El cielo estaba completamente despejado, la arena parecía oro resplandeciente bajo el embadurnado de los rayos que la alcanzaban y podía compararse con el arremolinado cabello rubio de Axel surcando las olas. Los bíceps y tríceps se contraían y destensaban en el oleaje del mar juguetón y sólo me bastó observarlo nadar para cambiar mi vida por completo.
Ese domingo particularmente calmo hubiese sido exactamente igual a muchos otros que compartía con Ariadna, o comúnmente como acostumbraba a pasear en soledad por las residencias y recorrer las avenidas menos concurridas de California con los recuerdos atormentándome en pensamientos.
Pero Axel y Logan habían insistido en invitarnos a la playa.
— ¿Te gusta lo que ves? —Sonrió Axel saliendo del agua e inclinándose para revolver su cabello―. Hay comida en la cesta, sácala por favor.
— ¿Hambriento?
—Demasiado.
Comenzó a secar su cabello con una toalla mientras caminábamos hacia el camping improvisado. Mis ojos no se desviaban de la atracción principal. Los brazos cincelados de su ejercicio se tensaban ante los movimientos que hacía y su bajo vientre firme y mojado tentaba a su suerte de permanecer oculto debajo de su maya.
— ¡Deja de mirarme!
Apreté los labios en una sonrisa y respiré hacia el cielo, avergonzada de mi situación. Cuando llegamos a la playa no esperé que Axel se quitara la camisa. Realmente no sé en qué estaba pensando. Era obvio que lo haría, nadie se bañaba en la playa con prendas encima.
Cerré los ojos y decidí desconectar mis pensamientos por un momento. Hasta que mis ojos volvieron a conectar con él.
Axel sostenía una embelesadora atracción para conmigo; estaba consciente. Su calurosa sonrisa, la iridiscencia de la miel de sus ojos, su torso desnudo y mojado calentándose bajo el sol. Era objeto de fascinación para cualquier chica.
Arrojó la toalla a mi cabeza y sonrió.
Maldita sea, ¿realmente me estaba comportando como una acosadora? No podía culparme, no bromeaba al decir que jamás había tenido una vista tan increíble del cuerpo tonificado de un chico. Tan sólo había sido besada una vez, y las cosas se habían ido de mi control.
La invitación de ir a la playa había sido idea de Axel, y en un intento por evitar el rechazo, había anexado la presencia de Ariadna y Logan.
En la cesta había traído sándwiches de atún con pan integral, sodas de cereza y flanes con cubierta dulce.
—Son mis favoritos —admití sorprendida. Él se encogió de hombros.
—Supongo que adiviné —tomó su vaso plástico elevándolo apenas y bebió en mi honor—. ¿Por qué nunca has aprendido a nadar? Es algo antinatural, roja.
Me tomé un instante para pensar en ello mientras observaba a Ariadna hincarse a los hombros de Logan antes de que una ola los alcanzase y tendiera en las profundidades.
—Es que no me gusta nadar.
— ¿Qué dices? ¿Te asusta? —Se burló él, terminando de comer. Se limpió con una servilleta, se colocó unos Ray- Bans y reposó su cabeza entre mis piernas en completa naturalidad.
Él sonrió, completamente inconsciente a la repentina crispación de mi cuerpo por su cercanía. Mis pies se torcieron nerviosos debajo y tuve que retener el aire algunos segundos porque había olvidado respirar.
»Yo voy a enseñarte a nadar, no me mires de esa forma, en serio lo haré. Es muy fácil y a mí se me da muy bien. Le enseñé a hacerlo a Sibila hace... hace mucho tiempo.
— ¿Hace cuánto la conoces?
Axel se mordió la lengua y suspiró.
—Algunos años antes del instituto, nos presentó un amigo en común porque pensó que podríamos acabar bien juntos pero terminamos siendo grandes amigos.
—O sea que... ustedes...
—No, no, no, nunca fuimos a nada parecido. Sólo amigos —explicó Axel. Asintió, pero la revelación de aquella escena en la fiesta de temporada me obligó a meditar a detalle—. Oye, Sel, ¿todo bien con Seth?
Juntó las cejas ante su pregunta. Agradecía que Axel hubiese puesto el tema en cuestión porque deseaba indagar en el pasado de ambos.
—En realidad creo que es todo lo contrario, no tenemos conversaciones normales y creo que sólo intenta enfadarme todo el tiempo. Es extraño.
La noche anterior apareció como revelación en mis pensamientos. Pero aparté la idea.
— ¿Extraño? ¿A qué te refieres?
—Tú lo conoces bien, ¿no es así?
—No, apenas hemos coincidido en un par de clases —confesó—. Y tampoco muestra mucho interés en relacionarse con las personas. Es como snob o algo así.
Enarqué las cejas ante su respuesta. No había sido la que yo esperaba y la voz de la razón me condujo a pensar que mentía.
Los había oído la noche anterior halar sobre él. LA conversación me había dado indicios de que tenían una idea de firme de Seth. Así como él también había remarcado de su mala relación entre ellos.
Pero, ¿por qué mentían? Alguno de los dos lo hacía, sin duda alguna. Pero necesitaba descubrir de cuál se trataba. Las sombras me llamaban con ambos y me advertían de sus acciones. El resto del peligro, debía deducirlo por mi cuenta.
—Selene —Axel llamó mi atención—, Seth no es buena compañía. Sé que tampoco me conoces pero, es sólo un consejo. Por lo general se evitan las malas influencias, ¿entiendes?
Asentí, porque no se me ocurría otra cosa más que decir acerca de eso. Esbocé una sonrisa trémula, ante las emociones que provocaba Axel con su imparcial desnudez y traté de concentrarme en un tema diferente. Pero el peso de ellas se volcaba en un único pensamiento que latía desde la noche anterior: quería besarlo.
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Editado: 16.05.2020