(serie Recuerdos) - Recuerdos de mi vida 1

XLVIII

Ava

Mi cabeza lo escucha cada minuto, que tal se siente el engaño, que se siente asesinar, que se siente quitarles las habilidades. Estos ángeles mediocres se creen la gran cosa, si son más débiles y pendejos. Como siempre vigilándolos, viendo a cada uno, viendo a Diocles, viendo  a Iris y por supuesto al inútil de Artemis. Aunque para ser sincera siempre es difícil seguirlos, ellos desaparecen en un dos por tres. Muy rápido para mi suerte. Estoy más que segura que ellos esconden a Grecia. Cuando la encuentre me la va a pagar.

-Ava – me llaman por la mente. Desaparezco.

-Si- digo seria.

-¿Deja de seguirlos?

-No, hasta que la encuentre,  no.

-No te mates buscando que yo ya le encontré y no te lo voy a decir hasta que sea el momento. Como siempre fallas.

-Claro que no falle – digo al viejo con barba blanca y ojos azul. Sus alas eran doradas pero ahora son plateadas armadura nada que ver, no lleva, lo que carga puesto es un traje blanco. Como los seres humanos que se visten de terno más en los hombres.-La mate y yo no puedo creer que haya vuelto a nacer. Qué tal si cambiamos de táctica y matamos a tus dos hijos.

-Ni pienses en tocarlos, primero te quitaría tus alas y después te arrancaría el corazón.

-Eso no asusta – me siento en el cómodo asiento de plumas blancas.

-Yo te diré cuando llegue el momento- siempre retardándose.

-Primero no te olvidaras de destruir a todos los ángeles desterrados aunque me gustaría ser yo quien los destruya.

-Ese gusto no te lo voy a dar y ya veré yo si los destruyo o no.

-Si claro – digo enojada.              

-Ahora llévate a esa mujer – regreso a ver a la mujer arrodillada y que está temblando por lo que veo le quitaron sus alas.

Grecia

-Isabella- digo y  dejo mis documentos para el trabajo de psicóloga educativa en la escuela. Por lo que veo es muy prestigiosa y de niños mimados.

-Bueno nosotros la llamaremos-me dice la joven que tiene cara de bebe me parece que es la secretaria.

Salgo de la escuela y siento que mi celular vibra, lo saco para ver la llamada y es Diocles.

-Si- digo.

-¿Te paso viendo? – me pregunta. Le conté que venía a dejar mis documentos además de mi hoja de vida para el trabajo. Extraño trabajar de mi profesión así que quería volver y esta vez con unas fuerzas. Él estuvo de acuerdo y eso me sorprendió mucho ya que pensé que era de mente cerrada como en el pasado.

Mientras bajo de las escaleras que da a la calle principal para encontrarme con Diocles mis ojos quedan hechizados con un carro que es convertible y además es un Mercedes-AMG S634Matic.- ¡Dios mío! ¿De dónde sacaste ese carro? – no me sorprende que sea negro, como le gusta ese color.

-Es mi convertible- eso ya lo sé .

-Pero. Como es que apareces con un carro así.

-Para llevarte – ridículo.

-Jajaja- me rio- no necesito que me lleves en un carro así. Pero debo decir que se ve genial. Seguro gastaste mucho.

Se acerca a mí y me dice en el oído. –Claro que lo necesitas, claro que lo necesitamos, además podemos... tú ya sabes- me pongo roja y entro en shock.

-Olvida eso de la bañera- admito  y hace días queria decirle.

-Claro que no.

-Yo no te he perdonado aún- le molesto.

-Puede que no pero igual sigues muriendo de amor por mí y aunque seas un poco orgullosa te rendiste ante mí ese día.

-Está bien – me muestro un poco enojada por lo que dice – me puedo subir – le digo para cambiar de tema.

-Claro. Déjame abrirte la puerta – camino hacia la puerta y entro .Cuando me siento, veo que todo está muy limpio, ¡cómo no!, huele a nuevo y el asiento es suave. Él se da la vuelta para entrar del otro lado y cuando lo hace me pregunta.

-¿Dónde quieres ir?

-Al apartamento será – digo.

-No tienes trabajo.

-No, hoy es mi día libre.

-Y bueno ya que es tu día libre podemos hacer otra cosa, no te parece – se acerca a mí para ponerme el cinturón de seguridad.

-Quiero quedar en claro que tú y yo no somos nada.

-Umm, eso lo sé, pero también sé que voy hacer todo para que volvamos a tener algo.

-Jaja sigue haciéndolo – le digo  con una risa fingida.

Como no se ha movido después de abrocharme el cinturón, me planta un beso. Después se aleja.

-Vámonos – dice finalmente.

Alicet

-Mira a la cámara – me dicen.

Después de esa sesión de fotos en el mar. Un chico que es modelo se acerca a mí para hacer la siguiente sesión de fotos. Yo me desprendo de mi tela que estaba en mi cintura y me acuesto en la arena y él también se acuesta y me pone sus gruesas manos en mi abdomen y así los dos miramos hacia la cámara.




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