(serie Recuerdos) - Recuerdos de mi vida 1

L

-Alicet – la miro y debo admitir que tiene la mirada perdida  y ya lleva una semana desde que me conto del asalto por lo que pude saber sé que se llevaron muchas cosas valiosas, como jarrones del siglo dieciocho, ropa de famosos, etc….

-Yo, mi corazón- de que me habla esta mujer.

-¿Estás bien?– le toco el hombro delicadamente.

-Mi corazón…

-Sí,  tu corazón –  repito muy perdida de lo que me está tratando de decir.

-Debemos destruir a Ava – ahora si me habla de esto, hace tiempo que quería discutirlo.

-Sí, hablando de ella, ¿deberíamos buscarla?-se regresa a verme muy rápido.

-Claro que no, ella nos va a matar primero. Lo que debemos que hacer es reunirnos con los demás ángeles desterrados e idear un plan, debemos volver a casa, tenemos mucho que hacer.

-Ahh, ¿si?- digo extraña por sus comportamiento. Me rasco la espalda y me levanto para irme a trabajar.

-Cierto – me llama.

-Si – digo.

-Te llamaron de ese High School ayer.

Corro rápido hacia ella.- ¿Qué dijeron?

-Que les llames, quieren hablar contigo.

-Ahorita voy a llamar, no me demoro- corro hacia mi cuarto para buscar el número en mi agenda .Cuando lo hago marco y se demora un poco en contestar,  al minuto me contestan.

Una señora me atiende diciendo que estoy dentro pero antes tengo que dar un examen para que me contraten  y pueda comenzar  el lunes de próxima semana, lo que quiere decir que esta es mi última semana trabajando como camarera de medio tiempo. Fabuloso.

Cuelgo la llamada y enseguida me llega un mensaje de Dane.

Mis pecados son atroces lo sé, y sé que no tienen solución, ve a este lugar ahí vas encontrar algo para ti.

Apago mi celular y decido ir a la hora que salga de trabajar.

Iris

La nieve es muy blanca, muy suave, muy helada y de repente puede ser caliente, pero que cambia eso con mi carácter, nada, me ahogo en un mar profundo del que nunca saldré. Viendo la tumba de mi hijo es lo que estoy haciendo en este momento, aun me es difícil estar sin él, ya pasaron muchos siglos y me siento más sola que nunca. Siento arrepentimiento  en estos momentos, no debí ocultarle la verdad a Artemis por nada en este mundo, debí decirle, pero todos cometemos errores nadie es perfecto, yo no lo soy. Mis alas salen a flote y empiezo a elevarme hacia el cielo y desaparecer para ir a buscar Artemis y decirle donde está la tumba de nuestro hijo.

Cuando aterrizo, me lo encuentro sentado tocando el piano en un restaurante francés escondo mis alas y me hago visible, entro y me siento en una mesa, miro hacia el reloj y marca las dos de la tarde el me regresa a ver y deja de tocar, agradece a las personas por escucharlo, después camina hacia donde estoy y se sienta.

-¿Qué haces aquí? – su mirada es de rabia y enojo no puedo hacer nada contra eso ya que yo tuve la culpa de mentirle.

-Lamento haberte mentido – digo sin más temor.

-Pensé que el de las mentiras era yo, pero tú también lo has sido al igual que todo tu grupo de amigos, me imagino que Isabella se ha de ver enterado cuando recupero la memoria.

-Capaz se lo dijeron. Yo me di cuenta que estaba embarazada cuando ella murió. Fue mi culpa, mi culpa de que tú te hayas alejado, debí buscarte ese día, debí decirte que ibas hacer padre, por lo menos hubieras visto a tu hijo crecer.

-Las cosas hubieran sido distintas. No debo echarte toda la culpa – me dice y me asombro.

-¿Por qué?- pregunto con mucha curiosidad y lamento.

-Porque fueron desterrados, castigados, mi padre te castigo haciendo que nuestro hijo naciera humano .Yo cometí muchas cosas malas también.

-Estoy de acuerdo contigo, la culpa también fue tuya – hay que ser muy claros, él también cometió muchos errores tanto que me estaba lastimando, echándome la culpa de que no conoció a su hijo y me había olvidado de eso. La mortalidad.

-Para ser sincera la mortalidad no es tan mala, nuestro hijo fue feliz hasta su vejez, formo una familia donde solo hubo descendientes hasta el siglo diecisiete. Sí que fuimos castigados – digo muy triste, aquellos recuerdos son imposibles de remplazarlos.

-Así que si tuvo descendientes. Me hubiera gustado conocerlos. ¿Cómo era?

-Igualito a ti, tenía tus ojos – hablo con dulzura de mi hijo ya muerto –tenia tu color de cabello y una mezcla del mío, era dorado con castaño claro, era muy trabajador.

Los ojos de Artemis se cristalizan, en este momento  y mi corazón se achica, pongo la mano en mi pecho.

-En serio lo lamento Artemis – comienzo a llorar,  el alza su mirada y me sonríe. Meto mi mano en mi pequeña cartera y saco el pequeño dibujo que por muchos años lleve conmigo y se lo entrego en las manos. Él la toma y mira con desconsolación.

-Mi pequeño hijo, que mal que no te vi crecer – pasa su mano por el viejo pergamino.




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