Sexo todos los días

Único capítulo.

 

“Quiero sexo todos los días…”

 

 

Un excitante escalofrío recorrió mi cuerpo cuando al acercarse a mi oído, Cameron prodigó esas palabras taladrando mi mente… y mi ego. Las 12 campanadas en el reloj anunciaban el cambio de año y nuestros amigos festejaban con abrazos, carcajadas y copas de champán; entonces ella, seductoramente después de besarnos, se aproximó a mi mejilla a decirlo. “Quiero sexo todos los días… ¿qué te parece el propósito de año nuevo Trevor?”.

 

¡Qué decirle más que un absoluto sí! pero solo sonreí con ese deseo que en ese preciso momento se encendió de sólo pensarlo, volví a besarla con más énfasis, esa noche, sería la primera de esta apasionante odisea.

 

Al menos eso pensé.

 

 

Día 1

 

No tuvimos ni oportunidad de llegar completamente desvestidos a nuestra recámara, apenas había pasado dos horas del nuevo año cuando nos disculpamos para llegar a nuestro hogar. Con tropezones subimos la escalera y por un poder del cielo no terminamos en el piso del pasillo, una vez en la recámara en una locura desmedida terminamos de hacer el amor contra una pared, sus tacones aún puestos y mi corbata mal anudada. Fue un gran inicio, sin duda alguna.

 

Día 2

 

Para el otro día teníamos los estragos de desveladas de planeación de la celebración, despertamos tarde y como es costumbre almorzaríamos, comeríamos y cenaríamos de lo que Alice insistió en preparar de más. Muy buena idea, porque aparte del ánimo de las fiestas, aún había restos de lujuria por apaciguar. Empezamos desde las seis de la tarde y de ahí… bueno, no se si las demás horas cuentan como el siguiente día.

 

Día 4

 

Regresamos al trabajo, por lo cual consideramos dar esas horas restantes como “el siguiente día” Aunque la pregunta rondaba en el aire: saber si las estimulaciones incluidas bajo las sábanas antes de dormir contaban. Según Cameron y lo que sintió es un absoluto sí.

 

Día 5

 

Los martes no agradan a nadie, es la completa realidad de que has vuelto de unas largas vacaciones y que aún quedan otros trescientos sesenta días más por transcurrir, pero para nosotros pocos se nos hacían. Por la noche, Cameron me recibió con una deliciosa cena (por fin pavo al vino blanco llegó a su fin en el día 4). De postre tuvimos fresas con chocolates, siendo supuestamente éstas afrodisíacas ni las hubiésemos necesitado, los juegos previos habían iniciado desde la mesa. ¿Por qué debí de preocuparme en un inicio de la propuesta? Reconozco que algo muy lejano, mucho más allá de la conciencia había surgido como sistema de defensa; el cual, se apagó en el instante mismo que Cameron se había mojado los labios con ese aire de inocencia para yo responder en automático con mi beso un “estoy de acuerdo, ¿empezamos ya?” Y ahora mismo volvía a ocurrir cuando descubrí que no llevaba ropa interior.

 

Día 15

 

Más y más, parecía que nunca fuera suficiente; así como las sesiones fueron más frecuentes, no estaba satisfecho con la duración. Los momentos se acortaban y eso residía en los múltiples compromisos, en una pequeñísima rutina que se había implantado: Cenar, desatarnos, baño y dormir. Y temprano porque al día siguiente deberíamos trabajar. Cameron es enfermera en el Hospital de la ciudad y yo diariamente asisto al teatro para dar los últimos toques a la obra montada. Era tan extenuante como un trabajo de nueve a siete, y eso estaba afectando nuestras horas de sueño.

 

Día 17

 

Cameron tuvo un mal día en el hospital, un accidente de moto de un adolescente. Tener intimidad no es lo que pudiera tener en mente para cuando llegara y se encontrara a su marido saliendo de casa con la preocupación a mil cuando no la veía llegar ni contestara el teléfono. Decidimos hacer una tregua sin ni siquiera decirlo. Antes de las 12, sentí el cuerpo desnudo de Cameron sobre mí, fue delirante el modo en que me había tomado para cumplir nuestro propósito. Esto significaba que difícilmente algo iba a postergarlo, interrumpir o dar concesión. 

 

Día 20

 

No se si sería el estrés, pero estaba rotundamente agotado. No cansado como si hubiese corrido como loco diez kilómetros con la bruja de Blair detrás; agotado en el sentido en que no sabía si iba o venía, o me quedaba o solo me arrastraba de un lado a otro. Todo tomaba otra dimensión cuando Cameron y yo estábamos juntos, pero al terminar, ambos quedábamos muertos. Dormíamos hasta el día siguiente con la sensación de haber festejado mil años.

 

Día 21



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En el texto hay: retos, humor romance, bitacoras

Editado: 06.07.2020

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