(serie Recuerdos) - Mi Secreto De Navidad 3

IX

Tres semanas han pasado, mi año nuevo comenzó aburrido en este caso viendo la televisión y con un frío de muerte además con la compañía de Sarka, ambas comimos helado de chocolate, y unimos nuestras camas para estar más cómodas mientras veíamos, “Santa Clausula”. Solo nos levantamos para ver los juegos pirotécnicos que ardían en el cielo.

Ahora un lunes en la mañana me adelanto sin Sarka a limpiar la habitación del presidente. Quitar los polvos, dejar reluciente la bañera, doblar la ropa, arreglar la cama, no tiene que haber ningún rastro que yo estuve aquí. Miro mi celular y es un mensaje de ella, diciendo que no va poder ayudarme con la limpieza el día de hoy- bueno puedo hacerlo sola.

Cuando solo me queda una última cosa, me acerco a la ventana y miro el paisaje que me brinda, es un cielo completamente despejado, el sol está en la cima quemándome la cara, cierro los ojos por un momento y respiro el aroma de limpieza.

-Oh lo siento, pensé que ya habían acabado- me giro asustada y dos ojos azules como el mar me miran, pelo negro y piel blanca, un hombre con traje, corbata roja y musculoso está parado frente a mí. Es el presidente.

-Yo… - me pongo torpe- lo…lo siento- tomo el balde y las cosas de la limpieza. Bajo la cabeza. Mis manos tiemblan al igual que mis pies.

-No se preocupe, solo olvide mi celular. Si todavía te falta puedes seguir con la limpieza- niego con la cabeza y salgo disparatada del cuarto. Corro por el pasillo y bajo por la escaleras para que nadie me vea.

Tonta, por estar viendo la ventana no te diste cuenta de la hora. Dejo las cosas del aseo en la bodega y me quito los pelos de mi cara. Miro lo desordenado que  y decido usar mi magia y en un dos por tres ya está ordenado escobas, trapeadores, gel desinfectante, etc.

Cierro la puerta, y me encamino a escabullirme un rato, para saber más o menos donde pueden estar mis fotografías. Cuando estoy a punto de virar por uno de los millones de pasillo que existen miro de reojo a la señora Potter y a Dru, ella le esta arreglando la corbata del cuello. Trato de escuchar la pequeña conversación a escondidas.

-Tú debes recordar que no estás solo, no puedo creer que me manipularas. Sabía que eras tú, nunca te olvide- le reprende y deja su mano en el pecho de él.

-Lo siento- se disculpa Dru- tuve conflictos con el cielo, amigos y unas cosas.

Se dan la vuelta y juntos caminan para salir. ¿Que está pasando aquí?, ¿Porque Dru está de tierno?, ¿Porque tanto misterio? Y ¿Porque por un momento me siento traicionada? 

Almuerzo y vuelvo a limpiar más habitaciones, y pisos, rayos no sé si soportare esto. Después de merendar, lavo mi plato y lo seco para guardarlo en el armario. Salgo de la cocina y me dirijo a mi habitación. Sarka no está, más bien no aparecido en todo el día. 

Me saco la peluca y el casquillo va con él. Cierro la puerta empujando con unos de mis pies y me siento en la cama.

-Santa, no merezco esto. No puedo hacerlo renuncio- cierro los ojos y lágrimas comienzan a salir de mi. Un sonido diferente como la magia surge.

-Piensas darte por vencida Oneday- abro los ojos y miro a un elfo de Santa.

-¡Chispitas!- exclamo sorprendida.

-Pregunte si piensas darte por vencida- pestañeo a cada rato y miro su atuendo rojo con verde y rayas blancas, su gorro es verde y dice ama la navidad.

-Si- bajo la cabeza- no puedo hacerlo, es el presidente y ese hombre no tiene tiempo para pensar en la navidad, y no sé si vuelva a cruzármelo.

-Oneday, tu nunca te rindes ¿Qué te paso? , te afecto vivir con los humanos- se cruza de brazos y se sienta en la cama  que esta frente a mí.

-No sé ni donde están mis fotos….mejor me voy a vender juguetes a mi tienda- me levanto para buscar mi maleta. Todo esto me causa agotamiento, ya que nadie logra entenderme, nadie más que yo está en esta situación.

-No…  no puedes darte por vencida, tienes que completar tu misión, tienes que usar tu magia. Vamos eres una elfa y Santa se decepcionaría si regresarías a Nueva York, te juro que te aislaría- Santa solo piensan en él, pero que hay de mí, de lo que quiero.

Me regreso a verle.-No estarás hablando enserio. Mírame, no puedo, no puedo ni con mis fotos. Se supone que iba a buscarlas pero me vi interrumpida por hacer limpieza en cada parte de este inmenso lugar. Además no está mal ser inmortal, mírame soy increíble y fuerte. Soy una elfa.

-Y por eso eres un solo día- dice Chispitas- no quieres ser mortal, vivir una vida normal, sin tener que hacer esto.

-Y para que quiero ser mortaal cuando me gusta vivir para siempre- me mira decepcionado y niega.

-Hoy lo viste, Santa te ayudo, así que no lo decepciones y no te decepciones- desparece y luces brillantes quedan al aire.

Miro triste a la nada y caigo en el suelo más melancólica que rata callejera.

Busco nuevamente la carta que me dio mi abuelo, y la vuelvo a leer, cada frase.

“Si quieres ser mortal”

Es lo que quería hace mucho tiempo, pero no sé si quiera ahora.

Miro la peluca botada en el suelo. Y me arrastro para analizarla y en la medida que está hecha, café, corta y fácil de peinar.




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