Desaparecer
1900
Thomas
Quedo impresionado por las palabras del señor Black. La chica llamada Victoria después de vivir dos semanas aquí escondida del maltratador del circo, desapareció. El señor no me quiere decir adonde fue ya que lo considera un secreto.
-Es lo mejor, ella hará nuevamente su vida- cruzo las piernas.
-Pero no se despidió de mí y no me lo agradeció- digo con un poco de recelo.
-No te sientas así, ya legara tu turno-sonríe y toma un sorbo de su té del mediodía.
-Y que estaba haciendo mitras estuvo aquí- pregunto curioso.
-Ayudo a los empleados, cocino, limpio a los caballos hasta aprendió a cabalgar, también, te dejo una carta – se levanta del viejo sillón, y saca una carta blanca del cajón. La extiende hacia mí para que la tome.- No la abras aquí.
Le miro confundió y le obedezco, me la guardo en el bolsillo de mi chaqueta.
El señor y yo compartimos charlas de experiencias y los últimos sucesos de la última semana, cuando ya se está haciendo tarde decido irme para mi casa, me despido cordialmente, tomo el paraguas, y cuando ya estoy afuera de la mansión abro la carta de Victoria.
Joven Thomas, Thomas Lowell, bonito nombre, perdón si no fui del todo franca hacia ustedes más con usted, perdón si piensa que lo use, pero entiéndame debía buscar una salida, es verdad, los vi en los periódicos a ambos, y una vez en persona al señor Black, los vi charlando con él, tanto sufrí por mucho tiempo. Pero ahora, hay una salida y la he descubierto, él tenía el paradero de mi familia, solo él conocía a mis padres que eran de alta clase, pero lo lamentable es que mi maltratador los mato, así que me vi expuesta hacia el señor Black, entienda esto, entiéndame, cuando lo vi en el circo, en mi pecho apareció una pizca de esperanza. Yo me entenderé, y le agradezco a ustedes por ayudarme y llevarme hacia el señor Black, el me hizo conocer algo fenomenal salido de este siglo, bueno de estos últimos años, y cuando nos volvamos a ver, señor Thomas ahí estaré para ayudarlo, creame, y es porque debo admitir que la magia si existe y existió para mí en el momento que lo descubrí.
Victoria
Volviendo a la realidad la carta me dejo un poco confundida, aunque me agradeció, es bueno que se haya librado de ese desgraciado que la maltrataba. Cierro el paraguas y le beso en la mejilla a mi dulce Aurora.
-Mi amor – salta hacia mi abrazándome y después para devorarme la boca.- Ven, la función ya va a comenzar- le aprieto la mano y cuando estamos a punto de sentarnos veo a Elizabeth y a Silby charlando muy contentas y también coqueteando con un par de hombres. Mujeres.
-Thomas, bienvenido- me saluda Silby con abrazo. Aurora le fulmina con la mirada pero después sonríe.
-Amigo, que bueno que estas aquí, es el nuevo espectáculo de lo que creo el hermano de Mary, títeres.
-Con un fascinante libreto- reprende a Elizabeth a Silby.
-Como no- se cruza de brazos.
-Seguro es bueno – digo y tomo de la mano a Aurora que ha estado callada, todos se sientan en sus lugares y Aurora apoya su cabeza en el costado de mi hombro.
-Mis padre se preguntan por qué estoy muy feliz- le regreso a ver cuándo la función lleva diez minutos de haber comenzado.
-Es por mí – le sonrió, sube su cabeza hacia mí y me besa en los labios.
-Es que tú me haces feliz…no crees que es hora que lo acepten, que te conozcan-desvió mi mirada y veo a un títere en forma de princesa.
-Yo creo, que con gusto lo haría y si quiero cortejar a su hija es mejor conocerlos- Aurora me brinda una cálida sonrisa y me aprieta el brazo.
-Preparare todo- se apega más a mí.
-Chicos, tengo hambre iré por unos bocadillos de afuera, les apetece algo – pregunta Silby ya levantada y con un paraguas.
-Silby, voy yo. No te molestes – me levanto- esta lloviznando afuera y como caballero que soy les traeré dulces a las tres- sonrió.
-Gracias, amor mío- se acomoda Aurora y Silby se sienta.
-Gracias, Thomas, te doy el dinero…- le detengo.
-Yo invito.
El joven me da en una funda de papel Kraft un montón de bocadillos recién hechos, le doy el billete y el me da en monedas el cambio. Me giro para guardarlo en mi bolsillo del pantalón, las monedas cae al suelo de tierra mojado por la escasa lluvia que está cayendo. Miro para ver quien me empujo del hombro y veo una mirada misteriosa, curiosa, y brillante con unos ojos diferentes, ella camina hacia mí y se agacha para ayudarme a coger las monedas.
-Lo siento – miro su rostro que está cubierto por un montón de telas y lo único de deslumbra es su mirada.
Se levanta y me devuelve las monedas.
-Gracias- quedo impactado por tal acción de que no le ayude a recoger mis propias monedas, que tonto.
Regresa a ver a todos lados, como si estuviera huyendo de alguien, miro su atuendo y es un vestido distinto, lleva telas rojas y moradas, su cabello es tan largo y negro que llega más alla de las caderas.