—Apártense, por favor —oí la voz masculina una vez más, pero esa vez vívida. Axel estaba cerca.
Sentí el contacto con sus labios, cálido y embriagador y una oleada —así como las del mar— me invadió desde lo profundo obligándome a despertar.
No reconocí a nadie al abrir los ojos, y el hastío de mi garganta y nariz picando me llevó a inclinarme para exhalar el agua que había entrado en mis sistemas. Arcadas me invadían con hastío mientras sentía el ardor de mi tráquea.
—Calma —Axel acarició mi espalda—, ya estás bien, roja.
— ¡Ay, cielo santo! ¿Quieres matarme, Selene Levy? Dos veces en menos de veinticuatros horas, nena, ¿qué sucede contigo? —Se inclinó para abrazarme con firmeza evitándome la recuperación del ardor—. Es mi culpa, no debí insistirte en que entraras en el agua, nena. Lo siento.
—Tranquila, Ariadna, apenas ha sido un susto —convino Axel.
—Fue un susto de muerte, casi sentí que ya no despertaría.
Mis ojos comenzaban a acostumbrarse a la iluminación, y sentía la pesadez del sueño que había tenido. Más allá de Axel y Ariadna, un círculo de espectadores nos rodeaban con curiosidad tras el burdo incidente del agua.
Por suerte con Ariadna compartíamos una estrecha relación que nos permitía entendernos sin hablar y en un par de segundos comenzó a despejar el área.
— ¿Qué están viendo, idiotas? ¡El circo acabó malditos chismosos, vamos, empiecen a circular! ¡Dije que caminen! Denle espacio a la chica, ¡vamos!
— ¿Estás bien? —Inquirió Axel casi en un susurro.
¿Qué si estaba bien? Ah, esperen a que me recupere de, ¡casi morir ahogada! Luego te respondo, ¿te parece?
Me incliné para sacudirme la espalda de arena cálida y sentí el frío colarse por mis huesos.
—Sí, claro —refunfuñé, abrazándome a mí misma. Axel tendió su chaqueta sobre mis hombros—. Gracias.
— ¿Sabes, roja? Existen formas menos peligrosas de llamar mi atención, si quieres que te bese —sonrió Axel, socarrón.
—Claro, porque ahogarme y perder el conocimiento en el agua fue a propósito para que me rescataras —resoplé irónica, incorporándome junto a él—. Pero tú estabas muy lejos, ¿cómo llegaste antes que todos? Ni siquiera podían verme los que me arrojaron.
Axel frunció el ceño y resopló en una mueca divertida.
— ¿De qué hablas? Estaba a tu lado cuando entraste en el agua.
—No, habías ido por más tragos.
—Pero me volví cuando vi que Vice te había arrastrado al agua —explicó—. Preví todo a tiempo.
Mi expresión era de desconcierto absoluto. No. Estaba segura que no había visto a Axel cerca cuando entramos en el agua; la última vez que noté su presencia fue cuando se fue con Sibila al bar. Tampoco estaba Ariadna cerca.
Pero los bajos instintos por el pánico del momento tal vez no me habían hecho lo suficientemente despierta a la acción.
Pero no iba a usar la lógica en ese momento. Estaba exaltada y Axel definitivamente estaba demasiado lejos.
—No, estoy segura de que no estabas ahí conmigo cuando Vice me subió a sus hombros. Estabas en el bar con Sibila. No pudiste haber atravesado toda la playa para llegar hasta mí antes de ahogarme.
—Pero lo hice, Sel.
—Sí pero no tiene sentido —bufé— y, recuerdo también haberte visto en el agua antes de desmayarme tú... me hablaste.
— ¿Bajo el agua?
—Sí, estoy segura que escuché tu voz pero... era... rara. Sonaba en mi cabeza.
— ¿Mi voz sonaba en tu cabeza? Roja, aunque te hubiese hablado, cosas que no hice y tú me hubieses escuchado, sólo saldrían de mi boca burbujas o cosas así. Nadie puede hablar abajo del agua.
—Eso ya lo sé, Axel —me mofé de él—, es lo que estoy tratando de entender. Pero no puedo, no suena...
—No suena lógico —reprendió, acercándose un paso hacia mí—, ¿qué estás insinuando? Si no hubiese estado cerca, jamás habrías salido del agua con vida, Selene. Lo que dices es una locura. Escucha, cuando entré en el agua ya te habías desmayado. Tuve que cargarte hasta la orilla porque no estabas consciente y luego... henos aquí. Nada más, roja.
Pasé saliva. No sólo porque Axel estaba muy cerca si no porque los temblores que no abandonaban mi cuerpo me decían que había algo más que me estaba perdiendo.
¿Estaba siendo irracional?
La cabeza parecía que iba a explotarme como en esas caricaturas del ratón Mickey. Las cosas lógicas habían dejado de tener sentido el día en que descubrí que las sombras podían volverse agresivas contra las personas.
—Tal vez estoy aún despertando del desmayo y no... no estoy pensando bien las cosas. De todos modos, gracias por entrar a buscarme Axel.
Resoplé agotada. Él acarició mi hombro bajo su chaqueta y esbozó una sonrisa agradable.
—Para eso están los instructores de nado, roja —rodeó mi hombro con camaradería y nos guio hacia el sitio donde había dejado mi ropa—. Además, obtuve mi recompensa por salvarte del agua.
— ¿Ah sí? —Me reí porque sabría que algún comentario ingenioso diría—. ¿Cuál?
—Bueno, además de que te tuve semidesnuda entre mis brazos, me dejaste besarte.
Mi boca cayó ligeramente y lo empujé lejos de mí y su ego.
— ¡Estaba inconsciente, puerco! —Él me galardonó con una sonrisa inocente y hasta podría pretender creerle sólo por verla más de cerca—. ¿Así que esto es lo que haces? ¿Te ofreces como instructor para enseñar mal a tus discípulas y las besas inconscientes con el pretexto de salvarles la vida?
— ¿Pretendes culparme por ser una pésima nadadora? —Lo empujé nuevamente—. Ni siquiera te vi esforzarte por salir del agua, por el amor al cielo. Eres un asco en esto.
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Editado: 16.05.2020