-Gracias, hermano.-le agradezco a Alex al teléfono.
-Por conseguirte saber dónde está Emma, ella se enojó conmigo. Arregla las cosas con ella, Alan. Si no el próximo que te golpeara seré yo, ¿me entiendes?-sonrió al escuchar su amenaza.
No lo culparía si la realiza.
Derek y los chicos de Emma, como me dijeron ellos me dieron una buna lección. Todavía puedo sentir un dolor punzante en mis costillas, ellos si sabían cómo golpear a un hombre sin dejar marcas. Ahora comprendo porque Derek los contrato.
-Tranquilo hermano. Recuperare a Emma.
-Más te vale. Quiero ver crecer a mis sobrinos y nuestro padre también, él es el más interesado en esto.
-Lo sé, te llamare cuando solucione las cosas.
-Está bien, adiós.-y corto la llamada.
Cuando miro el lugar donde le dije a mi chófer que me llevara, me sorprende un poco.
Era una casa sencilla de una sola planta, no se veía muy grande. Tampoco había una verja con seguridad instalada. Miro las demás casas y tenían un parecido similar.
Me bajo del auto y miro mejor el lugar. En ella había niños y perros jugando a unos metros de mí. Se podía sentir que era un ambiente familiar, hasta se sentía seguro sin necesidad de proveerlo.
Me armo de valor y me aproximo a la casa. Toco el timbre y espero, al no obtener respuesta vuelvo a intentarlo. Cuando se abre la puerta, aparece un sujeto que me resultaba familiar. Este me mira de pies a cabeza seriamente, hasta que me dedica una sonrisa de lado.
-Bienvenido señor Wilson.-este me extiende la mano como saludo y yo se la estrecho-. Llego justo a tiempo.
-¿Y tú eres…?
-Fred. Uno de los chicos de Emma.-esto último lo dijo con su mejor sonrisa y yo frunzo el ceño, no me gusto como sonó eso-. Si me sigue lo llevare con ella.
Lo sigo, cruzamos por una sala amueblada con sillones, y vamos por un pasillo donde se para en una puerta color verde y me hace una seña para que entre. En ella esta Emma, doblada sosteniéndose su vientre, que por cierto esta grande, donde estaban mis hijos.
-Muy bien, cariño.-cuando escucho ese tono cariñoso, ahí es cuando veo al sujeto que sostiene delicadamente a Emma.
-¿Cariño?-digo entre dientes, podía sentir mis celos salir-. Suelta a mi mujer.-cuando lo digo miro a los ojos a Emma, esos ojos que me perseguían en mis sueños.
Escucho el profundo suspiro de Emma. Estoy seguro que los demás también lo sintieron. Ella mira el piso debajo de sus pies y es cuando veo el líquido en el piso.
-¡Aaahhh...!-cuando Emma grita, no dudo ni un segundo y estoy a su lado.
-Estas...Estas...-no me salían las palabras, porque de repente me di cuenta que nacerían nuestros hijos.
-Si...-dice mirándome con fuego en sus ojos.
Eso me gusta.
En un segundo la levanto en mis brazos y estoy caminando para dirigiré al auto.
-Te tengo, Emma. No te soltare, no más.-eran las palabras más sinceras que había dicho en mucho tiempo. Pero eran verdad.
-¿Qué haces aquí, Alan?
Cuando mi chófer nos abre la puerta del auto, coloco delicadamente a Emma en los asientos traseros. Miro su bello rostro, lleno de temor. Pero sus ojos me decían otra cosa.
-Por ti.-deposito un suave beso en su cabeza y la miro a los ojos-. Solo por ti.
-Lo prometes.-dice con su respiración entrecortada.
-Siempre.
Entro en el auto, pero cuando le voy a decir al chófer donde dirigirse veo a un tipo diciéndole donde mismo dirigirse. Cuando termina se gira hacia nosotros, y mira el reloj en su muñeca y luego a Emma.
-Lo estás haciendo muy bien cariño. Ya llame a Matt, para que estén preparados para nuestra llegada. Aunque lo hubiéramos estados antes si nos hubieses alertado de tus contracciones. En el curso de preparto nos alertaron de los…
-¡Me importa una mierda el estúpido curso ahora!-explota Emma, mientras el sujeto solo sonríe. Y yo quiero matarlo por… ¿celos?-. ¡No quisieras estar en mi lugar, mientras se retuerce todo por dentro!
-Lo sé, cariño.-dice mientras toma una mano de ella y la besa.
Agarro la mano del sujeto y quito sus garras de mi Emma.
-Suelta a mi mujer.-le gruño entre dientes, con una mirada retadora.
-Me había olvidado de ti.-me dice del mismo modo y se suelta de mi agarre-. Puede que tengas derechos con los bebes de Emma. Vuelves a hacerle algo a Emma…date por desaparecido.
-Es una amenaza.
-Es un hecho.-miro al sujeto detenidamente, y lo recuerdo de la noche que cene con Emma en mi complejo. Era el nuevo gerente, que renuncio el mismo día que deje el lugar.
-Ahora te recuerdo, eres Lautaro Fernández. No eres nadie yo…
-¡Basta!-grita Emma-. Aahhh… ¡Estoy por parir carajo! ¡Si no se bajan los dos del auto!
-Estas en mi auto, con mi chofer amor.-le digo lo más dulcemente posible.
-Jaja…Serás lerdo.-me dice Emma, mientras me agarra de mi camisa y me acerca a su rostro. En eso veo su boca y me dan unas tremendas ganas de besarle, pero me contengo. No es el momento-. El que maneja es uno de mis chicos y el auto es alquilado ¿no es cierto?-me quedo callado porque si me dice eso, puede ser que sea verdad. Y sospecho que Derek, estaba detrás de eso-. Noto que te diste cuenta…-ella respira pesadamente-. Si decides quedarte con nosotros tienes que aprender que Giorgio no me dejara desprotegida.
-No me importa si tus fieras me persiguen.-miro otra vez su boca y le robo un beso, ya no me contengo, rosando a penas sus labios-. Tú y los bebes son míos.
Cuando se detiene el auto, veo que estábamos en un hospital, al parecer privado. El personal médico atiende en el instante a Emma. Al parecer Emma, ya estaba preparada. Eso me hace sentir frustración, yo debería haber estado preparado con ella. Trato de ir con ella, pero un par de manos me detienen. Miro y reconozco al sujeto. Era el doctor del complejo que también renuncio igual que el gerente.
-Doctor…
-No entraras ahí…-me corta-. Si Emma, nos lo pide entraras. De lo contrario no.