(serie Recuerdos) -1900 - 2

Capítulo 57

El no saber qué hacer

Francis

Si creen que me olvide de él, están equivocadas, nunca me olvide de Thomas, una porque tengo un hijo de él y otra porque salía en los malditos programas de televisión ya que se convirtió en famoso por su gran empresa de editorial. Idiota.

Casi se me cae el alma cuando lo vi sentado, no quería salir a tocar, pero tuve que armarme de valor para hacerlo. Estaba a punto de fallar en unos de mis notas altas, pero no lo hice porque no deje que el pensamiento de él me ganara. Ni siquiera se asomó para saludar después de tanto tiempo, ni se preocupó por mí, nunca lo hiso.

Veo a mi pequeño mover el palo en el tazón y sonrió, el merece conocer a su padre, lo se pero que debería hacer, confesar o seguir ocultándolo. Me acerco a mi hijo y le ayudo a batir.

-Así se hace cariño, delicadamente o si no se va romper la masa.

-Es que está muy dura, mama- y suelta la cuchara de madera.

-Entonces lo hare yo, mira – le señalo y así nos llevamos la tarde haciendo pasteles  y escuchando a Lenka- The show, Tabari me mira sonriente y se baja del asiento para ir por el molde.

Juntos regamos la espesa masa en el molde, decido tomar una foto de Tabari lleno de polvo para hornear.

-Sonríe – le digo y este lo hace. Veo la imagen que le acabo de tomar y tiene los ojos de Thomas.

**

Otra cosa por contar, como soy  una famosa pianista, doy clases por los sábados en la Academia  Juilliard, es tan agotador pero lo amo, los estudiantes me aprecian y puedo decir que es un buen grupo, cuando doy por terminada la clase. Una estudiante se me acerca para hablar conmigo. Le saludo cordialmente e iniciamos nuestra conversación.

-Mis padres me pide que deje la música- cierro por un momento los ojos y los abro nuevamente.

-Tú quieres dejar la música, Luisa eres buena con el violín, eres una de las mejores- me cruzo de brazos.

-Lo sé, pero no me alcanza para pagar la matrícula  y en mi casa no son aficionados a la música que digamos- le tomo de las manos y le digo.

-Muchas personas han renunciado a sus sueños, no dejes que te pase lo mismo, si quieres te ayudo a sacar una beca, tienes unas excelentes notas- me sonríe y por un momento parece nerviosa.

-Oh eso sería mucho abuso- termina diciendo.

-No, para nada me gusta que mis estudiantes luchen por sus sueños- le aliento sonriente y me comprometo ayudarle a sacar la beca.

**

Cuando salgo del trabajo me meto en mi auto de último modelo, un Mercedes, enciendo la radio y la canción de The Cardigans – Lovefool, me acompaña, me suelto la cola y saco mi espejito para mirarme, me pongo más labial rojo y me guiño el ojo, me siento una mujer empoderada en estos momentos. Como es sábado por la noche decidí salir conmigo mismo, lo merecía  y no me preocupo por Tabari ya que mi hermanito está ahí cuidándolo.

Salgo  a la carretera principal y me adentro a la hermosa noche. ¡Ay, Francis a dónde quieres ir!, no puedes llamar a Renata porque está embarazada peor a Erick porque esta alado suyo, así que decido llamar a mi amigo Camilo. Despues de convencerlo de que me acompañe a un bar, aparco en lugar seguro y en la que no me multen. Guardo todo lo de valor en mi bolso y guardo las cosas innecesarias en la guantera. Salgo de mi carro y camino con unos enormes tacazos de punta fina de Channel.

Entro al bar de última moda y lo veo bebiendo un cocktail de los caros- gracias por venir- le digo en oreja y me pongo alado de él, y este se asusta.

-Por dios mujer si te apareces así sufriré un infarto- me reprende de manera chistosa.

-No me digas que viniste en tu mototreta- digo como broma.

-Que dijiste, es una motocicleta que te quede claro- y me rio, me siento en la banca y le pido al bartender que me prepare lo más nuevo de aquí.

-Porque me llamaste, y más para estar en este lugar- me pregunta.

-Tu pagaste por esa bebida- le quito un poco,  y el asiente.

-Pues obvio por eso la estoy tomando.

-Pregunte por que te iba a invitar- muevo el palito y me como la frutita que está ahí.-Tuve un día cansado, disculparas- el me mira rendido.

-Habla- se cruza de brazos, sonrió maliciosamente.

-Está bien – y así comienzo contándole de mis problemas, no se desde cuando comencé hacerlo pero se siente bien más cuando me da su punto de vista. Le cuento y le sigo contando hasta que salgo del trabajo, alzo la mirada y miro de reojo al fondo, se me para el corazón, me levanto, me siento, me pongo nerviosa y Camilo me queda viendo raro.

-Que sucede- pregunta preocupado. Pongo las manos en mis caderas  y a la final opto por pararme, porque creo el me vio, o no, o si. Si el me vio porque está viniendo para acá, rayooos.




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