(serie Recuerdos) - Mi Secreto De Navidad 3

VI

Llegamos al edificio y entramos a una puerta con el número 408 siendo un lugar grande, lujoso, viene acompañado de pocos muebles, la cocina es pequeña donde una barra rectangular separa la sala, los cuartos son iguales, y tiene espacio de sobra, parece de esos apartamentos de ricachones.

-Dru- hago una mueca sorprendida- como voy a pagar la renta con un appartamento así, si no tengo donde caerme muerta- se ríe a carcajadas, y Marcos me da una sonrisa irónica.

-Tranquila, no pagaras la renta One… yo…. compre para que vivamos aquí.

-No lo puedo creer, eso no me mencionaste.  ¿Porque no lo hiciste?- me levanto para pegarle y el sale corriendo escaleras abajo.

-Si ves lo que hiso tu amigo- le digo a Marcos y se carcajea mientras visualiza el lugar.

-El apartamento esta bonito, vivirás cómoda y relájate Dru tiene dinero de sobra.

-De sobra, no es eso, me voy a sentir como una mantenida.

-Pero no es para tanto- pone la siguiente maleta alado de las otras- dudo que pases mucho tiempo aquí, con el trabajo que tendrán, y mira que no estuve de acuerdo con mi amigo de que haga esto. Lo apoyo en algunas cosas pero esto, seguro le dolerá- menciona lo última pensativo. Seguro que si, pienso en la empleada de la que se enamoró, pero desconozco lo demás apuesto que  guarda un secreto que no me ha dicho.

-¿Enserio?-  asiente genuinamente. Pongo mis manos en mis caderas y me rindo.

-Prometo que le devolveré una parte del dinero que gane.

-Para nada One. No me debes nada, míralo como un perdón mío, por haberme ido en aquel tiempo- lo miro y niego con un poco de vergüenza. No quiero que gasten todo por mí, no de esta manera.

-No seas bueno Dru y no sé porque rayos el mundo me llama One, si soy Oneday como un día.

-One suena súper cool. Amargada- toma una manzana que tenía ahí en el mesón de la cocina y la mastica. Marcos nos ve y hace lo mismo que Dru. Ridículos fortachones.

**

Por la noche los tres nos dirigimos a un restaurante de comida Mexicana.

-No puedo creer que te gusten los tacos- digo sirviéndonos un poco de gaseosa.

-La última vez que fui a México con Grecia e Iris, me sirvieron unos tacos que tenían de relleno pedacitos de pollos, eran exquisitos, así que déjame recomendarte que deberías probarlos- dice Marcos sonríete.

Miro a Dru que está disfrutando de su pizza.

-Tienes salsa de tomate en la comisura del labios- le digo señalando el mío y el enseguida se limpia- ustedes comen como cerdos, me pregunto porque- tomo otra rodaja de la pizza que está llena de cosas como salsa de mayonesa y orégano con ají. Rayos.

-Es que somos ángeles- dice Dru susurrándome al oído – y nosotros entrenamos para cualquier batalla. Y por eso nos da una hambre del demonio.

-Si supieras…- Marco se acaba sus tacos y yo me quedo asqueada por el chiquero que van dejando.- ¿Estas lista para estar encerrada ahí dentro con muchos escoltas?- pregunta de la nada. Cruzo los brazos.

-No lo sé…tengo miedo que me descubran, que descubran quien soy, que no logre completar esa misión que me dejaron- y por un largo tiempo el corazón mi late rápidamente, pero del miedo.

Dru agarra mi mano y le da un apretón suavecito. Y yo me sonrojo cosa que no debería hacer. Idiota.

-Me tienes a mí, así que no tengas miedo. Además eres una elfa que tiene dones, magia y yo sé que más. Puedes defenderte también- me dice alentándome, pero es que dudo mucho, ¿Y si me encierran en una bodega? , o si, ¿Caigo como objeto de investigación? o algo más.

-Gracias.

Media hora después que terminamos de comer, nos dirigimos los tres a ver desde una esquina la Casa Blanca, es enorme y obvio blanca y con espacios verdes, seguro es más fácil entrar que salir de ahí. Un escalofrío me recorre el cuerpo.

-Mañana es el día- dice Dru.

-Lo es- dice Marcos- y se acerca un poco más para ver- rayos amigo la vas a tener dura- se voltea a vernos – dudo que encuentres lo que estás buscando- me perdí con sus palabra, regreso a ver a Dru y se abriga más con su enorme saco café.

-Puedo hacerlo.

-Qué cosa puedes hacerlo- digo sin razón obvia.

-Nada. Qué tal si vamos a celebrar la noche buena- dice y Marcos viene a pararse a lado mío.

-¿Dónde quieres ir? – pregunta.

-Qué tal si vamos a encender lucecitas y deshacernos de las malas cosas que vivimos en este año- comienza a correr a dirección opuesta y todos le seguimos divertidos.

Miro los juegos pirotécnicos en el cielo y por unos momentos desvió mi mirada más allá y veo a Dru por los aires. ¡Vaya mía de los dioses!. Está volando.

-Guao, eso es… tiene una alas enromes- digo y Dru se ríe.

-Hubo un tiempo donde fueron doradas pero fueron trasformadas- menciona Marcos. 

Me regreso a verlo e imagino por lo que tuvo que pasar Dru en el pasado. Es algo que me gustaría saber ya que tiene mucho que contar.




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