Te deseo.
17.
DAMEN.
Mi silencio es crucial. No quiero que me pida explicaciones o que siga insistiendo en algo que no tiene ningún sentido. Podría comportarme como un animal y aprovecharme de ella, pero ponerle un solo dedo encima es incluso más peligroso para mí de lo que es para ella. Si me dejase llevar por mis deseos, en este momento estaría poseyéndola en la mesa. De solo pensarlo mi cuerpo hierve. Tenerla aquí es más peligroso de lo que creía.
— Se que no quieres dormir en una cama y tampoco en el sofá, pero he conseguido que el suelo sea algo más cómodo. —me dice desde la escalera. — Te he tenido que coger una camiseta de las que Christian ha traído, no tengo pijama.
Espero a que se marche para girarme y ver lo que ha hecho para mi comodidad. Pese a que no aceptaré su detalle, no lo toco y lo dejo a un lado.
Abrumado por la intensa calor que hace en este lugar, me levanto y voy fuera a fumar un cigarro. Todo esta despejado, no hay coches y tampoco nada que deba preocuparnos. Fuera sigue haciendo mucha calor, pero me siento más cómodo que estando dentro. No puedo dejar de pensar en lo cerca que Lilit se encuentra. Camino por los alrededores, huyendo de todo lo que para mí se convierte en una distracción.
Encuentro una enorme roca en la que sentarme y acabar de fumar. Allí descanso mientras miro la cabaña a través de la enorme cristalera de la cocina.
🖤
LILIT.
Tengo sed. Mi hermano duerme profundamente y no nota que me voy. Bajo despacio las escaleras con cuidado de no despertar a nadie y me dirijo a la cocina. Busco una botella, algún baso de plástico para poder llenarlo e irme a mi habitación nuevamente. Me percato que en medio de la oscuridad de la noche, Damen fuma y me observa. Hace mucha calor, pero aún así me sorprende que esté sin camiseta, a penas le gusta mostrar sus brazos. Trato de ignorarlo pero su mirada cada segundo que pasa me hace sentir más nerviosa, pues no disimula, solo me observa mientras el cigarro se consume en sus labios. Levanto la mirada después de encontrar el agua, y ya no está.
— ¿Qué? —me acerco a la cristalera.
Ha desaparecido en un despiste. Ha sido solo bajar y subir la cabeza, no entiendo como ha podido irse tan rápido. Giro para regresar a mi habitación y quedo totalmente helada; ahí está. En la puerta de la cocina, en silencio como un fantasma.
— No quería asustarte.
— Hace apenas dos minutos estabas ahí —señalo fuera. Cuando regreso a mirarlo está más cerca. — ¿No puedes dormir?
— No. Mi mente no deja de sobrepensar. —comenta sirviéndose agua.
— También me sucede.
— ¿Y qué es lo que te impide dormir? —pregunta en un tono muy bajo.
— ¿Y a ti? —le devuelvo la pregunta para impedir que sepa cual es mi respuesta.
No puede saber que él es lo que me impide dormir. Que tenerlo tan cerca despierta todo lo que creí muerto en mi interior. No debe saber que me estoy obsesionando con un monstruo porque me siento segura cuando está cerca.
evita totalmente contestarme y apoya su espalda en el filo de la encimera. — Lilit, mañana le diré a Luca que lo mejor es que te marches lejos.
— Estás loco si piensas que aceptaré y te dejaré hacerlo. —dejo el vaso en la encimera, furiosa me acerco y levanta las cejas. — Quiero vengarme.
— No puedo permitir que sigas entorpeciendo mi camino.
— ¿De qué estás hablando? No hago nada.
— ¿No haces nada? Estoy aquí cuando debería estar allí. —se queja furioso.
— Que ridículo que me culpes de tus decisiones. Te hubieras quedado y hubieras muerto. —cruzo los brazos e inesperadamente veo una sonrisa en sus labios.
Poco a poco comienza a acercarse. Mi cuerpo no responde ni retrocede, solo me quedo mirándolo con confusión. De un momento a otro se encuentra frente a mí, con la mano derecha a tan solo un centímetro de la mía, que sujeta la encimera con fuerza para mantenerme implacable. Sus ojos grises se plasman en los míos, hasta que inevitablemente bajo la mirada por nervios. Su mano izquierda sujeta mi barbilla y mis ojos vuelven a mirar los suyos.
— ¿Qué te ocurre, Lilit? —pregunta con la voz ronca, en un tono bajo pero sexy.
— Nada. —respondo seria.
— ¿Volverías a matar para mí? —pregunta con una sonrisa. ¿Matar?
— No entiendo la pregunta.—trato de mirar para otro lado pero él sigue sosteniendo mi barbilla.
— No dejo de pensar en ti con ese cuchillo, cubierta de sangre y mirándome con tus grandes ojos de cordero. Mataste por mí. —trago saliva.
— Damen ¿Qué te pasa? —estoy confusa. Él nunca actúa de esta manera, siempre es tan correcto y frío. — ¿Por qué me dices esto?
No responde y su silencio es envuelto de una enorme oscuridad, hipnotizante y encantadora. Los recuerdos de ese momento invaden mi mente, me mira como si estuviera esperando que los flashback golpearan mi mente y me hicieran revivir todo lo que sentí en ese momento. Siento su mano sobre mi hombro, casi sin rozarme pero no lo necesita para provocarme un escalofrío que invade cada centímetro de mí. Cuando maté a ese chico para proteger su identidad y vengarme por lo que me hizo, hubo un momento en el que conectamos inmediatamente. Recuerdo como la manera en la que me miró, como sonrió con orgullo y humedeció sus labios lleno de deseo.
Todo aquello regresa a mi cuerpo. Mi respiración se agita, sus pupilas se dilatan y sus labios se sienten sobre los míos, pero realmente ni siquiera me esta rozando con ellos.
— ¿Qué me estás haciendo? —pregunto agitada.
— No te estoy tocando. —responde. Un suspiro involuntario deja mi boca y mis ojos miran los suyos, húmedos, gruesos y por primera vez no tengo miedo.
— ¿Y qué es esto que siento?
— Excitación. Deseo. —muerde su labio.
Es la primera vez que siento esto. Hasta ahora solo había sentido terror, pero en este momento solo siento un hormigueo que no puedo controlar. Deseo que sus manos me toquen, que sus labios me besen, porque por primera vez no siento repulsión.
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Editado: 23.07.2025