Shadows

CAPÍTULO 25

Me petrifiqué ante la repentina aparición. Es decir, jamás en la vida hubiese esperado que Sibila fuese la dueña de ese lugar. Aunque tenía más sentido por el gusto arquitectónico de la casona. Pero, ¿Sibila no vivía en las residencias del instituto? La habíamos llevado ahí una vez con Axel al salir de aquel bar.

— ¡Sibila! ¿Esta es tu casa? ¿En serio? —Chillé, intentando que Seth me oyera desde el interior. Mis nervios eran evidentes—. No lo sabía. Realmente no lo sabía pensé… pensé que Axel vivía aquí.

Sibila Vane alzó una ceja despectiva con sorpresa. Era el primer gesto de esa forma que le veía esbozar.

— ¿Y qué te llevó a pensarlo, Selene? —Su voz permaneció bajo la más absoluta discreción de sus emociones verdaderas. En calma, serena—. Dime.

No tenía ni las ganas ni las intenciones de discutir nada con ella; sin embargo ―teniendo en cuenta que había irrumpido en su casa― debía dar algún tipo de explicación. Aunque luchara contra la idea de empujarla y salir corriendo a mi libertad.

—Te sonará divertido pero… una vez con Ariadna pasamos por aquí y lo vimos entrar. Entró sin tocar y deduje que ésta sería su casa. Lo siento, lo que menos quería era irrumpir en tu…

Me tomó al menos dos minutos cavilar acerca de lo que ocurría. Axel había traído a Viola Price a casa de Sibila, por lo que ella estaba al tanto de todo —imaginaba— y seguramente sabía de la sangre en el pañuelo que había en el sótano. Y la hoja con mis datos personales y fotografías a lo largo de mi vida, le pertenecían a ella.

Y su obsesión por descubrirme y apartarme de Axel regresaba y me perturbaba. Existía una razón por la que me mantenía lejos de los chicos de mi edad, Ari lo sabía y Sibila lo sospechaba.

— ¿Viniste a buscarlo a él, entonces?

—Sí.

—Bueno, él no llegará hasta más tarde —sonrió—. Pero puedes pasar a esperarlo. Lo llamaré ahora mismo. No te preocupes.

—No, no es necesario realmente, Sibila…

—Y nosotras podremos tener esa conversación que tanto hemos postergado, ¿no lo crees?

Me crucé de brazos, llegando a mi límite. Realmente odiaba cuando se comportaba tan gentil porque sabía que fingía. Toda ella me parecía falsa. Odiaba no poder enfrentarla porque nunca me daba motivos. Y estoy segura que ella lo sabía.

— ¿De qué quieres hablar, Sibila? ¿Qué tienes para decirme tan importante?

—Vamos adentro. Te ofrezco algo para beber mientras le llamo a Axel.

—Sí, está bien. Haré una llamada a Ari para no preocuparla y ahora te alcanzo —Sibila sonrió triunfante una vez más y desapareció segundos después detrás del jardín. De inmediato me arrodillé sobre la ventanilla del sótano—. Seth, ya puedes salir. ¿Seth?

— ¿Qué quiere hablar contigo? —Su rostro emergió de la oscuridad. No sabía en qué momento había apagado la luz.

—No lo sé, pero apresúrate a…

—No. Me quedaré aquí abajo. Ve y resuelve esa conversación. Quiero saber qué necesita decirte. —Creo que en mi rostro se veía la necesidad de una explicación, porque de inmediato, Seth me la dio—. Debe ser importante, Sibila Vane nunca ha hablado con nadie más, además de su angelito. Quiero saber qué es…

— ¿Angelito?

—No empieces con tus celos enfermizos, lucecita —se burló. Pero luego su semblante permaneció tenso—. Estaré aquí cubriéndote la espalda.

—Pero… —me levanté para poner mis manos en jarras―… ¿por qué no…?

— ¿Selene? —Sibila aparecía por segunda vez.

—Ahora voy —fingí una llamada al móvil—. Sí, Ari, luego voy. Nos vemos.

El interior de la casona se asemejaba al siglo XIX con altos contrastes en la papelería de las paredes y muebles acorde a esa época. Los pisos alfombrados desestimaban que una adolescente conciliaba una vida normal entre revestimientos y no podía hallarle más que familiaridad a su alrededor. Extrañada, me precipité a una respuesta:

— ¿Vives aquí sola?

—La casa le pertenecía a mis tatarabuelos —explicó desde la cocina—. ¿Quieres un poco de té?

Asentí, considerando que nunca nadie de mi edad me había invitado a tomar un té antes. Siempre ofrecían refrescos. Tal vez, Sibila era británica.

—Las cosas son de aquella época, y cuando la heredé, me gustó mucho la forma en que me recordaba a mi familia, así que decidí conservar su decoración victoriana. ¿Te gusta? Tiene cierto encanto la arquitectura de tiempos antiguos, al menos así lo creo yo. Pero Axel no opina lo mismo.

—Axel me dijo que ustedes se conocieron porque hacían una linda pareja ―comenté observando su reacción―. La historia de cómo terminaron siendo amigos, de seguro es muy divertida.

Sibila enarcó una ceja.

— ¿Él te contó eso? —Preguntó con sorpresa, sentándose enfrente—. Pero no fuimos amigos siempre. Cuando nos presentaron salimos un tiempo para conocernos. Nos llevábamos, bien, ¿lo sabías?

—No…creo que él no… no mencionó eso.

— ¿No? —Sonrió con amabilidad, y mi ira creció, sin comprender por qué demonios sonreía en momentos tan desconcertantes―. Bueno, tal vez no quería que estuvieses pensando en ello demasiado, Selene. Tal vez no quería arruinar la relación que mantienen ahora y todo eso. Él me habla de ti.

—En realidad, apenas nos conocemos —corté secamente, herida. No podía comprenderme a sí misma—. No tenemos una relación.

Sibila parecía sorprendida.

—Oh, ya veo. Pero él te gusta, ¿no es así?

— ¿Quieres que hablemos de la relación que tengo con tu mejor amigo? ¿Es eso? —Soné brusca e impulsiva y no estaba segura del por qué—. Escucha, Sibila. Sé que sabes que los oí en esa fiesta después del partido. Fue un accidente, de hecho, pero sí los oí.




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