(serie Recuerdos) - Recuerdos de mi vida 1

XXIX

-Mira que te traje amor – entra Diocles por la puerta mientras preparo algo para comer.

-¿Qué es eso? – miro extraña al paquete que está envuelto en un trapo viejo.

-Un espejo para ti – un espejo ¿cómo?, es imposible tener uno y más en esta época.

-No creo, estas bromeando, como está el mundo no me puedo darme el lujo de tener un espejo.

-Lo hice para ti – miro como lo desenvuelve.

Miro el espejo y es uno largo con filos de tréboles dorados.

-Es hermoso- me acerco al espejo y me miro en él, mi figura, miro que estoy más flaca y soy alta bueno no tanto, toco mi cabello café  oscuro, luego mis labios. Diocles aparece atrás mío y me abraza, le miro a él  en el espejo, es muy hermoso, simpático, su cabello dorado mezclado con café claro y esos ojos azules, su cara, su cuerpo musculoso. –Gracias, no debiste molestarte.

-Si mencione que quiero hacerte una casa aquí en este mundo, en Atenas - me regreso a él y le abrazo por el cuello.

-Gracias por todo, solo te quiero a ti y sería bueno una casita de madera o de paja o que se yo con tal de vivir tú y yo en un lugar.

-Y nuestros hijos - nunca pensé en hijos, seria lindo tener hijos con Diocles pero nos los quiero ahora soy muy joven y dar a luz duele.

-¿Eh?, si, en algún rato hemos de tener hijos solo que ahora no.

-Después de casarnos y vivir juntos,  quisiera mínimo diez hijos – abro mi boca de sorpresa ¡dios mío! Diez.

-Ehh, cuando nos casemos – le callo besándolo, ¡diez! apenas puedo con mi vida.

-Bueno dejen de besarse – nos interrumpe Moe e Iris. ¿Iris que hace aquí?

Iris!- dice Diocles, apartándose de mí.

-Hola buen día, vengo a verles porque Alicet está siendo desterrada en estos momentos al mundo humano.

-¡Que!- mi cara se torna seria y triste.

-¿Dónde está?- pregunta Diocles desesperado.

-Tu padre la está desterrando Diocles – Diocles me suelta y me mira.

-Vamos a verla Grecia tiene que encontrar un lugar,  tiene que… vamos ayudarla.- Se puso todo serio y preocupado. Mientras yo no sé como tomar la noticia

Asiento y desparecemos los tres no sin antes despedirme de Moe.

                               **         

La humillan, le tiran rocas pequeñas, están en el mundo humano. El padre de Diocles y Artemis esta de lejos juzgándola. Me acerco con él a un grupo de ángeles que está viendo como castigan a Alicet. Y escucho con atención como dicen.

Estas desterrada y te condeno a una eternidad en exilio por lo que hiciste, por matar.- Alicet niega con la cabeza - Alicet, tus alas ya no pertenecen al mundo angelical y tu habilidades se te serán quitadas. Si las quieres para el mundo humano necesito méritos mientras tanto, vivirás en la tierra rodeados por humanos y si no fuiste tú quien mato a esa persona necesito pruebas, porque las que me dieron van en tu contra –lo dice con odio, ¿qué es este destierro espantoso?, no debería ser así. El corazón se me para y me pongo helada, no pensé que fuera tan fuerte ¿qué mismo paso?, hasta ya me dio cosas conocer al padre del hombre con el que me quiero casar. Quiero acercarme Alicet y abrazarla pero me lo es prohibido.

-Mi padre me está llamando cariño, tengo que ir – se voltea con los ojos rojos, asiento y todos los ángeles desaparecen hasta el mismísimo padre de Diocles.

-También tienes que venir con nosotros – me dice una voz – me giro y miro a Rafaela.

-Yo también, ¿por qué?- me sorprende verle después de tanto tiempo, se ve diferente.

-Nos dirán unas cuantas palabras los ángeles mayores.

-¿Qué pasara con Alicet?, no puede quedarse aquí.

-No podemos hacer nada por ella, tienes que venir si no quieres ser castigada –que mandona.

Me giro para ver Alicet  ella me mira y me sonríe pero es una sonrisa muy triste con lágrimas en los ojos, los tiene hinchados.

-Ve Grecia, yo sé a dónde ir, ya sabes dónde encontrarme –Moe, le regreso la sonrisa y desaparezco con Rafaela.

**

-Qué bueno que están aquí – miro a toda la multitud estamos en una arena de batalla donde si hay asientos. No tengo la cabeza como para escuchar,  pero si para observar de reojo a Artemis y a Iris al mismo tiempo ellos están en la misma fila pero muy separados por los ángeles. Alado mío esta Rafael riéndose como loca con su amigo Marcos, parece que ella tampoco está prestando atención , miro al frente nuevamente y miro al padre de Diocles decir unas cuantas palabras con una rabia . Qué más da.




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