27 de Isug de 2626
Esta noche volví a tener el sueño y desperté muy agitado. Estoy en una casa muy sencilla con mis padres, cenando. De pronto se oyen gritos, ruidos de caballos, mi padre se levanta de la mesa y toma su arma. Mi madre me toma y me esconde en un rincón de la casa donde guardan la comida, entre unas tablas. Me oculta perfectamente porque soy muy pequeño y me dice que no salga. Yo me quedo en silencio contemplando desde una rendija los huesos de animales y trozos de madera que nos sirven de herramientas y que se encuentran colgados en lo alto de las paredes de nuestra pequeña casa.
En ese instante se oye un ruido muy fuerte y mi padre cae de espaldas justo en frente de mi escondite. Sin darle tiempo a nada, un hombre muy alto con un casco que tiene unos cuernos lo atraviesa con una lanza. El grito de mi madre oculta mi propio grito. Ella se abalanza sobre mi padre llorando. Le grita al hombre alto y este la golpea y queda, silenciosa, tendida sobre el cuerpo de mi padre. El hombre contempla la casa, mira los utensilios colgados en las paredes… se acerca a mi escondite y yo siento mucho miedo. El corazón me late tan fuerte que pienso que me puede delatar; sus pasos se acercan cada vez más y se detienen justo frente a mí.
Con un fuerte golpe, el hombre del casco tira varias cosas de la pared. Muchas cosas cayeron al piso y un trozo de madera movió las tablas que me cubrían, pero no al grado de descubrirme. Puedo ver su silueta y parece reparar en las tablas que me cubren. Las tablas se mueven… y entonces me despierto.
Hace años que sueño lo mismo, pero Arkelt me dice que debo de tratar de olvidarlo, y no darle importancia. A pesar de que nunca conocí a mis padres, en el sueño yo se que son ellos. Arkelt me crió desde pequeño y dice que tampoco conoció a mis padres. No es raro que haya niños huérfanos en estos tiempos en que los pueblos guerreros atacan las aldeas vecinas. Yo fui uno de ellos y tuve la suerte de ser criado por un sabio que estudia los cielos, conoce la escritura y, por suerte, una parte de todo lo que sabe me lo ha enseñado desde pequeño.
Arkelt ha sido para mi un maestro, un amigo, un padre… sin embargo, aunque no los conocí, extraño a mis padres.