(serie Recuerdos) - Recuerdos de mi vida 1

XXIV

Siento algo feo en mi pecho, así que escribo en estos pergaminos algo mío.

Diciéndome…

‘‘Grecia, recuerda siempre, Artemis puede cambiar, Artemis es malo, Artemis puede  amar, lo vi… sentí su dolor,  se enamoró de Iris a primera vista. Es loco de creer’’

Recuerda que la vida de un humano dura cien años, pero para  las personas que se llenan y sufren de enfermedades mueren ya sea jóvenes o viejos,  para las personas que se matan son porque no se aman y sienten sufrimiento.

Recuerda a Diocles, recuerda a Alicet, recuerda a Moe y a su hermana, recuerda a Iris, recuérdate a ti misma.

Una extraña sensación me recorre y algo grave se acerca, es malo.

Recuerda al amor-termino con mi escritura.

Cuando acabo de escribir esto lo guardo es una caja de metal junto con un líquido. Este líquido es de la vida,  para convertirte en un humano sin habilidades sin alas sin nada de un ángel, sacado  de una estrella yo misma lo encontré. ¿Quién me lo dijo? nadie lo leí en pergaminos mágicos muy antiguos tuve que quemarlos para que nadie la  encuentre nunca.

Me levanto de mi asiento,  tomo la caja y desaparezco, estoy muy lejos de Grecia.  Estoy parada en una enorme montaña con nieve alrededor, hace mucho frío  -creo que tú nunca cambiaras montaña así que esconderé  mi caja aquí.

Después de esconder la caja, aprecio el hermoso paisaje que se da mediante el día en la montaña quiero tenerlo en mi memoria por siempre. Desaparezco.

Aparezco  en el jardín de la casa de los ángeles  y  escucho  unas voces conocidas.- No quiero hacerlo.

-Vamos, no seas un maldito cobarde Artemis ¿ya fuiste a matar a su padre?, no me vengas con esto ahora que no puedes matarla -Artemis escapo del calabozo. ¿Cómo?  ¿Matar a quién?. Padre.

-No he matado a su padre aún- le grita.

- ¿Y cuándo lo vas hacer? -al parecer es una voz femenina la que está hablando pero no la reconozco que extraño.

Me alejo de lo  que escucho ya que  puede ser  muy peligroso que me descubran. Pero error hago caer un masetero de flores y termina roto. ¡Maldición! aprieto mis puños enseguida y desaparezco.

Aparezco en la sentada en la cama de mi habitación y  me pongo a pensar  lo que escuche ¡claro!  Artemis es listo y fuerte es obvio que iba escapar no es tonto. Escucho dos golpes en la puerta- ¿quién  es?- pregunto un poco nerviosa.

-Soy Iris – ¡Iris! ¿Qué querrá?, me acerco a la puerta para abrirla y hacerla pasar.

-¿Sucede algo Iris?- le pregunto rápido.

-No nada malo, solo queria que vengas a participar o ver la batalla que se va a dar  entre ángeles –me quedo viéndola raro-bueno es una batalla tipo practica tú ya sabes –se rasca la nariz y me sonríe.

-Está bien vamos-capaz esto me despeje un rato de lo que acabo de escuchar.

Iris y yo caminamos por los corredores del hogar, cuando llegamos a la salida, miro que abre su boca como si fuera a decir algo.

-Me han castigado y me han quitado el cargo de cuidar al  hijo del rey –oh que mal.

-Lo lamento, creo que fue culpa mía- confieso.

-No, no tienes por qué disculparte, no fue tú culpa, fue la mía yo debía estar ahí como te dije, pero esto que paso me va hacer reflexionar mucho tiempo -la miro a los ojos y de verdad parece triste, por mi mente cruza la mirada que le dio Artemis a Iris para mí fue rara.

-Iris yo queria preguntarte algo.– Uy espero que no se enoje.

-¿Conoces a Artemis?- su cuerpo se pone rígido.

-¿Artemis?, el hermano de Diocles… no lo conozco bien, nunca tuve contacto de ojos ni de nada por el estilo y si tu pregunta es si estoy con él, no, para nada estaría con el enemigo.

-Ah no pensaba eso – alzo mis manos en modo de disculpa.

-Yo no me fijaría en alguien como él, es malo, el no ama, dudo que lo haga, primero muerta antes de fijarme en él.

-Está bien, solo era una pregunta tonta- me siento culpable pero yo nunca fallo con mi intuición.

-Fue una pregunta muy rara, yo estoy de tu lado y sé que Artemis lastima a las personas-replica.

-Entiendo, que tal si vamos a la batalla- es mejor olvidar este tema, pero por alguna extraña razón siento que Artemis puede cambiar o enamorarse de la persona que está enfrente de mí, para que saque ese resentimiento que lleva.

Cuando estamos a punto de seguir caminado escucho que Diocles nos llama.

-¿Van algún lado?- pregunta curioso. La curiosidad mato al hermoso gato.

Me regreso a verlo y le sonrió.

-Íbamos a ver  la batallar o capas a competir en ella- dice Iris mientras Diocles se acerca a mí y me abraza por los hombros.




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