Eterno como el sol
Thomas
-Tú me vas a llevar con ellos- Victoria y yo acorralamos a Sofía en su trabajo, sus ojos muestran temor y sorpresa.
-No te basta que te haya confesado todo- dice un poco disgustada, quita las manos de Victoria de sus brazos bruscamente.
-Es necesario que nos lleves Sofía, tu sabes bien donde se encuentran. Y no. No basta con solo contar la historia de cómo aparecieron. Ellos son culpables de muchas cosas y deben regresar a su tiempo.
Sonríe con malicia. - Ustedes también, no pertenecen aquí. Y aunque se hayan acostumbrado, no deberían estar vivos en pleno siglo 21, si no muertos bajo tierra- le dice a Victoria mirándole a los ojos.
-Sofía por favor, es la última vez que te pido- la miro y ella se voltea a verme, sé que esto es un poco difícil, sé que no pertenezco a este tiempo, se mucho de mí, pero ahora, en este momento quiero acabar con esto. Me toco la frente y pienso en que Francis no sabe nada, seguro debe estar enojada de cómo me porte con ella la anterior noche, cuando nos fuimos acampar.-Te daré algo a cambio si quieres- trato de convencer suavemente a Sofía y sobornándole con algo ya que es la única manera.
-Bien- se cruza de brazos, se acerca a mí muy coqueta. Por favor que no pida ridiculeces, no me pienso acostar con ella peor hacerle un hijo. Que no sea eso.- Quiero que toques el piano para mí en mi concierto del sábado- abro los ojos como sapo y sonrió falsamente.
-Está bien, lo hare.
**
Sofía aparca en una casa muy chimba y de barrio pobre. Veo que es de color celeste. Sonrió triunfante por lo que Victoria y yo estamos a punto de hacer si tengo que enfrentarme con él lo hare. Mando un mensaje a Erick.
Esperame ahí en el Central Park.
Lo hare, Camilo ya llego, Ambos te ayudaremos.
Hace unos días hable con ellos sobre esta situación, sobre estas dos personas que están aquí, que intentan atemorizarnos y adueñarse de lo que no es suyo. Erick, Camilo, Victoria y yo ideamos un plan, regresare a 1900 y arreglare las cosas, y lo mejor es que no iré solo, uno de ellos me acompañara.
Quieren venganza la tendrán, hijos de perra.
Sofía se baja del carro y me volteo para estar alado de ella, Victoria hace lo mismo y tomo su mano apretándole como en forma de consuelo. Los tres caminamos pisando la tierra mojada que deja la nieve. Sofía timbra la puerta y parece nerviosa, me pongo atrás de ella y el la abre.
Mi jefe esta todo desaliñado y con el cabello grasiento. Le sonrió y después nos mira asombrándose. Me aproximo a la puerta y lo empujo para entrar.
-Hola Franklin, cuentos años- ablo y sonríe maliciosamente.
-Debiste morir ese día- es lo único que dice, se levanta. Va vestido con una bata de dormir, regreso a ver a las chicas y Victoria trata de buscar a esa persona que le hiso daño.
-Él no está aquí señorita- toma una copa de trajo y se sienta viéndonos.
-Claro… acaso se murió- dice una Victoria muy dolida por estar aquí.
-Él te extraña, se va a emocionar cuando te vea- le queda viendo y después dirige su mirada a Sofía- y tú eres una traicionera, como te atreves a traicionarme en mi cara- ella se pone atrás mío y toma mi mano.
-Ustedes no son de aquí, así que váyanse- dice Sofía asustada.
-Para nada, más estando en un mundo donde las personas son libres y más cuando las mujeres se ven vulgares hoy en día.
-Me das pena, que bueno que el mundo no te necesito para cambiar- lo dice apretando los dientes Vicy camina atrás suyo para poner sus manos a ambos lados de sillón. Él le regresa a ver y justo en ese momento saco una jeringa con una anestesia y se la inyecto.
-¡Pero que rayos!- dice una voz más gruesa y Sofía se asusta alejándose a la ventana de la sala.
Vic y yo le regresamos a ver.
-Victoria, cariño- parece desconcertado por nuestra presencia. Camina despacio y ve lo que acabamos de hacer a su amigo.
- Antoine, esto se acabó- dice Victoria valientemente y se pone adelante mío.
-Esto no acaba hasta que yo lo digo. No te acuerdas que sigues siendo mi esposa- dice el muy asqueroso señor del circo.
-Te equivocas, antes de huir me divorcie de ti, soy ágil, lo hice por la noche, falsifique tu firma y tome tu huella cariño- sonríe triunfante Victoria y está apunto de cachetearle cuando reacciono, mi amiga le detiene.
-No más, no perteneces aquí, viejo asqueroso- su cara hierve de toda las verdades.
-Ahora Thomas y yo me giro rápidamente para pincharle la jeringa con anestesia.
Los tres nos vemos a las caras. Y me doy cuenta que por una vez se siento el calor de la tranquilidad.