(serie Recuerdos) - Recuerdos de mi vida 1

XVII

Diocles

-¿Dónde está?- empujo la puerta y todos se sobresaltan.

-¿Quién? - pregunta Amaru.

-Quién más, Grecia, no la encuentro por ningún lado y anoche me dijerón no verla llegar a su lugar de descanso.

-Creo que huyo, el ángel ayer estuvo ¡uff! que te digo fuerte, candente, mala - me enoja la forma en la que lo dice, me acerco a él y le agarró del cuello.

-Cuando estés conmigo, hablas bonito de las mujeres.

-Ella no es una mujer, es un ángel.

-Pero eso no le quita que sea una mujer – idiota, le suelto del cuello y le arreglo la diadema de su cabeza que se alboroto.

-No sabemos dónde está, la última vez que la vimos fue en el campo de batalla. Te lo juro-le fulmino con la mirada y me marcho ignorando al resto.

-Mi amor. ¿Qué haces?, pareces desesperado - es Ava con ella tengo una relación desde hace años, aunque ahora no quiero verla tampoco puedo ser maleducado. A veces me  comporto como un patán  con ella y no se lo merece, trato de enmendar mi error.

-Buscando a Grecia - noto como se le cae la cara a los pies llena de ira. Descubrí que le tiene celos y no sé por qué.

-Veo que te preocupas mucho por ella- me reprende cruzada de brazos.

-Sí, me preocupo por todos- y no es mentira.

-Pero por ella más Diocles, siempre es lo mismo- se enoja y  claro que no, solo es que...que…capaz sea verdad.

-Eso es porque es una chica débil y tiene una edad donde tiene que aprender una infinidad de cosas, además quiero que vea que no está sola y te digo que es  un ángel joven que no sabe lo que quiere- le digo un poco furioso. Me estresa.

-¡No te creo!, solo me has hablado de ella en todo este maldito tiempo, desde que era una bebe, pensaba que la veías como una hija o una hermana menor que necesitaba protección, ayuda pero no, pienso que a ti te gusta, das muchas pistas para dudar de ti, note como la miraste en el campo de batalla - me alza el tono de voz y sé que está furiosa, lo que dice es una completa mentira, como se atreve a decirme eso, fijarme en alguien menor que yo, le llevo miles de años.

-Primera no me alces el tono, segundo dilo con calma Ava y para finalizar yo te quiero a ti y no la considero como una hija a Grecia sería algo extraño- y de verdad la quiero es una persona muy buena con todos pero veo que con Grecia no. -Yo he estado a cargo de ella desde que la traje ya sabes de donde, debo cuidarla no tiene a nadie. Además te pregunto ¿no te basta con lo que me pediste que hiciera? . Querías de la dejara fuera de aquí - le reprendo- quisiste que la dejara en los cielos con los demás y lo hice- señalo con el dedo el cielo. Creo que me arrepiento hasta ahora.

-Creo que no debiste traerla, acepte que la vuelvas a traer a dónde pertenece que es este lugar, pero no, detesto verla cerca de ti, a ella creo que tú le gustas Diocles y no te has dado cuenta, porque con tus ojos no ves la verdad - señala sus ojos - y estoy celosa de ella desde que nació .... nunca debiste ir por ella- veo su odio hacia Grecia, los celos son matadores.

-Te estas escuchando Ava, mide tus palabras, es feo lo que me estás diciendo, ella no pertenece entre los humanos, es un ángel de la vida, mi padre...- me quedo callado porque no quiero que nadie se entere de la verdad.

-¿Tu padre qué?- pregunta con mucha curiosidad y enfadada.

-Olvídalo, se acabó esta discusión entre tú y yo. Voy a ir a buscarla-la dejo sola con sus celos.

Grecia

-¿Porque regresaste aquí?- me pregunta confundida.

-No se creó que ese no era mi lugar aunque haya sido pocos días que estuve ahí... no quiero volver.

-Puedes estar aquí entonces-cambia de parecer.          

-Gracias, Rafaela.

-Entonces. ¿Cómo apareciste en los cielos, es imposible con tu edad?  ¿Y  ya puedes volar?- se muestra amigable conmigo.

-Si, entre a escondidas y no es para tanto, ni siquiera sonó alguna alarma- digo muy sarcástica. Aunque mis sarcasmos son malos-  tuve que hacerlo-confieso.

-No es bueno, pero es bueno a la vez ahora ¿me puedes dejar ver tus alas?- mm confiar en ella no es tan fácil pero porque sé que no va a ir de chismosa decido mostrarle mis alas así que asiento.

-Claro - dejo ver mis alas enormes frente a ella y abre la boca por completo.Seguro de la sorpresa que causo.

-Son hermosas y grandes- lo mismo digo.

-¡Lo son! - sonrió de orgullo por mis alas-me gustan como están formadas.

Me alejo un poco de ella y comienzo a caminar por el cielo, a la nada. Aquí solo hay luz, la del día y la de la noche y nubes, mis blancas nubes, al igual que nubes negras cuando se nubla gris. Aquí solo vas a encontrar a los ángeles sin asignación y a los ángeles que tienen algún otro cargo.




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