Al despertar al día siguiente, experimenté una sensación inusual de bienestar, considerando las adversidades recientes. Decidí levantarme temprano para preparar mis cosas y dirigirme a la academia, donde planeaba quedarme en las habitaciones de la escuela. Sin embargo, antes de emprender mi jornada, sentí la imperiosa necesidad de despejar las dudas que nublaban mi mente.
Mis sospechas sobre mi tía Estela se intensificaban. Aunque aún no le había preguntado directamente, sentía la urgencia de investigar por mi cuenta antes de enfrentarla. La seguridad en la casa familiar era excepcional, con un sistema que registraba cada movimiento. Decidí verificar los registros para descubrir si mi tía había sacado las katanas, analizando cada rincón del sistema de seguridad.
Al revisar los archivos en mi notebook en busca de información sobre Estela María Thereon, no encontré datos que indicaran su presencia en casa en los últimos meses. Esta falta de información agudizó mi intriga. ¿Cuándo y dónde había conseguido mi tía Estela las Hermanas de la Luna?
Molesto por la situación, antes de dirigirme a la casa de mi tía, pasé por el lugar donde mis padres perdieron la vida. A pesar de mis esfuerzos, las cámaras no revelaron nada sospechoso. Sin embargo, descubrí que el suelo aún conservaba manchas de sangre seca. Observé detenidamente, notando que no solo correspondían a mis padres. La pregunta de qué tipo de arma podría causar tanta sangre me atormentaba. ¿Habrían logrado mis padres herir a su agresor?
Con estas inquietudes en mente, me dirigí a la casa de mi tía, ubicada en un imponente edificio. Cada piso que ascendía en el ascensor parecía una eternidad. Al llegar, fui recibido por una sirvienta que me condujo hacia Estela. La ansiedad aumentaba a medida que analizaba detalladamente la situación.
Mi tía, sentada con cierto nerviosismo apenas perceptible, me saludó al notar mi presencia. Sus 38 años y el pelo corto no lograban ocultar la falsedad que mi agudo sentido percibía. Suspiré, como si llevara el peso de un hombre mayor cansado de trabajar, y le dirigí la palabra.
Dorian: Hola tía Estela, ¿cómo has estado?
Estela: Oh, por el santo creador, ¿cómo crees que estoy, mi querido sobrino? Estoy dolida por la muerte de mi familia. Pero, antes que nada, por favor, toma asiento.
Mi sentido casi milagroso detectó la falsedad en sus palabras. Dorian, un joven anormal con un talento especial para leer a las personas, se sentó con postura noble y cruzó las piernas, respondiendo con cierto aire de superioridad.
Dorian: Tía, lamento interrumpir en tu morada tan descaradamente, pero surgió un asunto el cual no puede esperar.
Estela: ¿Qué asunto tan urgente es ese? No es propio de ti salir mucho, y menos por tu agenda ya que mañana ingresas a la academia.
Dorian suspiró, expresando su agotamiento.
Dorian: Tía, sabes que fui el primero en encontrar el cuerpo de padre y madre, ¿verdad?
Estela: Mi amado sobrino, ¿qué ocurre? ¿Has venido porque sientes miedo de estar solo?
La sorprendente pregunta de Dorian reveló su verdadero propósito.
Dorian: Siempre he estado solo, pero es cierto que extraño estar junto a mi familia. Pero es mi responsabilidad como único hijo de mi familia no mostrar debilidad ante los demás. No vine por eso. He venido a preguntarte por las katanas.
Estela, nerviosa, respondió a la misteriosa interrogación.
Estela: Las katanas, ¿las Hermanas de la Luna?
Dorian: (asiente) Sí, tía. ¿Dónde las encontraste?
Estela, incómoda, trató de justificar la posesión de las katanas.
Estela: Tus padres las dejaron aquí. Querían mostrármelas porque eran su bien más preciado.
Dorian, tras un breve silencio, planteó preguntas incisivas.
Dorian: Tía, ¿sabes por qué mis padres estaban en un barrio tan humilde a esa hora?
Estela, conocedora de algo más, negó con la cabeza.
Estela: No, para nada.
Dorian continuó indagando, exponiendo más enigmas.
Dorian: ¿Y por qué tenían ese atuendo militar y por qué tenían el símbolo de nuestra familia modificado?
Estela, evadiendo la pregunta directa, desvió la mirada al suelo.
Estela: Sobrino, por favor, no preguntes más. Este tema me trasciende. Lamento no poder responder, pero será mejor que te concentres ahora en tus estudios. Algún día la verdad saldrá a la luz, pero hasta entonces, mantente sano, feliz y, por favor, cuando vayas a la academia Parnassus, haz amigos. No estés solo.
Dorian, resignado, comprendió que su búsqueda de respuestas había sido en vano.
Dorian: Entiendo, tía. Gracias por darme tu tiempo.
Estela, tocándose la cabeza, ofreció una sugerencia final.
Estela: Está bien, Dorian, pero al menos inténtalo. Ven a visitarme más seguido.
La intriga y el misterio se aferraban a Dorian mientras abandonaba la casa de su tía, con la certeza de que algo oscuro aún no salía a la luz. Tras despedirse, regresó a casa. La oscuridad de la noche ya envolvía cada rincón cuando Dorian decidió explorar su último objetivo antes de irse a la cama: la oficina de su difunto padre.
Editado: 12.02.2024