Siento un vacío que desconozco
Thomas
La vista es hermosa por la noche, toco una melodía en el piano que me la se… de memoria y la única cosa que recuerdo desde que me desperté en el hospital hace seis años, no recuerdo que paso, Victoria me dijo que sufrí un accidente y que de ahí no sabe más, pero yo siento que oculta algo, lo sé porque no me mira a la cara cuando le pregunto de ese día.
Sofía me abraza por atrás.-Sigues tocando el piano como todas las noches.
-¿Te desperté?- le pregunto regresándole a ver.
-No….bueno ya me acostumbre a escucharte a tocar el piano, es una melodía triste- le sonrió amablemente y recuerdo cuando la conocí.
Después de despertar en el hospital y salir como un loco en busca de alguien que me conozca, ella se topó conmigo, se acercó y me ofreció su ayuda desde ahí ella se preocupó por mí, le pregunte como fue a parar en el hospital y había dicho que se había resbalado de las escaleras y que temía por su trasero, bueno de que se haya roto un hueso, eso me pareció un poco gracioso. Luego justo en ese momento apareció Victoria y nos llevó a los dos a la enorme mansión que al parecer era mía, mejor dicho que todo era mío hasta la empresa en la que trabajo la cual me pareció extraño, se lo pregunte varias veces hasta que termino diciéndome que un señor que se apedillaba Black me termino dejando su herencia.
Para ser honesto perdí la memoria y no recuerdo nada de mi anterior vida, si es que tenía una vida, decidí avanzar y seguir viviéndola como siempre. Por ahora no estoy viviendo en la mansión se ve muy desolada ya que Victoria no vive ahí y decidió probar como actriz después que ya no quiso trabajar en la empresa, suerte que me quiso acompañar a ver a Sofía en la opera.
-Es hora de ir a la cama- menciona cuando termino de toca la última nota.
-Está bien pero esta noche te necesito quiero hacer el amor contigo salvajemente- le digo y ella se acerca a mí y me jala del brazo.
-Con gusto Thomas.
**
-La mañana se ve estupenda señor Lowell- dice Mateo, el chofer.
-Claro que sí, va ser un hermoso octubre- las hojas anaranjadas se asoman en los árboles y veo el cielo que está despejado. Decido dar por terminada mi leída por el periódico así que lo doblo y justo sale una imagen de una famosa mujer que toca el piano. Me acerco para ver bien y siento que la conozco pero no sé de dónde. Decido alejar el periódico para que no lo vea ya que por un momento sentí un dolor en mi pecho.
-Mateo puedes ir más rápido – le digo y este apretá el acelerador.
Cuando llego a la empresa editorial me espera un escritor novato que quiere hablar conmigo, le digo a Catalina que es mi secretaria que lo haga pasar y que nos traía un café.
-Con gusto señor- camina con esos tacones de planta baja.
**
Para la hora del almuerzo veo a algunos de mis empleados viendo el periódico y de nuevo asoma la imagen de la mujer.
-Caminemos mas rápidos, amigos- les digo a Juan y a Andrew. Salimos de la empresa y nos vamos caminando hasta el restaurante que está a unas cuadras.
-Saben tengo tres boletos para ir a ver a la famosa pianista- dice Juan mientras esperamos nuestra comida, yo miro el celular para mensajear a Sofía sobre como lo disfrute ayer por la noche.
-Sí y que nos vas a invitar – dice Andrew carcajeándose de la risa, Juan no tiene novia y le va mal con las chicas, es por eso que siempre cuando quiere salir nos invita a nosotros sus amigos a salir por donde diablos se le ocurra ir.
-Ir a ver a la pianista – digo mientras veo que ponen nuestros platos sobre la mesa- me agrada – digo- vamos a una noche de chicos, no creo que se vea tan mal- agrego más que obvio-ya que se ve que es muy famosa.
-Está bien, solo por esta vez Juan, de verdad que tienes que buscate una novia. Recuerda que nosotros somos re porciento heterosexuales, si salimos así se va como muy gay- me rio y Juan hace muecas.
-No es para tanto, no tiene nada de malo, ustedes se dejan llevar por lo que dice la sociedad y para nada tiene nada de malo esto- coge el trinche y se manda una papa a la boca.
-No me metas a mí, si quieres yo seré tu citas las veces que quieras- le digo con buen amigo que soy.
-Payasos- termina diciendo Andrew.
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-Estamos muy internados no creen- decimos mientras pasamos a los asientos rojos.
-Nos vemos perfectos – apunta Andrew.
-Rayos amigos pueden callarse y sentarse- le reprendo y deciden tomar asiento al igual que yo. Vemos que alguien está hablando por el parlante.
-Ya va comenzar- digo emocionado y justo sale una mujer asiática de cabello negro y largo, lleva un vestido rojo muy apegado a su cuerpo, mi corazón se achica y tengo ganas de llorar, mi cabeza manda punzadas de dolor y recuerdo a Victoria ver vestida de rojo y moviéndose por los aires, ‘‘un circo’’.
-Thomas estás bien – pregunta preocupado Juan y asiento muriéndome del calor que hace en este coliseo. Ella saluda a la gente y toma asiento para tocar el piano, esa melodía es la que toco todos los días, le escuchado anteriormente, o estoy loco. Me quedo anonadado por lo que toca y la cabeza me da vueltas, a esa mujer yo la conozco y es nada menos que Francis. Después de una hora de escucharla toca, me levanto como loco y decido ir a la parte de atrás de los camerinos.