Shadows

CAPÍTULO 16

Selene.

Tenía el delicioso sabor de los labios de Axel acariciándome con su lengua, arrastrando sus manos por la cabellera pelirroja que reposaba en mi espalda y jadeando con el contacto en un estado de ebriedad culposo.

Selene.

Las manos de Axel me buscaban a tientas en la arena, agitándome contra su cuerpo y exigiendo lo que realmente deseaba del momento: mi debilidad. No me importaba dejarme vencer, no realmente cuando él estaba incontenible sobre mí.

Sus caricias se sentían abrasadoras, cálidas y adictivas, como una droga letal entre las manos que ansiaba probar.

Selene.

Aquella voz me arrastraba. No salía de los labios de Axel, cubiertos ávidamente con los míos.

No lo hagas, Selene.

Nuevamente ese gemido arrastrado y volátil se colaba en mis pensamientos y no tuve más remedio que atender ese llamado.

Axel había desaparecido. Una oscuridad maltrecha me acompaña en esos momentos. Busqué con desesperación el contacto con Axel, sentir su piel bronceada brillante sobre la mía, fusionándose. Sus brazos protectores; alguna caricia que me volviera al esta de ebriedad anterior.

Detrás oí que alguien se acercaba pero no dio tiempo de girarme cuando sentí que se abalanzaba encima de mí. Su inestabilidad, la fuerza de su presencia hostil y a la vez acogedora. La sobreprotección de sus brazos cerniéndose en mi entorno, agitando mi interior en convulsiones. Su aliento golpeó mi nuca y temblé, exhausta.

Aquí estoy.

Desperté en la habitación desorientada, con la oscuridad aplastante rodeando los rincones y una figura siniestra tomando el contorno de una persona frente a mis ojos.

Parpadeé varias veces acostumbrándome a la oscuridad y entonces la figura se disolvió.

—Me estoy volviendo loca —gimoteé, cubriéndome con las colchas hasta el rostro―. ¡Ari! ¡Ari!

Me senté en la cama y fregué mis ojos.

» ¿Ariadna? Genial, es estupendo, ¡gracias!

Huí de Gardnerville para apartarme de eso, escapando de las sombras para que no volvieran a encontrarme. Pero realmente no tenía lugar al que huir, a través de las pesadillas, en la solitaria habitación del departamento, inclusive bajo la luz solar en pleno día de clases; las sombras siempre me encontrarían.

No había nada qué hacer en contra.

Quería concentrarme en los efectos positivos de la mudanza: Ari tenía un motivo para establecerse y ser feliz, mis padres y sus severos castigos estaban a kilómetros de distancia, en California las playas estaban de moda y casi no se sentía el cambio de estación; me gustaba un chico que sabía nadar...

Que casi muere la noche anterior al besarme...

Removí esos pensamientos Pensar en positivo era la solución. Mientras desayunaba y me calzaba las deportivas mantuve mi mente en blanco mientras intentaba pensar positivamente las cosas que acontecían.

Pero en cuanto salí a correr esa mañana de domingo y el aire me dio de lleno sobre el rostro frívolamente, supe que no había nada positivo que rescatar.

La playa aún conservaba el manto dorado bajo el sol iridiscente a pesar de que ya no era impoluta, y el mar a unos metros de distancia le parecía completamente aterrador.

Caí sobre la arena cálida, a unos pasos del agua, y observé al horizonte expectante por los primeros rayos centellando obre la línea divisional. El oleaje divagaba piadoso por esas horas de la mañana y rozaba con caricias la zona rocosa del puerto de Ventura.

Con la arena mezclándose en mi pelo cerré los ojos ante el recuerdo de Axel, la noche anterior. Su beso fue un caos de emociones inestables en mi interior, despertó la misma sed arrolladora que había sentido algunos meses antes. Me aterraba.

Además de eso, recordaba su voz, nítida y calma susurrar bajo el agua. ¿Podría ser un delirio del desmayo? ¿Estaba tan loca como para soñarlo de formas imposibles? Porque en serio, aún estaba avergonzada del sueño que me había despertado esa mañana.

El beso de Seth también se había sentido igual, pero de una forma abrasadora. La piel me quemaba al recordarlo. Y aunque no lo había visto esa noche en el bosque, había incendiado mis labios con la fuerza de su deseo. Pero recordarlo ahora era recordar su beso con Viola, la invitación que había recibido de ella en el bosque.

¿Quién sabe qué demonios estaban por hacer ahí? La idea me repelía, me asqueaba. Tuve ciertos momentos de mi huida en que quería aventarle algo a la cabeza, pero dudaba que una ramita pudiese herirlo de la forma en que buscaba.

Recordé también a Mary Fanning, una de las conquistas de Axel antes de desaparecer entre las sombras. Recordé su expresión cuando Sibila lo mencionó, parecía alterado.

¿Y si la figura en el bosque sobre ella había sido Axel? ¿Y si Seth me cubrió la boca para no llamar la atención con él porque sabía que me reconocería? ¿Y si se trataba de Axel quien efectuaba las desapariciones?

No, no podía tratarse de él porque Axel no tenía ese perfil de sociópata. No es que conociera mucho sobre esas cosas, pero lo sentía.

En el trayecto al departamento sentí una dolencia en el vaso que me obligó a detenerme. Llevaba bastante tiempo sin hacer ejercicio y los pensamientos tenían a mi cabeza lo suficientemente ajetreada como para concentrarse en la respiración pausada.

Ingresé en una cafetería a pocos metros de la avenida principal y compré agua para refrescarse. Haciendo una introspección en el interior; el ambiente era hogareño y espacioso, con cortinajes en tonos pasteles y mesas redondas con asientos incrustados al estilo de los cincuenta. Los pisos estaban encerados y sólo un par de policías en una mesa espaciosa y un joven solitario al otro extremo estaban desayunando.




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