(serie Recuerdos) - Recuerdos de mi vida 1

LV

-Alicet, alguien te busca – le señaló con la cabeza  ya cuando estoy a pasos de la puerta – él trae flores – le digo muy coqueta, ella se sonroja y Santiago nos regresa a ver.

-Le voy a saludar a mi Doctor-  habla tan bajo  que  logro escuchar bien lo que dice.

Se acerca y le saluda con un beso en los labios yo camino hacia su dirección y saludo a Santiago, les hago pasar a ambos y me despido de ellos.

Aunque escucho de lejos preguntándole porque hay nieve en nuestros gruesas chompas.

Ya es diciembre y el invierno en New York es muy frío, mañana vamos a ir a la cena que nos invitó y para ser sincera me emociona ya que hace tiempos no compartía una cena de navidad.

Reviso mi celular y veo un mensaje de Dane diciendo que una persona es la llave, mi reacción es de sorpresa así que decido llamarlo.

-¿Cómo que la llave es una persona? – le pregunto confusa.

-Si, me lo dijo Arcángel hemos estado investigando y yendo al antiguo lugar donde fue la última vez, es extraño porque la casa pertenecía al abuelo de Santiago.

-¡Que!- grito y me tapo enseguida la boca - ¿cómo es eso?-hablo más bajo -¿estás seguro, lo que me estas tratando de decir es que capaz Santiago sea o tenga o conozca la llave?

-Algo así, toca investigarlo.

-No, toca preguntarle, hablar con él mejor.

-Tú crees que nos va a decir – me replica – él una persona muy reservada.

-Déjamelo a mí.

-No, debemos estar ahí si se lo vas a preguntar – viro los ojos.

-No es necesario, lo vas a espantar.

-Es un doctor y los doctores son valientes.

-Es mejor que ni se te acurra aparecer aquí de la nada  ya que él está aquí con Alicet – le reprendo.

-Está bien – rasgas las palabras enfado.

-Bien, todos estamos de acuerdo que mañana hablaremos con  él– heee.

-Yo no participe.

-Adiós Isabella – me cuelga la llamada y yo lanzo el celular para la cama.

-¡Idiota!

Artemis

Dejo mi celular en el escritorio y el timbre de la puerta suena .Camino para abrirla y el viento me sopla en la cara. ¡Dios que frío!

-Iris- digo tosiendo.

-¿Estas enfermo? – me pregunta preocupada.

-No, fue de improvisto una picazón en mi garganta- me señalo.

-Ah bueno ¿puedo pasar?         

-Claro – le invito y cierro la puerta –voy a encender la chimenea capaz te estas muriendo también de frío.

-Okei – camino para la cocina y salgo al patio por leña, hace semana las corte en un bosque y me costó alquilar un carro, me arrepiento por no tener el mío. Pero es que nunca lo usaría, vamos soy un ángel.

Cuando tomo dos troncos ella parece para ayudar a cargar otros dos. Los colocamos en la chimenea y enciendo con el fosforo, enseguida aparece la llama e Iris se levanta para sentarse en el sofá que da a la ventana.

-¿Cómo sabes dónde vivo? – me regresa a ver y sonríe.

-Alicet y Grecia me lo contaron, les dije que queria verte y no sabía tu dirección y bueno ellas ya sabes – dice negando la cabeza y viéndose las uñas.

-No me sorprende, par de chismosas. ¿Quieres un chocolate caliente? – regresa a  ver a la ventana las gotas que están cayendo del cielo. Al final asiente.

-Ya vengo – me levanto para ir a la cocina y prepararle. Cuando termino le pongo canela. Recuerdo una vez que cuando nos estábamos conociendo ella me invito a montar a caballo, ese día estaba lluvioso, le dije que teníamos que ir algún lugar para escampar, cuando lo hicimos llegamos a una cabaña de buen dinero, nos ofrecieron leche de cabra  y recuerdo como si fuera ayer que le había dicho a la sirvienta que le ponga canela, que le encantaba, le hacía sentirse cómoda, le hacía recordar a su padres, que en ese tiempo seguían vivos pero todo cambio ya que murieron en una batalla después de que fuera desterrada, también eran ángeles de la guarda.

Camino hacia donde esta y veo que está leyendo el periódico.

-Gracias – dice muy dulce, lo toma y mira la canela en la chocolatada- nunca lo olvidaste.

-Nunca lo haría, es algo que me marco.

-Yo tampoco olvidaría lo que te gusta, no olvidaría nada de lo que pasamos.

Me siento alado suyo y tomo el periódico que dejo alado suyo.

-¿Qué hay de nuevo en el periódico?- pregunto curioso viendo que estuvo leyendo.

-Estaba buscando a personas perdidas.

-¿Cómo así? – pregunto preocupado.

-Siempre lo hago. Porque ellas necesitan volver con su familia.

-¿Así estén muertas? – da un sorbo a la chocolatada después de lame sus labios. -¿Demasiado caliente?

-Si – dice un poco tímida  - yo, lo que te podría decir es que las personas que están desaparecidas necesitan ser encontradas así estén vivas o muertas.




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