(serie Recuerdos) - Recuerdos de mi vida 1

LIII

Mi trabajo continua, pero en el departamento, tengo que revisar un montón de deberes. A los alumnos les hice escribir una carta de lo que sentían, de que expresaran su mayor felicidad  y su mayor temor.

-¿Tienes algo que decirme?- levanto la mirada de los trabajos y miro Alicet parece impaciente.

-Tengo algo que contarte- responde admitiendo.

-Cuéntame soy toda oídos- dejo de calificar.

-Santiago….creo que me gusta – mi reacción no es mala  es totalmente buena. Lo esperaba con ansias, esperaba que me dijera que sentía algo por él.

-Lo sabía, es obvio, si solo pasas pensando en él – le respondo a carcajadas.

-No te rías, yo… él es lindo. Me gusta lo que hace, como trata a su hijo, todo- veo que pone una cara de tristeza, sus expresiones son muy feas.

- Y… ¿qué pasa?- le pregunto preocupada.

-Soy inmortal- no se me había pasado por la cabeza aquello, la inmortalidad trata de ver morir a las personas, ver al universo evolucionar –eso quiere decir que estar con él es imposible, no quiero verlo morir, tampoco a su hijo.

-Alicet, tranquilízate seguro hay una solución- la solución que estoy tratando dar es que yo puedo hacerla mortal, pero para eso necesito buscar mi estrella bueno más bien la caja metálica.

-No la hay, el único que nos puede convertir en humanos es el padre de Diocles.

-Quien dice – digo un poco molesta – él no es el único.

-Mmmm está complicado.         

-Nada es complicado – digo segura de mi misma.

-Santiago, sale hoy tarde del trabajo tú crees que debería ir a visitarlo, aún es temprano son las siete de noche no más.

-Si tú quieres verlo, que  esperas- Alicet se levanta del sofá entusiasmada y yo me quedo pensando  ¿que soy yo?, soy inmortal o soy una simple mortal que es un ángel y que va de envejecer. Dane hace tiempo me menciono que iba a vivir por siempre pero ahora no estoy segura de eso, por mi mente cruza que debo ir a buscar mis cosas, las que he guardado por mucho tiempo, tienen que estar en el mismo lugar que las deje. Espero no más que no estén desaparecidas. Cuando parpadeo para despertar de mis pensamientos veo Alicet vestida de deportivo y con una chompa negra muy abrigada, el invierno esta llagado y nos está congelando hasta los huesos.

-Me voy a verlo, estoy un poco nerviosa- se lame los labios.

-Salúdalo de mi parte – digo.

-Claro – y desaparece en mis narices.

Alicet

Abro la puerta de principal y busco con la mirada al hombre que me gusta. Cuando lo ubico miro que lleva su bata blanca, está muy concentrado dando indicación a la señora que parece preocupada. Cuando voy a caminar mis pies parecen que no quieren moverse se mantienen quietos. De la nada me arrodillo y el pánico se apodera de mí, regreso a ver a todas partes, y una voz  gruesa me habla en el oído, le regreso a ver y es el papa de Diocles.

Mi cuerpo, no lo siento, él toma mi brazo y desaparezco .Cuando ya puedo movilizarme, me lleno de miedo y mi cuerpo comienza a temblar pero no del frío sino de  los recuerdos de él, tocándome el cuerpo con sus asquerosas manos, sus horrendos labios queriendo besarme, queriéndome para él, no accedí a sus fechorías, por eso me culpo de matar a un hombre, y nunca lo hice, fue él, por eso lo creo capaz de todo. Es un animal no  un ángel.

-Mírame a la cara Alicet- toca mi mejilla con sus dedos, después se arrodilla y me toma de la mandíbula muy  fuerte apretándola con si exprimieras una naranja.

-Maldito desgraciado, saca tus asquerosas manos de mi cara- le digo escupiéndole en la cara.

-No preciosa, me gusta tocarte. Recuerdas la última vez uff yo no lo olvido- mi celular suena y yo me zafo de su agarre. Saco mi celular, miro que es el número de Grecia .Me alejo de él y desaparezco.

Aparezco temblando en el departamento, el celular se me resbala de las manos y Grecia corre hacia mí.

-Alicet, ¿qué te pasa?, ¿estás bien?, ¿qué ocurrió? – no puedo dejar de temblar, es como si sintiera soledad en estos momentos, los recuerdos del pasado  me están consumiendo nuevamente. No aguanto así que grito y me arrodillo.

-Artemis, ayúdame no sé que le pasa – sigo gritando y llorando, debo hablar no puedo callar más.

-El me violo – digo y me regresan a  ver.

Grecia

-¿Qué?- digo asustada, me tapo la boca, porque la reacción es muy fuerte, yo solo llame Alicet para que entrenemos juntas y me sale con esto.

-¿Quién te violo?- dice un Artemis muy preocupado, me sorprende ya que él es una de las primeras personas que no se preocuparía por Alicet. Me acerco a ella para abrazarla y brindarle confianza.

-¿Quieres contarnos? – me duele verla así.

Ella levanta la cara demacrada por el llanto y los ojos hinchados.

-Él- miro a Artemis y me aparto asustada.

-¿Qué? – digo asustada y a punto de darle un puñete.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.