(serie Recuerdos) - Recuerdos de mi vida 1

LII

Después de darme una larga ducha me siento frente al escritorio y veo la caja, realmente esta vieja después miro por la ventana y me acerco para abrirla, me siento nuevamente  para  ponerme a leer cada carta por ultimo.

Comienzo por una que está en un pergamino color café por lo que veo, está muy delicado si le sostengo por mucho tiempo siento que se puede romper así que le abro con suavidad y delicadamente, la estiro de lo doblada que estaba sobre la mesa.

Por lo que veo esta no tiene fecha, pero presiento que puede ser una de las primeras que escribió o eso creo.

Lo siento, Lo siento. Mi sufrimiento es atormentado no soy sincero conmigo mismo, no valgo para mí, no valgo para estar en los cielos, cada dolor es diferente, os debería ejecutarme. Mis habilidades están hechas para hacer el bien pero he pecado que las he utilizado para el mal, he hecho daño a Grecia, lo que nadie se puede dar cuenta es que Ava me está manipulando, ¿desde cuándo es que comenzó todo esto? desde que la conocí, desde que estuvo con mi hermano.

Quiero que conozcas mediante esta carta Grecia que la idea de traer a tu padre fue de Ava yo le obedecí, además accedí, la ambición es un mal que nos condena a cometer algo peor. El pasado de tu padre era doloroso, no tenía a su pequeña hija consigo, su según esposa lo abandono, mi hermano fue quien te recogió. Alterar el pasado trae muchas consecuencias jovencita, acelero la muerte de tu padre, y tal acto de matarlo fue un error en el que me vi involucrado con Ava yo no lo mate, la mismísima Ava lo hizo yo no tuve el valor, nunca lo haría,  fue fácil para Diocles descubrir el engaño, ver que era solamente algo imaginario que no existía, para traerte a una trampa que termino mal.

Quiero disculparme, de verdad.

 

Acabado con la primera carta, respiro y exhalo, con ganas de llorar.  Tomo la siguiente y me doy cuenta que solo hay tres. Decido no tomarla y mejor me las leo para otro momento.

Iris

-¡Iris!, ¿Qué haces aquí?- me pregunta Diocles.

-A ver si ya cambiaste de parecer, ¿me vas a creer?- me mira primero confuso pero después se pone a pensar.

-Iris, yo sé que mi padre te ha lastimado, lo veo capaz de todo, pero matar alguien es imposible como te dije es un ser espiritual.

-Diocles  de verdad no voy a pelear contigo, veo que no me crees y quieres evidencias pero es imposible dártelas, yo no sé cómo no me vas a creer cuando tú has presenciado muchas cosas desastrosas de tu padre.

-Porque es mi padre, lo se.-Veo que parece  dormido, rígido consigo mismo, no se da cuenta de nada ¿quién es este?. Por qué no es Diocles.

-¿Has estado bien?- le pregunto eufórica.

-Yo estoy bien Iris. Cambiando de tema imagino que estas aquí para entrenar. ¿No?

-No, no a volver a entrenar y a meterme en líos, como en el pasado.

-No te metías en líos, hacías lo que era correcto- que tonto ahora me habla de lo correcto cuando no me cree.

-No era correcto violar las normas de en el palacio de la reina Victoria.

-No lo es, pero Ramón necesitaba nuestra ayuda.

-Mmm , vine porque quiero que sepas que tu hermano Artemis ya sabe todo, ya sabe que tuve un hijo suyo –  su expresión cambio ahora de alegría, no me emociona ya que este hombre es raro .

-Hiciste bien en contarle.

-Yo no se lo conté – hablo tímidamente. Me rasco los dedos, y el pensar que fue feo como se enteró, me trae remordimiento y cargo de conciencia, no debió enterarse tarde, la culpa fue mía. Me lastime por años, lastime a todos.

-Entonces, señorita Iris ¿cómo se enteró mi hermano?

-No tengo idea pero estaba en mi casa sentado en una silla, muy enojado por cierto. Deberías verlo, hablar con el sobre todo, no se…. creo que deberías perdonarlo- las palabras salen de mi boca sin antes pensarlo, me achico de lo que digo y desvió su mirada profunda.

-Soy un orgulloso que no puede perdonar a su hermano, llevo peleado con él por muchos siglos, el perdón no es fácil darlo, para mí no.

-Todos pecamos, y te puedes arrepentir después- le reprocho.

-¿A qué viene todo esto Iris?, ¿Qué quieres?- hace las preguntas molesto.

-No sé, vine solo a decirte esto, para que puedas hablar con Artemis.

-Deberías aclarar tus sentimientos primero, y no meterte donde no te llaman – dice bruscamente y rojo de la furia que lo consume.

Me alejo de él.

-Solo queria ayudar – digo con un nudo en mi garganta.

-Iris, espera me dice – pero no, decido correr y desaparecer.

Mi casa en Atenas es grande, con piscina y una vista inolvidable, pero ¿me gusta? no, la tenía para no sentirme apretada y sola, prometí que iba a tener mascotas pero no sucedió, no tuve el valor de verlo morir cuando llegara su momento. Ahora he tomado la decisión de vender la casa  he irme a  vivir a una cabaña que tengo en la playa, sé que a nadie le gustaría. Por ejemplo a Grecia, le dolería mucho seguramente trayéndole recuerdos amargos a la cabeza  y peor que diré de Artemis, me odiaría. Pero para mí es un lugar tranquilo, que aprendí a conocer,  ver las olas irse y venir, ver el cielo despejado y nublado, caminar descalza en la arena, vestirse con blusas de tiras cuando hace un fuerte calor. La vida, mi vida, hace que me detenga para verla pasar, he visto a muchas personas pasándola  pero sin vivirla y yo soy una de esas. Ahora es mi turno de vivirla .Siento que me he desahogado, me alegra a  verle mostrado donde sepulte a nuestro hijo a Artemis, lamento que se haiga enterado de esta manera pero a la vez me alegra, porque hizo que me deshiciera de un dolor que me estaba consumiendo.




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