Severýn Nalyvaiko

12.1 Nalyvaiko frente a una decisión difícil

En la sala del palacio, donde la luz de una sola antorcha proyectaba inquietantes sombras sobre las paredes de piedra, como si la propia historia contemplara este encuentro de dos mundos, Nalyvaiko sentía el peso de cada mirada, de cada susurro de la ropa real, de cada respiración propia. Sus palmas, acostumbradas a la espada, ahora solo apretaban sus propias rodillas, pero la sensación del arma no lo abandonaba, como si el hierro estuviera incrustado en su propia alma. Ante él yacía no solo el destino de su pueblo, sino también el de todos aquellos que habían puesto en él sus esperanzas.

No veía solo al rey con sus lujosas vestiduras rojas y doradas, sino también a todos aquellos que habían dado su vida por la idea de libertad, por el derecho a respirar la tierra natal y no el aire ajeno de la opresión. Los rostros de los camaradas caídos surgían de la oscuridad, como si estuvieran vivos, sus últimas miradas llenas de fe y confianza. Cada uno había entregado su vida por un ideal que unió a miles. Y ahora toda esa responsabilidad recaía sobre sus hombros, como un pesado bloque de piedra.

El rey hablaba con voz fría y uniforme, ofreciendo condiciones. Paz. Amnistía. Incluso ciertos derechos. Pero esas palabras sonaban como ecos lejanos, incapaces de llegar a la esencia. Nalyvaiko escuchaba otra cosa detrás de ellas: renunciar a todo por lo que se había derramado sangre, traicionar la memoria de los caídos, abandonar el ideal que unió a miles. Su propio corazón gritaba de dolor, desgarrándose entre el deseo de detener el horror de la guerra y el miedo a perder la esencia misma de la lucha.

¿Qué pasaría con su gente si aceptaba? ¿No se convertirían en esclavos con otro nombre? ¿No sería cada compromiso un paso hacia la destrucción espiritual? Pero, ¿qué pasaría si se negaba? ¿Cuántas vidas más cobraría la interminable guerra? ¿Cuántas madres llorarían a sus hijos? Esta decisión era como un cuchillo que desgarraba el alma en dos, y cada mitad gritaba su propia verdad.

Alzó la mirada y se encontró con los ojos del rey. En ellos no había odio, solo cálculo frío y confianza en su propio poder. Era un juego en el que Nalyvaiko era solo una pieza, pero para él era un juego de vida o muerte, de honor y traición. Sintió cómo el miedo le oprimía la garganta, no por sí mismo, sino por el futuro de su pueblo.

El mundo de antorchas y sombras creaba la ilusión de irrealidad de lo que ocurría. Como si todo fuera solo un sueño o una visión. Pero la realidad era cruel e intransigente: debía tomar una decisión hoy.

En ese momento decisivo, Nalyvaiko comprendió: no importa para la historia si ganas o pierdes; lo que importa es si puedes permanecer fiel a ti mismo y a tu pueblo.

Y cuando miró a los ojos del rey —los fríos ojos de un hombre de poder y cálculo— entendió finalmente: no hay vuelta atrás; solo queda la lucha o la capitulación.

Solo quedaba una pregunta: ¿qué precio está dispuesto a pagar por la libertad?

Y cuanto más reflexionaba sobre esta pregunta, más comprendía que la respuesta dependía únicamente de él.

Porque nadie más podría tomar esta decisión en su lugar.

Esta conciencia surge cuando uno se queda a solas con su propia conciencia.

Ahora debía reunir todas sus fuerzas y tomar una decisión.

Pero antes de actuar, debía comprender plenamente todas las posibles consecuencias del camino elegido.

Esta decisión sería determinante para miles de personas y para la historia en general.

Y aunque comprendía la dificultad de la tarea, no tenía otra opción.

A Nalyvaiko solo le quedaba una cosa: reunir su espíritu y tomar su decisión.

Y entonces daría el primer paso hacia el cambio —o continuaría el camino de la guerra.

Todo se decidía ahora mismo —en esa sala, bajo la mirada de la historia.

Por eso debía ser extremadamente atento a sus pensamientos y acciones.

De esta decisión dependía mucho —el destino de Ucrania y de su pueblo.

El momento presente era decisivo para Ucrania y sus habitantes.

La historia de Ucrania debía recibir un nuevo rumbo como resultado de esta decisión.



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En el texto hay: ukraine, cossacs

Editado: 15.10.2025

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