Tocas el piano
Francis
Lo veo tocando el piano, esta vestido de traje parece triste. Guardo mis partituras y toco la puerta y el reacciona como asustado.
-No sabía que tocabas el piano- digo, recordando la vez que me vio tocar por primera vez.
-Aprendí hacerlo desde el día en que perdí mi memoria- me siento alado de él.
-Tocamos- niega la cabeza y se levanta mientras yo me quedo sentada.
-Perdón si te vine a molestar a la mansión, pero quería decirte algo.
-Que es- hoy parece un poco esquivo, porque se comporta como un idiota.
-Bueno, quería saber si quieres ir de camping, hable con los chicos - me mira rápido sorprendido.
-Claro, acepto ir- me levanto y asiento.
-Okei, entonces nos vamos el próximo sábado. Asiente y decido despedirme- adiós- corro velozmente a la puerta principal.
-Francis, espera – me llama justo cuando voy abrila, me volteo y viene otra vez rápido y me besa.
-Aun te amo Francis- me quedo petrificado por su revelación, un escalofríos me recorre por todo el cuerpo, el corazón me palpita rápidamente, siento que se me va a salir. Me quedo callada y el vuelve a besarme.
-Yo también- admito entre sus labios y le acercó más hacia mía. Me alza y yo voto mi bolso, sube por las escaleras y abre la puerta de su habitación.- No quiero acostarme contigo donde te acostabas con Sofía- digo.
-Ni loco, esta es mi habitación, la que siempre fue desde 1900, miro y es de color rojo con toques brillantes de amarillo.
-Eres de Gryfindor-hago una broma y me rio. El también lo hace.
-No pertenezco a ninguna casa de Harry Potter- y vuelve a besarme.
-Thomas- me pone en la cama y me acerco a su cara cuando se va a costar encima de mi – hazme el amor salvajemente, duro contra el muro- digo sin vergüenza y le sonrió maliciosamente.
-Hagámoslo.
**
Me despierto y la luz del sol entrando por la ventana me muestra un amanecer espectacular. Me levanto y veo Thomas seguir dormido. Camino en cuclillas y me pongo su camiseta blanca y salgo por la puerta. Me muero de hambre, busco la cocina al igual que un reloj para saber la hora y marcan las nueve de la mañana, rayos tengo que ir a trabajar, cuando estoy a punto de subir, Victoria viene bajando.
-Mujer- dice riéndose- ¿te quedaste?, ¿ya volvieron?- me pregunta y me quedo avergonzada por mi apariencia.
-No- digo.
-¡No!, yo creía que sí, ayer se escucharon tus gemidos- me sonrojo- sí que tuviste una dura noche- vaya que directa. - Bueno ya que, me tengo que ir, quede en verme con tu amigo Camilo- me sorprendo haciendo una mueca, cuando estoy a punto de preguntar ¿cómo? sale por la puerta.
-Adiós – me dice y yo me apresuro a cambiarme para ir a mi trabajo.
Entro por la puerta y el ya está despierto. Sonrió seguramente estando más roja de lo normal.