(serie Recuerdos) -1900 - 2

Capítulo 26

Adiós

1900

Thomas

Connie y yo corremos empapados y justo cuando estamos a nuestro destino de estar a salvo, un joven aparece de menos edad que mí, apuntándonos con un arma.

-Por favor, deja ir a mi amiga- le suplico, ella me agarra de la mano más fuerte.

-Lo siento pero no puedo ya nos vio- dice temblando, veo que lleva estropajos.

Quien diría que mi vida podría acabar aquí, pero no, no pienso que acabe.

-Por favor, te daremos lo que quieras-  dice Connie, con miedo a lo que vaya a pasar, su vestido esta todo sucio y  su pelo negro que es largo esta mojado. Me suelta y se acerca lentamente como si estuviera cazando a su presa, que está pensando esta mujer en cualquier momento puede dispararle.

-¡Connie, no!- camino para detenerle pero un dolor, un dolor poco común que recibo se deprende de mí, sangre comienza a salime a los lados, me volteo y miro al hombre, vestido elegantemente de negro.

-Usted- escucho mi nombre y Connie viene a mí.

-Lo lamento, no puedes tenerlo, ya que lo quiero todo, no pudiste aprovecharlo, la fama está ahí hijo, como es que no te das cuenta, millones y millones de billetes, es una locura pero una locura deliciosa. Como no me hiciste caso, llegue a esto, debiste poner tu nombre, tu verdadero nombre en los libros. Cuando caigo mi amiga me sostiene y le miro a los ojos.

-Mátenlos- miro que se acercan a nosotros, y el señor se marcha desapareciendo en la neblina.

-No- grita Connie cuando la tratan de alejar de mi. Cierro los ojos por el dolor es insoportable.-¡Suéltenme! – abro los ojos  y veo una pistola apuntándome.

-Adiós- me dice el hombre que lleva un sombrero empapado por la lluvia, noto que tiene un diente de oro, escucho un disparo pero no es para mí si no para el hombre que estaba apuntándome. Noto que le sale sangre de la pierna y esta grita del dolor soltando el arma, trato de reaccionar y levantarme.

-Thomas- Connie corre hacia mí y me inspecciona- ¡Por Dios!- me regreso a verle y miro su vestido rasgado por la mitad y sangre alrededor de su cara.

-Tu hiciste esto- también miro los cuerpos acabados y golpeados por doquier, lo hombres parecen estar inconscientes.

-Tenemos que irnos de aquí, posa sus mano a los lados de mi hombros y toma un brazo  para apoyarlo en su hombro, antes de caminar ella coge la pistola y se la guarda.

-Se van arrepentir- dice el hombre que está luchando por levantarse.

-Corre Thomas – mi amiga y yo corremos y nos perdemos en el bosque, de la enorme mansión Black.

-Que eres- digo confundido por todo, no puedo creer que ella haya acabado con esos hombros.

-Soy buena en la lucha, de pequeña un amigo de mi papa me entreno para ser buena, cosa que está prohibido en este mundo de hoy, pero tú, tu podrás iniciar una nueva vida, lejos de esta siglo donde reina el machismo, donde extiende un montón de prohibiciones.

-Que estás diciendo- el dolor es insoportable, me siento muy cansado.

-Que, el señor Black es bueno y quiere lo mejor para ti- me suelta y me recorre la mirada de arriba hacia abajo- debes irte, te voy a dejar una carta, solo una que va a quedar sellada por un largo siglo o más, no lo sé, ahí dice toda la verdad de porque me citaron hoy aquí- le miro medio nubloso y la lluvia sigue cayendo más fuerte, estoy muy perdido las palabras, se me hacen difícil asimilarlas.

-Connie, estás diciendo estupideces- poso mis manos en mi abdomen.

-Claro que no- ella se acerca a mí y le miro sonreír con amabilidad- mi padre y el señor Black se conocían desde hace tiempos, es algo que debí también confesarte y el un día me hablo de algo mágico, de algo único, solo tú puedes cerrarlo y elegir, pero elije bien que es lo que quieres Thomas.

-Elegir que- digo respirando aceleradamente, me llevo una mano a la cabeza.

-Espero que te ayuden – menciona.-Ya debe abrirse- escuchamos la voz del hombre, cada vez se hace más cerca. Ella me da planta un beso en la mejilla y me sonríe.

-Adiós Thomas, yo me encargare de él- saca la pistola y se hace un nudo en la parte que le queda del vestido. Me mira triste y después vuelve sonreír.

-Connie – digo cuando siento que algo me envuelve, estiro mi mano para agarrarme de ella pero me es imposible- ¡Connie!- grito, y sigo gritando más fuerte, va desapareciendo, cada vez se hace más pequeña- no- digo y una luz se va formando en su pequeña silueta, ahora ya no puedo ver nada si no algo que me traga, y que no puedo desprenderme, cierro mis ojos y todo se vuelve silencio, la cabeza ya no me duele, ya no hay dolor.

 

 

 

 




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