, tienes mucho talento y no lo desperdicies guardándolo solo para ti, debes hacerte reconocer si es lo que quieres, ahora deja esa cara triste que aprecio en estos momentos y vamos a cenar que el señor multimillonario nos invitó.

Me jala consigo y tomo mi bolso y abrigo antes de ir a disfrutar de las bebidas y comidas.

**

Cuando llego a mi apartamento me saco los tacos y admito estoy exhausta, me pongo mis chancletas, voy a la habitación de mi hermano para comprobar que este durmiendo y no, más bien  me lo encuentro viendo una película de acción.

-No crees que es hora de dormir son más de las dos de la mañana- le reprendo sujetándome en cabello en una cola de caballo.

-Ya mismo se termina, hermana así que tú tranquila, veinte minutos más y caigo en coma- miro su habitación y esta echa un asco.

-Mañana quiero que limpies tu habitación, y que pongas esa ropa sucia en la lavadora- miro calcetines por doquier.

-Está bien….Ahora dejame seguir viendo, quitas la emoción de la última parte- me volteo cerrando la puerta y decido a esta hora poner agua en mis plantas.

Ya entando en mi cama, bañada y en pijama, decido irme a dormir.

No me imagine que me iba a soñar, veo imágenes borrosas de un árbol, tocando su tallo…… más bien viendo a una persona ahí subiendo en él.

Cuando me despierto, estiro mis brazos….  Y veo la hora son las siete de la mañana.

-Rayos- me levanto bruscamente de la cama y salgo para encontrarme con mi hermano ya listo con el uniforme y guardando sus cosas.

-Qué alivio, te amo hermanito, me quede dormida.  Esta vez tú me sorprendiste.

-Lo sé, lo sé, te vi tan complacida durmiendo que no te desperté y como puse la alarma esta vez, todo ha salido excelente ahora si me permites, me iré a estudiar que me espera un nuevo examen.

-Te va ir muy bien, eso si estudiaste.- Me regresa a ver antes de salir y me sonríe.

-Adiós- dice y  le digo igual.

Decido comenzar mi mañana por un ligero desayuno.

A las  doce de la tarde, y comienzo mi almuerzo aparece por la puerta una mujer, muy esbelta, vestida todo de rojo, hasta los labios y con un cabello brillante que le llega  hasta la cintura.

Me levanto y decido atenderla sorprendida por su entrada triunfal sin haberse caído.

-En que le puedo ayudar- ella me regresa a ver sonriente.

-Quiero una caja de panes de dulces, en ellos puedes ponerle tres de los que le señale- pone su bolso encima de una mesa.

-Claro- digo y busco una caja bien armada y bonita.

Son ocho dólares, me da un billete nuevo de diez y le doy el cambio. Ella lo toma y coge la caja y su bolso.

-Gracias, por cierto, no me presente…soy Victoria- me ofrece la mano y veo sus guates de encaje.

-Mucho gusto seño...- me interrumpe.

-No me digas señora, puedes tutearme- abro los ojos sorprendida.

-Me llamo Francis.

-El señor Black, me recomendó aquí, ya que le realizaste los panes que pidió.

-Ah ahora entiendo- me rasco el brazo.

-Ahora, estoy más feliz que nunca- me dice de sonrisa a sonrisa. Y yo sigo sin entender nada.- Ahora si me voy.




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