Renacer
Thomas
-¿De dónde sacaste este libro?- le pregunto enojado, cosa que no es con ella sino que ahora mi mente está clara desde ese día que me fui. Respiro con una velocidad que ni yo mismo me reconozco y ella pone unas fotografías encima de la cama para tomar el libro que tengo en mis manos.
-Me lo dio Erick, algo está mal- me pregunta nerviosa y con miedo ante mi reacción. Niego y ella lo coloca encima del velador.-Thomas quieres sentarte tengo que indicarte algo… - pero yo doy unos pasos hacia atrás para salir de la habitación, ella toma mi mano. – No Thomas si quieres respuestas, debes ver algo-me regreso a ver fulminándole con la mirada.
-Co..-casi se me sale el nombre de mi mejor amiga, cierro los ojos- Francis, por favor necesito pensar, estoy muy confundo- ella niega y me hace sentar en la cama a regañadientes.
-Mira, ella es Connie mi antepasado- me ofrece la fotografía y veo a la mujer que nunca creí ver, la analizo y recorro la imagen para ver bien, el corazón se me para de la sorpresa, y veo que está sonriendo, la viro y miro la caligrafía de ella.
Esta es mi primera foto, el me la logro tomar, gracias amigo. 1900.
-¡Dios!- me llevo la mano al pecho, no puedo creerlo. La vuelvo a virar y ahí la veo, con esos ojos como el chocolate, recuerdo cuando la tome, lo recuerdo como si fuera ayer, esta tan intacto que apenas antes de estar aquí sentado en este tiempo, fue como hace tres semanas que la tome ya que la necesitaba para acordarse de que era joven.
-Es igualita a mí, claro más bonita- confiesa Francis, alzo mi mirada para verla y es como si fuera su clon, la genética es extraña, me levanto y le toco la mejilla, ella cierra los ojos, y es como si tuviera a la misma persona pero en diferente cuerpo. Pero no es así.
-Cuando llegue, viste si traía una flor conmigo era de Cristantemo- ella abre los ojos y asiente y sonríe.
-Claro, esta guardada encima de un cuaderno de cocina- abre los ojos- la puse ahí por apuro- corrige- me había olvidado dártela, voy por ella. Cojo su mano antes de que se marche.
-Tranquila, que permanezca ahí, es más seguro- le digo y ella asiente- me la dio Connie, significa amistad- le confieso.
-En serio, hermoso, así que fueron grandes amigos- le suelto y me siento en el filo de su cama.
-Si, fue una manera extraña de conocernos, la novia que tenía en aquel tiempo, estaba muy celosa de ella- comienzo a contarle un poco de mi vida.
-¿Como la conociste?- pregunta y se sienta alado mío.
-¿Quieres saberlo todo?, hasta la novia que tuve – ella sonríe con malicia y después se recompone.
-Quiero saber, saberlo todo. Así que te escucho- decido hablar de todo hasta de mi libro.
**
-Así que tu escribiste este libro – mira la pasta.
-Me alegra que tú lo tengas, ya que yo se lo di a Connie y bueno una cosa llevo a la otra y todo eso- me sonríe con orgullo de tener una copia ejemplar de mi libro.
-Pero…es raro, porque yo investigue al autor de aquí, en internet un tal Goulding- me vuelvo a tensar y la rabia me consume, así que ese imbécil se robó mis logros.
-Ese no es al autor, recuerdas que te dije que yo era anónimo, el que viste en ese aparatito no es, más que un farsante.
-No lo puedo creer- hace mueca de tristeza – lamento todo por lo que pasaste Thomas- pone su mano encima de la mía y le regreso a ver y ella la quita de inmediato.
-¿Crees que en este tiempo se pueda corregir eso?- le pregunto cuando ella desvía la mira hacia la ventana.
-Debe corregirse, tú eres el verdadero autor- sonreímos y me acerco para abrazarle.
-Ahora quiero saber, ¿Cómo es que Erick tenía ese libro? – Se aparta de mí, parece nerviosa otra vez, - no quiero mentiras, las odio.
-Te llevare ahí- menciona y no se a dónde me quiere llevar.-Pero mañana, ahora tengo que hacer algo que había olvidado.
-¿Qué cosa?- pregunto siguiéndole hasta la cocina.
-Yo toco el piano, y este momento me voy donde mi amigo Paolo a repasar.-Me sorprendo por tal confesión y le sonrió de inmediato.
-Tocas el piano, increíble.
-Si- dice moviendo los dedos.
-¿Te molesta si te acompaño?- niega. Quiero verla tocando el piano, una mujer, un siglo totalmente distinto. Cada día me sorprendo y a la vez hay detalles que me disgustan.
-Vamos, antes le diré a mi hermano- y asiento.