Shadaria

Capitulo 13 "Cicatrices y sonrisas"

El ruido de las alarmas y las explosiones había sido sustituido por el sonido rítmico de los martillos y el siseo de las soldaduras. La base de GUN estaba sanando. Tras la derrota de Metal Kass y el Iron Rhino, la paz se sentía como un regalo frágil pero hermoso.

​Maria caminaba por los pasillos con una bandeja de limonada fría, esquivando a los obreros que reparaban las paredes. A su lado, Betty la ayudaba a cargar vasos. La amistad entre ambas se había sellado con fuego; ya no eran solo compañeras de clase, eran aliadas.

​—No puedo creer que hace dos días estuviéramos escondidas bajo una mesa mientras Shadow peleaba con un rinoceronte gigante —dijo Betty, soltando una risita nerviosa.

—Yo tampoco —respondió Maria con una sonrisa cálida—. Pero mira el lado positivo: Lily y Judy vendrán más tarde para ayudarnos con el nuevo proyecto de la feria de ciencias. ¡Esta vez nadie nos saboteará!

​Rosa, por su parte, se mantenía en un silencio sepulcral en la academia. Había sido humillada por su propia cobardía durante el ataque y, por ahora, prefería quedarse en las sombras, planeando su siguiente movimiento con cuidado. La paz le daba tiempo a Maria para ser simplemente una adolescente.

​En el laboratorio principal, que aún olía a pintura fresca, Shadow ayudaba a Ronald a calibrar unos sensores de precisión. Shadow levantaba las pesadas máquinas como si fueran plumas, permitiendo que Ronald ajustara los cables internos.

​Hubo un silencio largo, interrumpido solo por el tic-tac de las herramientas. Ronald se detuvo, dejó el destornillador sobre la mesa y miró a Shadow. El científico suspiró, frotándose las manos nerviosamente.

​—Shadow... —comenzó Ronald, con un tono de voz que no tenía nada de su habitual arrogancia—. Aquella vez... al principio... cuando te forcé a entrar en la máquina para extraer tu energía sin importarme tu dolor... yo...

​Shadow se detuvo y lo miró fijamente. Sus ojos rojos no tenían rastro de odio, sino una curiosidad analítica.

​—Ya te disculpaste una vez, Ronald —dijo Shadow secamente.

​—Lo sé —respondió Ronald, negando con la cabeza—. Pero aquella vez fue por miedo a las consecuencias. Esta vez es diferente. He visto cómo protegiste a Maria, cómo peleaste por esta base... y cómo arriesgaste tu vida a pesar de que nosotros te tratamos como un objeto. Lo siento de verdad, Shadow. No eras un arma, eras una vida, y yo no supe verlo. Te pido perdón, no como científico, sino como hombre.

Shadow, sintiéndose agradecido por la ayuda de Ronald, le entrega una pequeña pieza de tecnología que recuperó del Iron Rhino para que Ronald pueda estudiarla. Es su forma de decir "gracias" sin usar palabras. Ronald le sonrió y siguieron trabajando.

​Shadow se quedó inmóvil por varios segundos. El aire en la habitación parecía haberse detenido. Finalmente, Shadow bajó la pieza que sostenía y puso una mano en el hombro de Ronald. No fue un apretón fuerte, sino un gesto de tregua.

​—La Energía Caos puede destruir, pero también puede sanar —dijo Shadow con voz profunda—. Tú ayudaste a Maria en el laboratorio cuando el peligro era real. Para mí, eso borra el pasado. Acepto tu disculpa, Ronald. Sigamos trabajando.

​Ronald asintió, sintiendo que un peso inmenso se levantaba de sus hombros. La relación entre el creador y la creación finalmente había pasado de la explotación al respeto mutuo.

​Más tarde, en la zona recreativa, el grupo estaba completo. Lily y Judy habían llegado de la academia cargadas con tabletas gráficas y piezas de repuesto. Maria y Betty las recibieron con abrazos.

​—¡Escuchamos que la base casi vuela en mil pedazos! —exclamó Lily, ajustándose las gafas—. Maria, tienes que contarnos todo sobre ese robot armadillo.

​—Fue aterrador, pero Shadow fue increíble —dijo Maria, sentándose con ellas en una mesa circular.

​Pasaron la tarde entre risas, chistes y planos. Lily, la experta en software, estaba ayudando a Maria a mejorar el sistema de respuesta de su Reloj Vínculo, mientras Judy proponía ideas para fortalecer la estructura de las placas flotantes. Era una escena de paz perfecta: cuatro mentes brillantes trabajando juntas por pura pasión por la ciencia.

​Shadow las observaba desde la distancia, apoyado contra una columna. No se acercaba, pero su presencia era un recordatorio constante de que estaban a salvo.

​Al caer la noche, cuando Betty y sus amigas se habían marchado, Maria buscó a Shadow. Lo encontró en el techo de la base, bajo el enorme domo de cristal que permitía ver el cielo nocturno sin los reflectores militares encendidos.

​—Parece que hoy no hay alarmas —dijo Maria, sentándose a su lado.

​—Es un silencio agradable —admitió Shadow.

​—Ronald me contó que hablaron —dijo ella suavemente—. Me alegra que lo perdonaras. Él es una buena persona, solo estaba un poco perdido.

​Shadow miró las estrellas. Por primera vez en mucho tiempo, no estaba pensando en su próxima misión o en el Equipo Kass. Estaba pensando en lo que Maria le había dicho sobre tener un propósito.

​—Maria... —dijo Shadow—. Gracias por no dejar que me convirtiera en lo que ellos querían. Gracias por enseñarme que puedo elegir quién ser.

​Maria le tomó la mano y ambos se quedaron en silencio, mirando la inmensidad del espacio. Sabían que Leo seguía ahí fuera y que Rosa volvería a molestar, pero esa noche, la paz era absoluta. Se sentían invencibles, no por el poder del Caos, sino por el lazo que los unía.

Fin del Capítulo




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