Shadows

CAPÍTULO 6

Miley Cyrus cantaba a todo pulmón en el interior del Chrysler, mientras Ariadna conducía entonando exageradamente sus estrofas. Íbamos camino a un club nocturno que Logan —uno de los jugadores del equipo de los pumas— conocía, y había invitado a Ariadna y a mí para divertirnos.

Al principio, decliné completamente la idea, alegando que aquella invitación sólo aludía a mi mejor amiga. Pero en el momento en que aparcamos en el oscuro estacionamiento y divisé el Honda Civic rojo de Axel, acabé por comprender los motivos de mi presencia.

Luces tenues de colores embadurnaban las paredes del lugar en cuestión; los pisos eran oscuros, había mojitos gratis hasta las once y los sitios para sentarse tenían privacidad para quienes se buscaban en la oscuridad de lugares como esos.

Logan y Axel estaban sentados en uno de los sitios privados y Sibila Sky compartía un espacio entre ambos sin aparente entusiasmo. Ariadna mandó un codazo a mi costado y me condujo con sorpresiva rapidez hacia la mesa que nos aguardaba.

Aunque nunca hubiese tenido oportunidad de conversar con ella, sabía por los comentarios de Ross y Lisa que era demasiado parca en palabras e introvertida. Su carisma sólo se dejaba entrever en conversaciones únicamente en donde participaba Axel.

—No quería arriesgarme a un no —me aseguró Axel en una sonrisa, y tomando mi mano me condujo a su lado en un solo movimiento―. Siempre increíble, roja.

Un hormigueo nació desde el contacto de nuestras manos y se extendió por mi espina en un escalofrío. Sus ojos me estudiaron en una sonrisa y sentí que el ambiente se aligeraba a cada respiración que daba.

Axel llevaba una camisa ajustada a su torso y las mangas dobladas hacia arriba permitiéndome una mejor atención a sus músculos.

Necesité de mucho poder mental para apartar la tentación de mover mis dedos sobre su brazo.

—Es un lugar algo sombrío, ¿no?

La presencia de Axel aligeró el peso que habíamos sentido antes de llegar. Llevaba su camisa oscura y vaqueros oscuros que resaltaban de un modo rebelde los claros de su cabello.

Axel sonrió alargando su brazo por mis hombros y sentí con totalidad la delicada fragancia masculina que desprendía su piel. Era dulce y suave.

—La música es buena y sirven buenos tragos —Axel se encogió de hombros—. Hay alguien que quiero que conozcas. Selene, ella es mi mejor amiga, Sibila —nos presentó el rubio en una magnífica sonrisa.

Me tomó algunos segundos sonreír, después de todo lo que había oído de la conversación en la fiesta de fraternidad. Pero me obligué a mí misma a simular tranquilidad.

—La chica nueva —comentó con intriga la blonda—, ¿hace cuánto estás viviendo aquí?

—Apenas un mes.

Una ronda de daiquiris llegó a la mesa por ordenanza de Logan y ―aunque nunca hubiese probado la bebida― sentí la sed repentina de bebérmelo todo.

Estaba delicioso por suerte, pero ligeramente exótico y fuerte.

— ¿Se conocen hace mucho? —Inquirió nuevamente Sibila.

—Toda la vida —objetó Ariadna, tomando partido de la situación. Todos nos volvimos hacia ella—. Desde que nos conocimos fuimos inseparables, ¿verdad?

Asentí.

— ¿Por algo en especial?

Enarqué las cejas, confundida, intentando prever hacia dónde Sibila dirigía la conversación pero Ariadna respondió de inmediato con sobresalto.

― ¿A qué viene esa pregunta? Dime, ¿tú haces amistades por algo en especial o tienes conveniencias por las que actuar?

Su respuesta fue brusca y quizá perturbadora. Pero el rostro de Sibila no pareció alterarse en lo absoluto. Su calma característica insondable.

El interrogatorio acabó cuando Axel depositó una mano en la rodilla de Sibila y le dirigió una sonrisa nerviosa.

— ¿Qué haces? —Susurró éste.

—No me habías dicho de su amiga ni de dónde provenían —siseó la blonda con irritación.

El momento fue completamente extraño, teniendo en cuenta que hablaban frente a nosotros sin perturbarse en lo absoluto. Los labios de Axel apenas se movían al igual que los de Sibila; pero las luces fuertes del establecimiento me impedían ver con claridad las cosas.

— ¿Nos disculpas un momento, Sel? —Axel se giró, guiñándome un ojo—. Acompañaré a Sibila a tomar aire; el calor está afectándole.

Asentí en contraposición a lo que realmente quería hacer. Aquella extraña sensación que había dejado la mejor amiga de Axel en mis pensamientos me tenía demasiado intrigada como para estancarme en ese sofá.

— ¿A dónde fueron esos dos? —Inquirió Ariadna tras la partida de la pareja.

—No lo sé —expliqué incorporándome—. Ahora vuelvo.

Revisé el perímetro de su figa y me moví con velocidad a lo largo de la pista de baile hacia el exterior. Caminaron por el estacionamiento sin notarme, dato que contaba como meta personal, por cierto, dado mi último espionaje con ellos.

Se detuvieron nuevamente sobre el deportivo rojo de Axel y me escabullí a corta distancia entre los vehículos para oír mejor su conversación. Sus voces eran claras lejos de la música del bar.

— ¿Quieres explicarme todo eso? —Habló Axel ofuscado, su compañera mantenía el mutismo insondable—. Sabes que no necesito de tus acusaciones para sacar ventaja. Creo que ya he demostrado que puedo desenvolverme mejor yo solo.

—Olvidas quien soy y qué lugar ocupo en tu vida, Axel —la voz de Sibila era parsimoniosa, calmada—. No importa cuán capaz te creas en esto no eres lo suficientemente fuerte para resistirte.




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