Setenta y Tres Intentos

Capítulo 6: Tequila, Verdades y un Beso Forzado

Adria

La música latía con una energía contagiosa en el loft de mi amiga Valeria, convirtiendo el espacio abierto en un mar de cuerpos danzantes y risas ahogadas por el volumen. Había logrado domar la biblioteca flotante (con un sistema de suspensión tan ingenioso que casi me dan ganas de patentarlo) y merecía una noche de absoluto descontrol. O, al menos, tanto descontrol como puede permitirse una arquitecta con tendencia a calcular los riesgos estructurales de una pista de baile.

—¡Porque los cimientos aguanten! —grité, levantando mi shot de tequila.

Clara, a mi lado, chocó su shot con el mío con una sonrisa que parecía más aliviada que alegre. Adrián, a mi otro lado, hizo lo propio, pero su sonrisa era tensa, casi forzada. Llevaba así toda la noche. Desde aquel martes extraño en mi puerta, algo en él era distinto. Más quieto. Más… lejano. Como si una parte de él se hubiera retirado detrás de un cristal.

—¡Salud! —gritamos los tres al unísono, y el líquido ácido y ardiente me bajó por la garganta, quemando cualquier preocupación incipiente.

La noche era perfecta. O casi. El alcohol corría por mis venas, liberando esa parte mía desinhibida y ruidosa que Adrián solía encontrar tan graciosa. Pero cada vez que me reía y me apoyaba en su brazo, sentía su musculatura tensarse bajo mi toque. Clara me lanzaba miradas que no lograba descifrar. ¿Preocupación? ¿Fastidio?

—¡Necesitamos un juego! —anuncié, agarrando una botella de licor de la mesa central y tamborileando con ella para llamar la atención.— ¡Verdad o reto! ¡Los clásicos nunca mueren!

Un coro de aprobación rodeó nuestro pequeño círculo. Clara puso los ojos en blancos. —Adria,tenemos casi treinta años, no dieciocho.

—¡Justo por eso! —repliqué, señalándola con la botella.—¡Para recuperar la juventud perdida entre planos y demandas! Tú primera, Clara. ¿Verdad o reto?

Ella suspiró, rendida. —Verdad.Pero nada de casos de clientes.

—Aburrido —canté.— ¿Cuál es el lugar más raro donde has… ya sabes?

Las risas estallaron a su alrededor. Clara enrojeció, pero jugó. Luego le tocó a otros amigos. La ronda se fue cerrando hasta que, como sabía que pasaría, llegó a Adrián. Todas las miradas se volvieron hacia él. Él, que había estado bebiendo en silencio, mirando su vaso como si contuviera las respuestas del universo.

—Vamos, Adrián-ánimo —dije, golpeándole suavemente el hombro—. ¿Verdad o reto?

Él levantó la mirada. La luz estroboscópica iluminó sus ojos por un segundo. Vi la reticencia en ellos, el deseo de estar en cualquier otro lugar. —Verdad—murmuró.

—¡No! —protesté, empujándole juguetonamente—. ¡Eres demasiado bueno siempre en las verdades! ¡Elige reto! ¡Vamos, vive un poco!

Él cerró los ojos por un segundo. Cuando los abrió, había una resignación extraña en ellos. —Vale.Reto.

La victoria me sabió dulce. ¡Lo había logrado! Iba a sacarle de esa coraza. Miré a mi alrededor, buscando inspiración. Y entonces la vi. Una chica, morena, de sonrisa fácil y vestido rojo, que llevaba media noche lanzándole miradas a Adrián desde la barra. Perfecta.

—¡Ya está! —anuncié, señalándola con entusiasmo.—Tu reto es… ¡besar a esa chica del vestido rojo! ¡La que no te quita ojo de encima!

El silencio incómodo que siguió fue tan palpable que casi se podía tocar. Adrián palideció. Literalmente palideció bajo las luces de neón.

—No —dijo, con una voz tan baja y firme que casi no se oyó entre la música—. Elige otro reto.

—¡Vamos! —insistí, riendo, ignorando el frío que empezaba a apoderarse de mi estómago.— ¡Es guapa! Y claramente le gustas. ¡Es tu oportunidad! ¡Si sigues siendo tan tímido, nunca conseguirás novia!

La sonrisa en mi rostro se sentía forzada. ¿Por qué estaba siendo tan insistente? ¿Por qué me importaba tanto que besara a esa chica? Era solo un juego.

—Adria, basta —la voz de Clara cortó el aire como un cuchillo. Su tono no era de diversión, era de advertencia.—No quiere hacerlo. Elige otro reto.

Pero yo ya estaba empujando a Adrián, física y verbalmente, into the corner que yo misma había creado. —¡No seas aguafiestas,Clara! ¡Es un reto! ¡Tienes que cumplirlo! ¡Vamos, Adrián, solo es un beso! ¡No le vas a dar un infarto!

Fue entonces cuando lo vi. El destello de dolor en sus ojos. Un dolor tan raw y profundo que me dejó sin aliento. Me miró, y por primera vez en la noche, realmente me miró. No como a su amiga desastre, no como a la arquitecta del caos. Me miró como si yo le hubiera apuñalado.

—¿De verdad quieres que lo haga? —preguntó, y su voz era tan suave, tan llena de una emoción contenida que la música pareció apagarse a su alrededor.— ¿De verdad quieres que me bese con otra persona?

Algo en su mirada, en la intensidad de esa pregunta, me asustó. Era demasiado. Demasiado real. Demasiado… personal. —Es…es solo un juego —tartamudeé, la seguridad desvaneciéndose—. Para… divertirse.

Clara se interpuso entre nosotros, poniendo una mano en el pecho de Adrián como para protegerlo de mí. —Ya basta,Adria. El juego ha terminado.

Pero la cosa ya se había descontrolado. La chica del vestido rojo, alentada por sus amigas y por mi estúpida insistencia, se acercó coquetamente. —Oye,no me importa ser el reto —dijo con una sonrisa borracha, tocando el brazo de Adrián.

Él se apartó como si le hubiera quemado. —No—repitió, más fuerte esta vez, mirándome a mí, no a ella.—Me voy.

Y antes de que pudiera decir nada, antes de que pudiera disculparme, arreglarlo, él dio media vuelta y se abrió paso entre la multitud, desapareciendo hacia la salida.

El silencio a nuestro alrededor era pesado, incómodo. La chica se alejó, refunfuñando. Clara me miró con una expresión que nunca le había visto: decepción pura.

—¿Estás satisfecha? —preguntó, y su voz era fría como el hielo.

—Yo… solo quería… que se divirtiera —musité, la euforia del alcohol replaced por una náusea repentina—. Que… que conociera a alguien.



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Editado: 16.09.2025

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