El gabinete de sexología de Emma es un remanso de calma y profesionalidad en la bulliciosa calle Serrano de Madrid. El edificio alberga en su interior un espacio completamente renovado y adaptado a las necesidades de la consulta de Emma.
Al entrar, uno se encuentra con la recepción, donde Marga, la eficiente recepcionista, gestiona con agilidad todas las cuestiones administrativas y de agenda. Detrás de un moderno escritorio de madera blanca, Marga recibe a los pacientes. El aire acondicionado, zumbando sutilmente, crea un ambiente confortable, que contrasta con el calor exterior.
La iluminación natural entra generosamente por los amplios ventanales, creando una atmósfera relajante y acogedora. Las paredes están pintadas en un tono suave gris perla, dando una sensación de serenidad y calma. La decoración es sencilla pero elegante, con algunas fotografías en blanco y negro de la ciudad de Madrid y esculturas minimalistas repartidas por el espacio.
Un largo pasillo, decorado con gusto y equipado con iluminación de suave tono amarillo, conduce al amplio despacho. Este espacio está dividido en dos partes: una zona de consulta con una mesa de despacho de cristal y dos sillas ergonómicas, y una zona de terapia, con un sofá de cuero marrón y dos sillones a juego, creando un espacio íntimo y tranquilo para las sesiones. En las estanterías, libros sobre sexología y psicología.
El despacho está bañado de luz natural gracias a los grandes ventanales que dan a un tranquilo patio interior. A pesar de estar en el corazón de la ciudad, el ruido queda silenciado, creando una burbuja de paz y tranquilidad que favorece el trabajo de Emma y el bienestar de sus pacientes. La combinación de elegancia, sencillez y calma hacen del gabinete de Emma un espacio perfecto para la terapia.
Recientemente, Emma ha comenzado a atender a un matrimonio, Sofía y Víctor. Sofía tiene dificultades para alcanzar la excitación sexual. La tarea de Emma es apoyar a esta pareja. Su trabajo puede ser complejo, pero la recompensa de poder ayudarlos a mejorar su vida sexual y, en consecuencia, su relación, es muy gratificante para ella.
Ese mismo día, Emma se encuentra en su consulta, lista para recibir a Sofía y su marido. La pareja se sienta en dos cómodos sillones frente a ella. Sofía parece tensa, evitando el contacto visual, mientras que Víctor, su marido, parece tranquilo, no muy preocupado por su esposa.
—No sabemos qué nos está pasando –comienza Víctor con sinceridad–. Nuestra vida sexual se ha vuelto cada vez más difícil. Sofía ha perdido interés y no puedo evitar sentirme rechazado –Emma asiente comprensiva, tomando nota de la situación.
—Entiendo lo frustrante que puede ser para ambos –responde con calma–. Es importante recordar que los problemas sexuales son muy comunes en las relaciones.
Sofía mira hacia abajo, evidentemente incómoda, pero Emma se acerca a ella con empatía.
—Sofía, ¿te gustaría compartir tu perspectiva y cómo te sientes en esta situación? –Sofía suspira y habla en voz baja.
—Siento que algo está mal conmigo. No puedo disfrutar del sexo y eso me hace sentir mal. Amo a Víctor, pero no puedo evitar sentirme desconectada.
Emma asiente con compasión y asegura a Emma que su experiencia no es inusual. Luego, habla de la comunicación como un punto de partida para abordar el problema.
—Sofía, es importante recordar que la intimidad sexual no solo trata de la parte física, sino también de la conexión emocional y la comunicación abierta.
—Víctor, ¿cómo te sientes al escuchar esto de Sofía?
—Me duele verla sufrir –dice Víctor en tono tranquilo–. Quiero que podamos compartir una vida sexual saludable y satisfactoria, pero no sé cómo ayudarla.
Emma agradece la honestidad de Víctor. Poco a poco Sofía comienza a sentirse más cómoda y Víctor aprende a apoyarla sin presionarla. Emma está satisfecha.