Prólogo: Sevilla, la ciudad que se abrió al mundo.

​Sevilla, 1992. No es solo un año en el calendario, sino el inicio de una transformación. La Exposición Universal de 1992, conocida simplemente como la Expo'92, no fue solo una feria de los descubrimientos, sino un evento que redefinió a una ciudad y marcó a una generación. Fue el punto de encuentro de culturas, ideas y tecnologías de los cinco continentes.
​El Monasterio de la Cartuja, un testigo silencioso de siglos de historia, se convirtió en el corazón de un diálogo global. De la mano de la modernidad, este espacio histórico se unió a pabellones futuristas y obras de ingeniería visionarias. La Expo'92 fue un reflejo de su lema, "La Era de los Descubrimientos", no solo para el pasado, sino también para el futuro. Fue una celebración de la curiosidad humana y de la capacidad de cooperación para crear un mundo mejor.
​Durante seis meses, la Isla de la Cartuja fue el epicentro del planeta, un lugar donde millones de personas se maravillaron ante lo nuevo y lo inesperado. Este prólogo no es solo la historia de una exposición, sino el relato de cómo una ciudad, con el telón de fondo de su rica herencia, se atrevió a soñar, a construirse de nuevo y a mostrar al mundo una cara diferente, más moderna y global. El legado de la Expo'92 no son solo sus edificios, sino la profunda huella que dejó en el espíritu de Sevilla.