(serie Recuerdos) - Mi Secreto De Navidad 3

XII

Abro nuevamente los ojos para ver que el día se fue y es de noche. Justo como lo tenía planeado. Me levanto para darme una ducha. Me pongo mi vestido corto de color negro y lentejuelas. Después las botas con taco y mi chompa de Channel. Ahora que lo pienso tengo poca ropa de marca, la mayor parte es navideña y vieja.

Me pongo la peluca y me pinto los labios de rojos. Me guiño el ojo y me siento poderosa como una reina.! ¡Vaya locura mía! . Salgo del baño y me doy cuenta que Sarka aún no llega, miro su cama y esta desarreglada ¡vaya!, decido tenderla. Tomo una a cartera guardando algunas cosas y salgo del cuarto.

Camino y busco la puerta trasera notificando y firmando mi salida. Reviso mi celular para ver si tengo algún mensaje o llamada pero siempre sale vacío, más que nada. Mientras camino un carro lujoso pasa por donde estoy, me viro de inmediato porque jure ver al presidente, cuando entra me corro por la vereda y decido tomar un taxi.

Me saco la peluca y peino mi cabello largo, agregando más lápiz labial. Le doy la dirección al taxista y espero hasta que lleguemos. Entro a la discoteca y miro a la gente bailar como loca en la pista. Me comienzo a mover. Sí, quería diversión conmigo misma, me acerco a la barra y pido unos tragos, el empleado me queda viendo muy coqueto pero yo le saco la lengua. Me giro tomando mi copa y decido pasar la noche emborrachándome con mi soledad.

Media hora después estoy moviendo las caderas, el techo esta oscuro y solo le acompañan las luces de colores, la música electrónica hace que quiera cometer locuras y hacer cosas de mortales, una parte de mí quiere eso, pero la otra no quiere morir, no cuando he visto al mundo crecer. Dru no lo entiende pero esto es muy difícil para mí, no tengo a nadie que se preocupe por mí, nadie que me contradiga y nadie que me abrace, por eso no quería cumplir la misión. Una persona desconocida me agarra de las caderas y damos movimientos suaves hasta abajo, lo cual me parece excitante, y deseosa de tener sexo con alguien. Recuerdo la última vez que lo tuve y fue hace un siglo.

¿Qué pasaría si me acuesto con este hombre? , despertaría arrepentida al día siguiente. ¿Qué pasaría si no? .

Giro mi mirada para besarle y ahorrarme todas las preocupaciones que mi mente piensa, capaz solo necesite esto. Nada más. Cuando estoy a punto de hacerlo, de reojo miro a una persona que jamás pensé ver aquí.

Empujo al hombre desconocido, y trato de volver a la barra por mi cartera, y ponerme la peluca enseguida, ¿Qué hace aquí?, ¿Acaso no tiene  que preocuparse por cosas más importantes?. Va vestido de manera casual y con una gorra de béisbol. Sus guardaespaldas, pasan con sus vestimentas ordinarias desapercibidos.

Me tapo las orejas, porque mi desesperación hace que me moleste. Debo salir de aquí.

Ya puesta mi peluca me escabullo entre la gente, cuando trato de salir, uno de los escoltas me reconoce, miro si entre ellos esta Dru pero no. Corro como una correcamino. 

-Vaya, si esto sale en los periódicos me jodo- me saco los tacones y el piso esta helado como los mil demonios de mi corazón.

Miro si pasa un taxi y nada, seguramente ya sabe que estoy aquí. Respira tranquilamente Oneday no seas paranoica. Me pongo la chompa y camino hasta mientras. Cuando decido usar mi magia y estar vestida como un duende, un escolta se posa enfrente de mí.

-No me hagan nada- digo con un poco de miedo. Él se ríe.

-Atrás suyo- termina diciendo. Me giro y veo al presidente.

-¿Qué hace usted aquí?- digo, seguro una mueca aparece en este momento en mi cara.

-Yo debería preguntar lo mismo, no debería estar durmiendo señorita- me cruzo los brazos apretándolos junto conmigo mi chompa. El me recorre la mirada y seguro se pregunta porque estoy vestida así.

-Acaso se le perdió algo- digo a la defensiva.

-Nada, está disfrutando de su día libre- el también cruza los brazos.

-Si- se acerca hacia mí.

-No me pueden ver con usted, así que preguntare una sola vez. ¿Le gustaría que le lleve? .

Atontada estoy en este momento. ¿Que debería hacer?, este es un acercamiento en donde podría mencionar a la magia descaradamente, que crea en la navidad.

-Si- digo inmediatamente y enseguida aparece un carro lujoso.

-Yo manejo Daniel- le dice a su escolta y este asiente.

-Lo seguiremos atrás señor- el presidente me abre la puerta y me deja anonadada. Entro viendo su mirada y tiene unos ojos azules muy bonitos, las revistas no mentían.

Me acomodo y miro que está un poco frío, cuando entra enciende la calefacción junto con el carro y da a toda marcha. Recuesto mi cabeza en la ventana y veo la noche pasar. Una voz me hace brincar en mi asiento después de cinco minutos.

-Y, ¿Cómo es que una chica como tú está trabajando de empleada en la Casa Blanca? - vaya va directo al grano este hombre, abro mi boca para decir cualquier mentira que se me ocurra.

-Necesitaba dinero- eso sonó tan típico. El me regresa a ver por un segundo y después sigue su mirada hacia la carretera.

-Dinero, pero no es que se gane bien como empleada en la Casa Blanca- me cruzo los brazos y Dios sálveme por salir en una noche como hoy.




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