HADES
-Mi señor ¿Que tanto piensa?, no imagina la cara que lleva en estos momentos- pregunta Antonie interrumpiendo mis pensamientos. La anterior vez estuve en Escocia visitando a Verónica para saber si la chica ángel ya estaba lista para ser usada pero para mí enojo no lo está. Cuánto más debo esperar. Ya todo está listo para mis maquiavélicas ideas. Menos ella.
- No te incumbe chismoso- me levanto soplando mi túnica de dormir en sus narices y me paro a ver el infierno arder. Malditas personas quemándose como salchichas rostizadas.
-Esta bien señor, yo que trataba de ser amable pero usted me trata de una patada no venga después a estar llorando – me giro a verlo y lo fulminó y salta de un brinco por mi mirada – yo solo decía mi señor. Es que se lo ve tan cansado y distraído a veces que me preocupa.
- No deberías, más aún quiero que olvides que me viste así. Cambiando de tema tengo un trabajo para ti- me alejo de la ventana – me siento en la grada mientras observo a mi fiel Antonie.
-Digame señor, para que soy bueno- me da una sonrisa guasona- quiero que vigiles arriba, el mundo mortal-agranda los ojos – ver si algún angelito de los que conocemos a pisado ese suelo – arreglo su ridícula sopa de nert, más bien su camisa a los costados y aprieto un poco su cuello- si es así, síguelo quiero ver que planean.
Va reprochar cuando niego.
-Nada de irse contra mis órdenes Antonie, solo hazlo y traedme noticias.
-Si mi señor- y con eso desaparece mientras yo regreso a ver los cadáver calcinados sin perdón alguno.
**
Un mes después
Antonie llega con noticias que me dejan con la satisfacción que aún no han hallado su paradero. Corto mi filete mientras espero en la mesa a mi invitada que ha pasado recluida por varios años.
Algún llegó el maldito día y estoy emocionado porque nadie me impedir mi cometido no siquiera Verónica que ahora descansa en paz en el Inframundo.
Bebo un poco de vino y Antonie entra por la puerta.
-La joven parece estar lista, me llevare el cuerpo de Verónica para cremarlo.
-Gracias Antonie.
-Señor, esta usted seguro que quiere hacerlo de esta manera, ella debería ser enterrada para que lleve su alma y pague de manera cruel en el Inframundo.
Alzo la mirada de mi copa y como me estresa este idiota siempre cuestionándome como si mis decisiones no valieran.
-No me hagas castigarte Antonie, crema el cuerpo y espárcelo en el mar.
Verónica hizo una promesa de sangre, su vida sería castiga mientras ella seguía respirando, su maldición era permanecer en esta mansión cuidando del ángel, bajo mis órdenes, aguantando toda clase de sucesos que se presentará en el vaivén de la vida, como no tener avances para comer, de allí prendió a cultivar su comida, no tener que vestir elegantemente como lo hacía, de allí a vestir como un mendigo, como una vieja anciana, y quedarse sola sin amor más aún cuando causo mucho dolor a su amado. Ella ya pagó así que mi único pequeño agradecimiento es cremarla sin llevar su alma al Inframundo y esparcir su cenizas al mar.
Sigo comiendo mientras espero a la persona que voy a manipular indebidamente. Uy como la usaré causándole mucho daño a su mente. Corto otro pedazo del filtro y me lo llevo a la boca. El cielo nuevamente está nublado y la llovizna comienza a caer, un maldito trueno cae de la nada erizando mi piel. Aprieto los cubiertos y decido terminar de comer y beber mi vino.
Cuando lo hago alguien toca la puerta, Pero son pequeños golpes, muy delicados. Me levanto esperando a la mocosa.
-Adelante- digo serio mientras la puerta se abre y aparece una silueta alta y delgada vestida como el ángel que es. Vestida de blanco y descalza camina pisando la suave alfombra decorativa del comedor. Al compás el movimiento de su cabello se agüita cuando la ventana se abre bruscamente. Nuestros ojos se cruzan, cafés con cafés por primera vez.
Algo en mi pecho se forma, la sensación de temor, arrepentimiento y pecado. Estoy jodido. Se para frente a mi. Parece nerviosa. La analizó de pies a cabeza, lleva un poco de maquillaje, alrededor de sus ojos, donde resalta el negro, más en la circunferencia de abajo, sus labios son rojizos, alrededor de su cabello tiene una hoja pegada imagino que estaba cabalgando con el caballo que tiene alas.
Trato de respirar con tranquilidad pero en cambio mi corazón no quiere.
Este ángel es igualita a su madre solo que más hermosa, y yo la secuestre. Sigo haciéndome la misma pregunta de siempre ¿Me arrepiento?
-Siéntate- ordenó, ella salta y asiente, trata de sacar la silla de manera torpe y se sienta. Cabizbaja sin mírame a la cara y apretando sus manos. Meto mis manos en los bolsillos de mis pantalones y me alejo para no seguir viéndola. Si no se me van a caer los ojos de tanto mirarla.
Miro los cuadros que parecen recién pegado en la pared y son muy curiosos la mayoría son de cielos oscuros, reflejan el anhelo. Que yo sé lo arrebate.
¡Maldición! Me giro bruscamente.
-¡Preséntate!- ordenó nuevamente grosero y ella me mira asustada. Seguramente preguntándose muchas cosas.
-Yo… yo… me llamo Elphi- ya lo sabía, ángel-tengo creo que 72 años o 71 no se muy bien – camino acercándome mientras nos miramos a los ojos-tengo habilidades que desconozco Pero que las he estado explorando- pongo mis manos en la mesa mientras me estiró para quedar cerca de ella- oh…oh … - parece incomoda- no se de dónde provienen mis habilidades, solo se lo que Verónica me dijo.
-¿Y que te dijo?- pregunto ahora más calmado con voz ronca mientras la sigo observando. Ella sigue desviándome la mirada hacia las ventanas.
-Que debo obedecer a un señor porque usted necesita mi ayuda. Y que es una persona mala.
Se levanta bruscamente.
-Quiero que sepa que no me nace ser mala y lo que usted quiere de mi será su condena. Señor desconocido- con eso sale corriendo del comedor dejándome solo.
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secuestro y amor prohibido, dioses griegos y ángeles del cielo
Editado: 21.04.2025