(serie Recuerdos) - Recuerdos de mi vida 1

XLI

-Hola Isabella –me abraza Jade. Vine con un vestido  muy ceñido a mi cuerpo, es de color rosado pastel  y la verdad me siento muy incómoda, una porque Alicet me lo presto y otra porque no estoy acostumbrada a llevar esto.

-Hola Jade, gracias por invitarme  y también estoy feliz de ser la madrina de tus hijas. Por lo que veo están más grandes desde la última vez que las vi.- Por suerte no paso aún lo del bautizo.

-Si, han crecido,  van a ser fuertes – sonríe  con fascinación -¿qué me cuentas de nuevo?

-Bueno, recupere toditos mis recuerdos – le digo a mi amiga ya que sabe lo que me ha pasado en estos últimos meses de mi vida.

-No lo puedo creer, y ¿cómo te encuentras con eso?

-Mal, en el fondo mal.

-Isabella cuanto quieras sabes que cuentas conmigo y no estás sola.

-Gracias, pero cambiando de tema es mejor que disfrutemos de este pequeño bautizo, porque este día son para ellas-el bautizo de sus dos hijas así que no quiero estropearlo y charlarle de mis pesadillas infernales.

-Tienes razón.

**

Miro al pastor bendiciendo a las gemelas de Jade, me levanto de mi asiento y decido irme ya que después de esto dijo Jade que no iban a celebrar nada más. Me regresa a ver y me sonríe en forma de despedida, yo alzo la mano y así me marcho.

Camino por el parque, mi vuelo a New York, sale dentro de cuatro horas y me pregunto qué voy hacer en ese tiempo libre que hay.

Reviso mi celular y veo que tengo un mensaje de Ali.

Grecia, me avisas cuando llegues para ir a verte en taxi jajaj .

Aunque puedo irme sola, me gusta que se preocupe por mí.

Alicet

-Que bueno que te encuentro Alicet – salgo del vestidor ya vestida después de hacer mis sesiones de fotos al aire libre con la naturaleza.

-¿Qué haces aquí?- que no pregunte por Grecia, aunque lo dudo. Qué curioso.

-Vine hablar contigo sé que tienes tiempo libre y si no quieres que arme un rebullicio aquí, es mejor que me obedezcas – señala con el dedo el piso y pone una cara de chico malo. Ángel más loco como amigo no podía tener.

-Si quieres hablar de Grecia es mejor que vayas al grano Diocles.

-Grecia, Grecia, mi Grecia no quiero hablar de ella porque ya sé dónde vive y podría ir a buscarla pero a la persona que vine a ver es a ti así que por favor salgamos de aquí –le miro a los ojos y trato de no ponerme seria pero es imperdonable.

Estando en una cafetería que no sé cómo se llama Diocles comienza la charla.

-Alicet quiero que vayas a Grecia arreglar tus asuntos.

Desvió mi mirada de mis uñas  bien pintadas y pongo los ojos como platos.

-¿Grecia?, ¿Por qué?  ¿Yo?,  no tengo nada que hacer allá por ahora.

-Claro que tienes que ir, Alicet tu mama esta encarcelada hace como hace cien años.

-Yo no tengo padres…

-No digas eso, tienes a tu mama.

-No la tengo,  ya no existe para mí y no quiero saber nada de ella. Así que no me la vuelvas a mencionar. Adiós – le pongo mala cara y decido marcharme.

-Todos cometemos errores.

-Yo no, soy un ángel –me mira con una cara de enojón, después la desvía.

-Voy a traer  a Isabella de su viaje, así que no vayas a verla a ningún lado.

-Como sabes de eso- a veces me enoja que no da privacidad a las personas.

-Solo lo sé- le miro a los ojos que esta con ojeras moradas.

- ¿Me estas espiando?- decido preguntarle.

-No, solo lo sé.

-¡Diocles!- chillo de la rabia.

-Okei te escuche accidentalmente hablando con ella la anterior vez– alza las manos en modo de disculpa.

-Eres un curioso y no das privacidad de nada. Por favor no seas obsesivo ni insistente, sé que la amas pero respeta esto.

-¡Lo siento!, pero fue accidental que escuche, cuando venía a verte y te vi afuera hablando por teléfono.

-Igual eres un curioso. Y por favor no te metas en mi vida Diocles –le saco el dedo del medio por mi enojo de recordarme a mi madre.

-Estas muy rebelde Alicet- tensa su mentón.

-Claro que no – y desaparezco para no seguir peleando con él.

Aparezco frente de una juguetería, miro a mi alrededor para ver si alguien me vio aparecer, pero espero que no, pongo mi mirada de nuevo en la juguetería y decido entrar.

Mi cara cambia cuando veo unos caballos de madera de medio tamaño, busco el precio pero al parecer no lo encuentro miro hacia la caja y no está el señor ¿dónde habrá ido?, mi mirada después se desvía a una bola de cristales, tomo una  para moverla y ver como se revolotea la nieve. Me gusta la navidad recuerdo que falta dos meses para que llegue la época más esperada.




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