(serie Recuerdos) - Recuerdos de mi vida 1

XIII

-¿Dónde estamos viviendo Alicet? Hasta ahora  no tengo ni idea, ha pasado un mes.

-Bueno eso es secreto jaja –lo dice riéndose.

-¿Es prohibido que lo digas? – pregunto señalándole.

-No, pero no creo que sea bueno decírtelo capas te lleves un shock-me guiña el un ojo.

Le cojo del brazo izquierdo y le dijo. –Apura, porfavor no puedo estar aquí mucho tiempo, he pasado encencerrada sin hacer nada, ya no tengo trabajo porque me han despedido porque muchas faltas con sentido de lo que ha pasado y  no sé dónde buscar trabajo.

-Pero tú ingles ha mejorado ¿cierto?

-Sip, creo –para ser sincera lo practico mucho pero a veces dudo de mí.

-Eso es genial, te puedo ayudar a buscar un trabajo de medio tiempo, pareces joven todavía – se ríe a carcajadas.

-¿Porque te ríes?- me cruzo de brazos y por un momento voy a pensar que está loca.

-Porque me da risa.

-Sabes, te quiero hablar de algo –ignoro su risotada.

-De que....te escucho.

-Es de Dio....cles, no sé qué somos, ósea el me besa y todo pero yo estoy confundida, recuerdo nuestro último beso, en el cielo.

-Él quiere estar contigo pero te está dando solo tiempo a que le recuerdes por completo, no dices tú misma que tus verdaderos recuerdos vienen de a poco o ya no.

-Es raro no sé cuáles son los verdaderos, cuando será el día que recuerde todo – me rindo a veces, siento que nunca vendrán mis recuerdos.

Nos miramos a los ojos y sonreímos a carcajadas juntando ambas las manos.

**

Esta radiante y a la vez muy cambiado es total un hombre hecho y derecho. Es Santiago.

Camino hacia él y me mira, se levanta de su asiento para caminar hacia mí - me sonríe.

-Hola ¿cómo estás?- me pregunta feliz.

-Estoy bien, tú. ¿Cómo estás?- me alegro de verlo pero trato de ser neutra.

-Bueno estoy bien, diría yo, hasta ahora -me rio a carcajadas pero sé que la risa es fingida, ni yo misma me lo creo que salga real.

-¿Cómo así estas por aquí? -me pregunta.

Me adelanto a caminar hacia la mesa en la que él estaba sentado y me siento, lo invito a sentarse.-Estoy buscando a alguien malo, realmente aterrador y ¿tú? -se sienta.

-Me case Isabella – ¿hace cuánto? Y  lo dice ignorando mi pregunta de que hace aquí. Merece recibir felicidad.

-Felicidades espero que estés feliz con la familia que tienes. –Me alegro por él, en serio, aunque siento como un vacío por como lo que dijo, directamente sin pensarlo.

-Lo estoy y tu ¿estas casada?-me quedo un rato en silencio meditando. "Y tu estas casada" Después de pensar respondo a su pregunta cuidadosamente.

-No. Estoy haciendo otra cosa, en vez de estar casada-mi respuesta sonó tan mala ojala no piense que le  respondí feo.

-¡Grandioso!, y entonces ¿a qué te dedicas? – bueno mi vida se desmorono por completo, era profesora, era nada para mi vida.

-A defender mi vida-me pongo nerviosa porque no sé qué decirle.

-Mmm bueno – siento que la conversación entre nosotros se pone fría y aburrida.

-Sera mejor que me marche Santiago-le digo educadamente.

-Ah, si, será mejor que nos vayamos- sus ojos siguen siendo hermosos.

Me levanto de la silla y siento como Santiago viene a darme un abrazo acogedor y cálido, me quedo pálida.

-Por un momento  volvieron aquellos tiempos del colegio pequeña chica de ojos cafés.

¡Cafés!  ¡Aahhh!

-Se feliz, encuentra a un hombre que te amé – se desprende de mi dejando solo sus manos sobre mis hombros.

-Yo soy feliz – le digo.

-Lo miro en tu cara y no hay felicidad.-  ¿Cómo? tan apagada estoy.

Esta vez suelta sus manos de mis hombros y me da un beso en la mejilla, eso es raro teniendo el esposa e hijo no debería, aunque lo que dijo me dejo pensando, buscar la felicidad ¿para qué?

-Me voy, tengo una familia que me espera en casa, espero volver a verte algún día, otra vez- se despide con una sonrisa.

Miro su espalda ancha y esbelta, se marcha nuevamente y debo decir que  es lo mejor, ya que tiene una familia.

Estoy en Ecuador, es hermoso, es mi lugar, donde viví, donde volví a nacer ha pasado mucho tiempo desde que no estuve aquí. Estoy en el parque la ‘‘Carolina’’ sentada contemplando a la nada, una rosa de color amarillo posa frente a mí con una mano sosteniéndole, me imagino quién es, me volteo para atrás y es Diocles, me pongo feliz porque se ha convertido para mí en una persona importante al igual que Alicet puedo decir que confió en ellos ahora y solo ha pasado un mes.

-Hola –tomo la rosa amarilla y la huelo, tiene un olor único.

-¿Qué haces? – me pregunta, miro que esta sospechoso y nervioso, lo noto por sus ojos.




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