Quince día habían pasado, la situación en casa se tornaba un poco extraña, siempre que regresaba del trabajo mi madre se portaba de una manera dura, pero sus escapadas de noche no habían cesado, al menos en ese tiempo lo había hecho diario, solo que en ocasiones la encontraba ya en casa por la mañana y con una actitud totalmente diferente, era como si sus escapadas le sirvieran para cambiar radicalmente su estado de ánimo, supongo que temía por su seguridad, pero sabía que si llegaba a preguntarle a donde iba sería una buena razón como para comenzar una nueva discusión y en verdad quería evitármelas.
Durante esos pocos días no había tenido respuesta alguna de Iker, supongo que de alguna manera me preocupaba, había decidió actuar por impulso, pero ni él ni yo sabíamos si todo iba a salir como lo planeado, aunque al menos para su madre si había salido todo bien, seguía saliendo con el pastor de la iglesia, de hecho, el dolor de que su hijo la hubiese abandonado solo le duro un par de días, supongo que el pastor se esmero en consolarla para que se le olvidara rápidamente su querido hijo. Con los días me he dado cuenta que para ese tipo de personas, los hijos solo son escusas, razones sin sentido que solo sirven para justificar la amargura de algunos padres, al menos lo veo con la mamá de Iker y con mi propia madre, desde que había conseguido el nuevo trabajo siempre era motivo para discutir, no podía compartirle a nadie lo bien que me sentía, lo útil que era y lo que realmente esperaba en un futuro a corto plazo.
El trabajo pintaba de maravilla, Nicole y yo habíamos adelantado mucho el mural, todo iba saliendo con tiempo de sobra, cosa que nos permitía tomar un poco más de tiempo para la comida, además de que por alguna razón sentía una especie de caballerismo de su parte, cuando llegaba al trabajo siempre estaba esperándome en la puerta del edificio, no tenía que checar entrada y salida, de hecho no había tenido la oportunidad de ver a Diego, un chico realmente apuesto para ser sincera, pero me sentía bien con ella, incluso nuestras platicas se volvían más profundas y prolongadas, no existía alguna clase de tabú, aunque realmente no habíamos tenido la necesidad de hablar sobre cosas intimas, solo que cualquier tema se volvía extremadamente profundo e interesante.
- ¿Estás bien? – preguntó Nicole mientras conducía hacia el trabajo –. Te noto muy seria.
- Lo siento.
- ¿Tu mamá de nuevo? – preguntó curiosa a lo que solo asentí con la cabeza –. ¿Te regaño?
- Lo normal – dije con una sonrisa –. Pero no logró entender a donde escapa por las noches, cuando desperté esta mañana me había preparado el desayuno, me deseo un bonito día e incluso esperó en el pórtico de la casa hasta que me fuera.
- Alana – dijo haciendo una pequeña pausa –. Lamento pensar en esto, pero no crees que tu madre haya conocido a alguien.
- En algún momento lo pensé – dije pensativa –. Pero siendo tan religiosa y puritana, creo que estaría mal visto que se escapara por las noches para encontrarse con su enamorado ¿no?
- Eso – dijo Nicole mirándome con ironía –. Yo creo que es alguien que nadie más tiene que conocer, posiblemente por eso lo culta.
El silencio inundo nuevamente el automóvil, si nos poníamos a analizarlo a la perfección, supongo que Nicole tenía razón, posiblemente había conocido a un viudo o divorciado de la iglesia y para no crear el cotilleo simplemente se esconde, pero no decírmelo a mí estaba realmente fuera de lugar. Llegamos al trabajo, tenía que comportarme de una manera más sociable, el llevar mis problemas de casa al trabajo no era de personas profesionales.
- ¡Demonios! – exclamó Nicole cuando bajamos del automóvil.
- ¿Qué pasa?
- Tenemos una comida con la junta directiva del lugar hoy – dijo pensativa –. Olvidé la carpeta en el escritorio de mi oficina y tengo que firmar las nominas de los trabajadores ahora mismo.
- No te preocupes – dije con una sonrisa –. Tú puedes firmar las nominas y si quieres puedo volver a la oficina para traer la carpeta.
- ¿Harías eso por mí? – preguntó sorprendida a lo que asentí con la cabeza acompañada de una sonrisa, pero jamás pensé en la reacción que aquella chica tendría, me abrazo fuertemente y beso de una manera extraña mi mejilla –. En verdad eres un amor.
- Claro – dije nerviosa mientras la chica me entregaba las llaves de su auto –. No tardo.
Así como mi madre, se quedo parada ahí, donde me había besado la mejilla esperando a que me marchara mientras que por el retrovisor podía observar como se despedía emocionada con un movimiento de mano. Me sentía como toda una tonta al pensar que lo que había hecho era extraño, no podía deducir nada, ni siquiera juzgar, no había tenido la oportunidad de intimar y por más que me lo repetía una y otra vez, simplemente me sentía más tonta al no entenderlo.